(Información tomada del libro "Jesús Nazareno de Los Palacios, 250 Años de Historia", del P. Joaquín Gaiga)
Escribía el destacado historiador pinareño Emeterio Santovenia: "Hasta la primera mitad del Siglo XVII en las ochenta leguas de extensión de la Vuelta Abajo reinaba la soledad. No había un sólo juez, ni un sólo sacerdote, ni un sólo pueblo. No se oía la voz de una sola campana. No se encontraba un sólo sitio destinado a labranzas de frutos comestibles. No existían caminos. Sólo existían las sendas abiertas por los cobrizos. Tiempos de cuero y de sebo fueran llamados aquellos en que únicamente la piel y la grasa de unas reses tenían valor comercial".
Sin embargo algo nuevo con respecto al desarrollo poblacional de nuestra provincia y nuestra zona ocurría en la primera mitad del Siglo XVIII, y vale la pena subrayarlo: el tabaco.
La producción tabacalera ya en el primer cuarto del Siglo XVIII era una de las fuentes de riqueza en Cuba. En el año 1717 se estableció la Real Factoría de Tabacos en La Habana. Pero hubo una reacción decidida a este proyecto de monopolio estatal de parte de los vegueros de los alrededores de La Habana. El capitán general Gregorio Guazo tuvo que reprimir con dureza la insurección de los vegueros. Algunos insurrectos fueron ejecutados y sus cadáveres colgados de los árboles en caminos muy frecuentados de la capital para público escarnio. El rigor de la sangrienta represión produjo el terror entre los labradores del tabaco más cercanos a la ciudad.
Muchos de ellos decidieron huir hacia la Vuelta Abajo; región donde la autoridad de la Corona apenas existía. "Criollos y naturales de Canarias encontraron en los campos de este territorio un terreno excelente para este cultivo".
Así no sólo se iba descubriendo lo que en adelante se habría revelado, sobre todo en la parte más occidental de la provincia, como la zona de producción del mejor tabaco del mundo, sino que "se actuaba una progresiva salida de la Vuelta Abajo de la etapa del pastoreo y, con el difundirse de las siembras de tabaco y otros cultivos, la población iba creciendo y vinculándose a la tierra". Se establecieron y fueron paulatinamente creciendo entonces los primeros pequeños asentamientos poblacionales. Pocas decenas de familias alojadas en humildes casas de tabla y de guano a transformarse, en poco más de dos siglos, en los pueblos o ciudades de decenas de miles de habitantes.
Ya antes del fín del Siglo XVII surgía Guanajay en el extremo oriental de la provincia, seguida por Consolación del Sur y Pinar del Río, en el occidente. ¿Y Los Palacios? Más o menos en aquel mismo período, en el Hato del Ciego se estableció un primer pequeño poblado del cual existen todavía huellas visibles, pero en el más completo abandono. Se trata de un sitio al este del pinar en la parte oriental de Los Palacios en un descampado de terreno baldío junto a pastos bastantes áridos. El terreno aparece además diseminado por las características piedras de la zona llamadas "mocorrero". Piedra muy compacta, áspera y porosa y con un alto contenido de hierro.
El lugar resultaría siniestro y escalofriante si alguien quisiese aventurarse en la noche. Entre zarzas de marabú y otros arbustos espinosos se ocultan antiguos pozos abandonados. Algunos de ellos ya completamente secos y transformados en macabros receptáculos de esqueletos de vacas y otros animales. En cierto punto de las inmediaciones se divisa como una pequeña plaza rodeada de restos, apenas visibles, de cimientos de antiguas casas hechas de la misma piedra, el "mocorrero" al cual aludimos antes. Por aquí y por allá se levanta alguna mata y el viento sacude el curioso follaje de la rara palma cana.
