jueves, 4 de marzo de 2010

El General Francisco Peraza
y su muerte en Loma del Toro

Por Jesús Marcos García Vázquez

El año 1931 comenzó con funestos presagios de los momentos difíciles que le esperaba al pueblo de Cuba por la agobiante y desesperada situación que vivía todo el país, motivado por la férrea dictadura imperante y que cada día se tornaba más cruel y despiadada. La oposición al régimen de Machado crecía ampliamente de punta a punta de la isla, las manifestaciones callejeras en La Habana y otras ciudades se hacían sentir y se gestaban conspiraciones y sublevaciones. Dentro de los más furibundos contrarios a Machado se encontraba el General Mario García Menocal, líder del oposicionista Partido Conservador.


Figuras representativas de la sociedad de entonces, dentro de ellos el Coronel Dr. Horacio Ferrer y el General Alberto Herrera, Jefe del Estado Mayor del Ejército, amigos desde los días gloriosos de la Guerra del año 1895, trataron de mediar en busca de una solución pacífica a la situación política y que le devolviera la tranquilidad a Cuba, y para ello urdieron el plan de una reunión entre el presidente Machado y el líder de la oposición Mario García Menocal. En horas de la tarde del 3 del mes de Enero del año 1931 los militares Ferrer y Herrera se reúnen con el viejo caudillo García Menocal y el Dr. José Clemente Vivanco, Secretario de Gobernación y quien representaba a Machado en esta ocasión. Después de ser informado el presidente sobre lo tratado y lo que se buscaba, éste aceptó reunirse con Menocal y se fijó el encuentro para las tres de la tarde del día 7 del mes de Enero en la apartada Finca “El Dique”, situada en el Km. 21 de la Carretera Central.

En los momentos de este cabildeo político, aunque ya había ocurrido la muerte trágica del estudiante Rafael Trejo y se habían cometido algunos crímenes políticos, todavía la dictadura no había realizado los horrendos asesinatos con los que quiso ahogar en sangre a la oposición y todo anhelo de libertad. Era el comienzo y los hechos se limitaban a tánganas estudiantiles, huelgas obreras, manifestaciones de las mujeres y ataques de la prensa que se manifestaba cada día más airada contra los abusos de la oligarquía imperante, pero aun no habían entrado en juego las escopetas recortadas, las ametralladoras de mano, los paquetes bombas y los crímenes de la odiosa porra machadista a plena luz del día; había aun para el presidente Machado un determinado respeto y reconocimiento por su brillante ejecutoria anterior al frente del Poder Ejecutivo de la Nación (1925-1929).

El presidente Machado no aceptó nada de lo tratado en la reunión de “El Dique” y resolvió no reunirse más. Así terminó aquel esfuerzo por encontrar una solución pacífica, basada en un entendimiento entre el gobierno y la oposición. En entrevista concedida al periódico “El País” el Coronel Ferrer expresó: “Entristecido por mi fracaso me retiré de la escena política, convencido que la terquedad de Machado y la ambición sin limites de sus secuaces nos llevarán al más terrible desastre. En el silencio de mi retiro me parece escuchar el galopar de los caballos de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis que avanzan sobre Cuba”.

Todo estaba dispuesto para la inauguración del Capitolio y la Carretera Central el día 24 del mes de Febrero de ese año 1931, cuando en la noche del día 23 una bomba de dinamita estalló en el Palacio Presidencial. El artefacto explosivo había sido colocado en un bajante de la azotea, con el propósito de que detonara en la habitación donde el presidente dormía, pero fue detenida por un codo de la tubería y estalló antes de llegar a su destino. Este acontecimiento no impidió que el día 24 se celebrara con gran pompa la inauguración de la Carretera Central y el Capitolio.

La oposición se agita sin descanso; las manifestaciones y paros laborales cada día se suceden, rompiendo los manifestantes las vidrieras de los establecimientos y los faroles públicos; la Porra apaleaba, mataba e imponía torturas impunemente. Aquella célebre partida de la Porra se había formado con delincuentes de la más baja calaña, muchos de ellos indultados precisamente para este fin. Ante el incremento de la actividad de la oposición, el régimen responde y sus sicarios cometen todo tipo de atropellos y asesinatos. Las figuras siniestras de: Antonio Jiménez y Leopoldo Fernández Ros al frente de los porristas; Octavio Zubizarreta en la Secretaría de Gobernación, el Capitán Crespo en el Castillo de Atarés y el Comandante Arsenio Ortiz en Santiago de Cuba, se convirtieron en personajes odiados y maldecidos por el pueblo, por las constantes torturas y asesinatos que se cometían ordenados, y a veces realizados personalmente, por estos matones.

