(Parque LA GÜIRA)
Información tomada del Libro San Diego de los Baños,
Fragmentos de su Historia
Por el P. Joaquín Gaiga
"Nadie ama a su patria por ser grande, sino por ser suya". Séneca.
Con respecto al tiempo y la manera en que nació el parque y se fue perfeccionando y ampliando, hay claros testimonios. Corrían los años 1916-1917 cuando el Señor José Manuel Cortina, notable abogado y orador cubano, adquirió los primeros terrenos de La Güira, donados por una señora a la cual le prestó un gran servicio forense.
Entrada al Parque LA GÜIRA Hacienda Cortina. |
Cuando él vino a ver la recompensa que le había tocado se quedó fascinado por la belleza del lugar, también por la cercanía de la sierra, y parece que se enamoró de forma tal de aquellos parajes que nombró a una persona para que le atendiera las tierras. Hizo después cercar las mismas y en ellas comenzó la cría de ganado vacuno y la siembra de árboles maderables y frutales.
Posteriormente fabricó un mausoleo donde yacían los restos de sus padres y donde el sacerdote daba misa en ocasiones en que Cortina venía de temporada con su familia. Otra atracción de la finca, creada por Cortina, fue un lago artificial navegable.
En efecto él continuó invirtiendo en la compra, ampliación y organización de una finca de extraordinaria dimensiones y en la ornamentación del parque, los provechos de su exitosa actividad forense y de sus otros comercios. Y nunca se encontró en San Diego a alguien que lo recuerde con rencor.
La entrada del parque era majestuosa. Una vez cruzada esta entrada, el primer tramo del camino, en rápido ascenso como el resto de los caminos que se cruzan y entrelazan entre la variada vegetación, eran en parte pavimentados en mármol, flanqueados por mil faroles esparcidos por doquier. Caminos flanqueados por bosques de una gran variedad de árboles tropicales. Más arriba, al oeste del río y del pequeño lago, había una linda estatua de Venere que tenía delante una amplia fuente de agua. Al lado opuesto de la misma fuente estaba, una estatua en bronce de un negrito tendido en el suelo que recordaba el legendario Taita Domingo sanado por las aguas del río Caiguanabo. Desde este punto, mirando alrededor, se gozaba de la visión encantadora como de un anfiteatro verde de variado matiz.
Mientras que más cerca puede disfrutarse del encanto de jardines a lo largo de una escalinata y una breve avenida cuya belleza justifica el atributo de "Pequeña Versalles", que alguien dio al lugar. Otra atracción eran las numerosas cabañas de varios tipos y dimensiones construidas en los propios árboles. Pero la sorpresa más asombrosa eran las llamadas "casa asiática" y la "casa japonesa". Fotografías: Ángel González.
El Inventor del Parque, Manuel Cortina:
Llegados a este punto, bien se justifica nuestro deseo de profundizar en conocer la persona
de Cortina, del cual no hay en San Diego un mal recuerdo. Quien tuvo la oportunidad de conocerlo antes que emigrara a Estados Unidos lo recuerda exteriormente como hombre alto, delgado, muy fino y gentil. En el momento en que fue nacionalizada la Hacienda Cortina, la propiedad alcanzaba las enormes proporciones de mil quinientas caballerías. Sin embargo, dentro de esta propiedad él ofrecía trabajo y con qué vivir a gran número de familias. Además ofrecía instrucción a los hijos de esas familias.
Algunas estatuas están rotas o han desaparecido. |
de Cortina, del cual no hay en San Diego un mal recuerdo. Quien tuvo la oportunidad de conocerlo antes que emigrara a Estados Unidos lo recuerda exteriormente como hombre alto, delgado, muy fino y gentil. En el momento en que fue nacionalizada la Hacienda Cortina, la propiedad alcanzaba las enormes proporciones de mil quinientas caballerías. Sin embargo, dentro de esta propiedad él ofrecía trabajo y con qué vivir a gran número de familias. Además ofrecía instrucción a los hijos de esas familias.
Actualmente El Parque La Güira ha perdido mucho de su antiguo esplendor. Queda en cierta medida el de la naturaleza, pero siempre más numerosos son los árboles plagados y en parte despojados por los curujeyes. Las afamadas pagodas se encuentran sin tejas en el techo, sin puertas y ventanas y con escombros por doquier.
Del lindo lago de un tiempo, surcado por pequeñas embarcaciones y resonante de las alegres exclamaciones de comitivas en busca de diversión, se ha reducido a un valle desolado animado sólo por el murmullo del viento y del riachuelo cuya superficie embellece todavía alguna mancha de prósperas ninfeas.
Las fotografías insertadas a continuación fueron tomadas por Edel Valdés, el mes de Junio, 2012.
Estatua de Venere y la Fuente.
Estatua de un niño de la raza negra, tendido
en el suelo que recordaba al legendario
Taita Domingo, sanado por las aguas del
Río Caiguanabo.
Otra vista de la Estatua de Venere.
La Popular Campana.
Algunos animales son
ahora residentes.
Restos del Castillo.
Entrada al edificio del Balneario.
Más residentes.
¿Algunas
reparaciones?
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