Al fracasar los intentos de buscarle una solución pacífica al descontento popular y de beligerancia social existente, una ola de inquietudes se apoderó de cada cubano y estremecía a toda la nación: el fantasma de una revolución asomaba por el horizonte.

Los distintos partidos políticos existentes en Cuba, opuestos a Machado, formaron coalición entre ellos para enfrentarse con más unidad al régimen dictatorial. Entre estas agrupaciones políticas se encontraba el Partido Unión Nacionalista, del cual formaba parte en su alta dirección el General Francisco Peraza Delgado.

Abandonada por la oposición toda fórmula pacífica y conciliadora que sacara al dictador Machado del poder y le devolviera al pueblo cubano la tranquilidad y el bienestar tan necesitados, solo se pensaba en la lucha armada, mediante una revolución, para obtener esas reivindicaciones sociales y políticas.

El General de Brigada del Ejército Libertador Francisco Peraza Delgado, héroe de las tres guerras de independencia, en el año 1929 hizo la patriótica y valiente declaración: “Juro por la memoria del General Antonio, combatir hasta el fin de mis días al enemigo de nuestras libertades”. El anciano general, que con 76 años de edad todavía se consideraba útil para luchar por la libertad de su patria, se comprometió con el General García Menocal de secundarlo en sus planes revolucionarios. Peraza conocía perfectamente la geografía del municipio de Los Palacios y muy especialmente su topografía montañosa por sus continuas incursiones en el territorio y su activa participación en la mayoría de los combates y encuentros que se protagonizaron en la zona contra las fuerzas españolas en la Guerra de 1895, además de contar con amplias amistades en el municipio y sus alrededores, así como oficiales en las filas del ejército que fueron subordinados suyos en la contienda libertadora del año 1895.

El viejo mambí convirtió a Los Palacios en centro de sus operaciones; realizando constantes visitas a la zona, creando células secretas y participando de actividades políticas, como la reunión celebrada entre el día 8 y el día 9 del mes de Junio del año 1930 en la plazoleta ubicada frente a la Estación del Ferrocarril. A esta actividad política, además de Peraza, asistió el siempre patriota Juan Gualberto Gómez, acompañado de Carlos Mendieta y Aurelio Álvarez. Este mitin fue reprimido y disuelto brutalmente por la fuerza pública.

En los primeros días del mes de Agosto del año 1931 la revolución para derribar a Machado estaba en marcha y obedecía a un desventurado plan, que fue conocido dos semanas después por los acontecimientos. El día 9 el General Mario García Menocal, el coronel Mendieta y su plana mayor debían embarcar en el yate “Havana Yacht Club” donde serían recogidos, mar adentro, por el “Baire”, fragata de la Marina de Guerra, que los llevaría a Puerto Padre, donde les esperaban partidas armadas para incorporárseles y posiblemente algunos elementos del ejército. En la Habana el prestigioso Dr. Miguel Mariano Gómez, alcalde saliente de esa ciudad e inmaculado en su labor administrativa, se sublevaría con parte del Cuerpo de Policía. Distintos jefes de células se levantarían en grupos a todo lo largo y ancho de la isla para secundar el movimiento, y un barco fletado con armas y municiones y con figuras importantes de la política, mandado por Aurelio Álvarez y el coronel retirado Rosendo Collazo, saldría de las costas de la Florida, Estados Unidos, y llegaría conjuntamente con el levantamiento a Gibara.

La fragata “Baire” faltó a la cita y el plan se derrumbó estrepitosamente. El caudillo Menocal, Mendieta y sus amigos se vieron obligados a embarcar en el pequeño yate de recreo “Coral” y sabedores que con esta embarcación no podrían llegar a Oriente, se dirigieron a las costas occidentales y cuatro días después fueron apresados en Río Verde, P. del Río y conducidos a la fortaleza de La Cabaña. El Dr. Gómez al conocer el fracaso inicial, no se atrevió a pronunciarse en La Habana, donde el único que lo hizo fue el capitán del Ejército Libertador Arturo Pino, que cercado en una casa en Luyanó, con un solo compañero se batió contra más de cien atacantes, sucumbiendo heroicamente con su amigo y seguidor Felipe Cabezas, acribillados a balazos, sin que ninguno de los comprometidos intentara secundarlos.

En el barco Ilse Volmaner, conduciendo el cargamento de pertrechos y lideres del movimiento desde las costas de La Florida, no pudieron llegar más que treinta y siete expedicionarios, de los doscientos que esperaban, pues el resto y los jefes fueron detenidos por las autoridades americanas. Desembarcaron en Gibara, siendo inmediatamente atacados por numerosas fuerzas del gobierno, después de tenaz y valiente resistencia, fueron apresados o muertos todos los integrantes de la expedición.

El valiente General de Brigada del Ejército Libertador Francisco Peraza y Delgado, de setenta y seis años de edad, fue sorprendido, el día 11 en la zona conocida por Hoyo del Majagual, Loma del Toro, zona montañosa del municipio de Los Palacios y asesinado con algunos de sus compañeros por la Guardia Rural, mandada por un antiguo subalterno suyo en la Guerra de Independencia, del que esperaba se le incorporara.

El revolucionario Mario Lago, sobreviviente de aquella acción, muchos años más tarde, manifestó el siguiente testimonio sobre el ataque sorpresivo y muerte del General Peraza.

“(...)” a las 12 del día 11 del mes de Agosto arribamos al Hoyo del Majagual. En ese lugar hicimos un alto para descansar, el cansancio nos vencía, de pronto irrumpieron los guardias en el campamento. El General se encontraba hablando con Miguel de Miguel y conmigo. En el sorpresivo ataque, Peraza recibió un tiro en la frente, muere Miguel de Miguel y un disparo de Springfield me atraviesa el pulmón derecho y sale por el omóplato, mueren también Chacho Hidalgo, Lorenzo Duarte (palaceño) los hermanos Arebejo, César Azpeitía y otros más que no recuerdo.

Los cuerpos sin vida de Peraza y sus infortunados compañeros, fueron conducidos en una carreta tirada por bueyes al antiguo Cuartel de la Guardia Rural de Los Palacios, para su reconocimiento y trámites legales de rigor. Ante las pretensiones de darles sepultura en una fosa común, desposeídos de ataúd, sectores de las clases vivas palaceñas se movilizaron y lograron disponer de los féretros necesarios para el enterramiento de los revolucionarios caídos. Una hija del General Peraza se personó en el cuartel en reclamo del cadáver de su padre, para el traslado a la bóveda familiar.

Los que lograron salvar la vida de este traicionero ataque, fueron condenados a años de prisión. En el resto de la provincia y de la Isla los grupos rebeldes resultaron perseguidos sin tregua, algunos revolucionarios se acogieron a los indultos decretados por el gobierno y enviados a la cárcel y otros resultaron muertos en la persecución. El gobierno tomó medidas extraordinarias de seguridad y represión, que ni aún en la época tiránica de Valeriano Weyler se habían conocido.

El General Peraza, natural de Quemado de Güines antigua provincia de Las Villas, era miembro de una familia de estirpe patriota. Familiares de él ofrendaron sus vidas en conquista de la ansiada independencia.

Residió durante muchos años en los Estados Unidos, donde se graduó de Ingeniero Civil. Hablaba perfectamente el Ingles. Durante la primera intervención norteamericana, ayudó a la fundación y organización de los ayuntamientos (Poder Legislativo) en la provincia de Pinar del Río y en la Habana. Fue miembro de la Cámara de Representantes de la República de Cuba.

Actualmente, a este patriota de talla colosal, veterano de las tres Guerras de Independencia y qué con setenta y seis años de edad todavía tiene bríos para ofrendar su vida luchando contra un régimen tiránico, no se le recuerda como merece. No existe una estatua o busto para perpetuar su memoria, como ninguna institución o centro que lleve su nombre, ni se le recuerda históricamente. Solamente sus hermanos masones de Rancho Boyeros en la Habana, han perpetuado su memoria al imponerle a su logia el distinguido nombre de “General Peraza”.

Bibliografía:

-Con el Rifle al Hombro. Coronel Horacio Ferrer.
-Revista “Bohemia”
-Lic. Milagro Fernández Vera. Investigadora PCC Prov.
-Lic. Luis Martínez Zamora. Historiador de L/Palacios.
-Versiones Orales de: Tomás Cabrera y Orlando Núñez.

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