Uno de los pozos del antiguo asentamiento del Hato del Ciego. |
Un poco por el incendio, un poco más tarde por la llegada de los vegueros que se aprovechaban de las orillas del Río Macurijes (hoy Río Los Palacios), para regar su primeros cultivos de tabaco, el centro del nuevo pueblo naciente fue desplazándose siempre más hacia el oeste, es decir, más hacia las orillas del propio río.
Factores que Promovieron un Incremento Poblacional más Acelerado
Con el paso de los años, las sucesivas intervenciones y orientaciones favorecieron el incremento demográfico. Primero fue la publicación de dos reales Cédulas en el año 1798 que, en el marco de la dura pugna entre ganaderos y labradores que "constituía casi un estado de guerra en Cuba", ante todo estableció que "las tierras situadas en los márgenes de los ríos y precisamente las extensiones bañadas por las crecientes debían considerase bajo el dominio privativo de la Corona" y entonces podían ser adquiridas más fácilmente por los labradores".
En cuanto a que esta decisión favoreciera el incremento demográfico resultó el hecho que en 20 años (desde el año 1798 hasta el año 1818), la población de Nueva Filipina se triplicaba superando los 1,300 habitantes. Mientras Los Palacios alcanzaba los 593 habitantes y San Diego de Los Baños los 582. Otro hecho habría favorecido el aumento poblacional. Y fue exactamente, cien años después de la institución del monopolio de la Real Factoría, y su supresión por parte del Rey Fernando VII. Aunque los vegueros debían pagar al rey lo correspondiente a la vigésima parte de su cosecha, quedaban favorecidos con respecto a la situación precedente y alentados en su espíritu de iniciativa.
En fin, el incremento demográfico de la jurisdicción de occidente y del territorio de Los Palacios, encontró otro aliciente paradójicamente en la crisis que se produjo en Cuba a fines del primer cuarto del Siglo XIX (año 1825). A causa de la caída del precio del café y de ataques varios de piratas mexicanos y colombianos. Muchos labradores del café, cuyo cultivo se había extendido en la isla gracias, sobre todo, a la emigración de gente laboriosa de Santo Domingo, se iba difundiendo en la provincia en las lomas del Cuzco y en la Cordillera de los Órganos, y muchos labradores huyeron de los entornos de La Habana buscando mejores condiciones de trabajo en las vegas de la Vuelta Abajo.
Al sur y al norte, nuestro territorio resultaba hasta mediados del Siglo XIX, como el del "mayor desarrollo ganadero gracias a prósperas haciendas como las de Dayaniguas, San Juan del Guasimal, Puercos Gordos, Bacunagua, Santa Mónica, San Juan de Reyes, Limones y otros más al norte. Pero en la parte central del territorio empezaba la disolución de las haciendas ganaderas y el fomento de las vegas de tabaco. Nuestro buen tabaco denominado como de "Semi-Vuelta".
Según el Tomo XII de las Memorias de la Sociedad Patriótica de La Habana. (Ed. del año 1841): "Las riquezas de Los Palacios consisten en los productos de sus tabacos y colmenas y en la crianza de ganado mayor y menor. Las demás ramas de la agricultura del país están aquí en completo abandono". De hecho, la huida de los labradores del café hacia la Vuelta Abajo hizo redoblar y más que redoblar en 20 años los habitantes de Nueva Filipina.
El Río Los Palacios, Límite de las Jurisdicciones de Nueva Filipina y La Habana. Aumento poblacional del territorio
El tabaco, cultivo intenso y de minifundio, que requería muchos cuidados pero poco capital, y corto tiempo para que la hoja madurase y la cosecha pudiese ser recogida, fue preferido desde sus inicios comerciales por los hombres pobres del campo cubano que, siendo libres, podían decidir por si mismos su destino...Así surgieron pequeñas comunidades vegueras desde Guane hasta Mayarí. Las 4 mayores áreas tabacaleras tradicionales correspondían a: Vueltabajo (Pinar del Río); Partido (La Habana); Remedios (Las Villas) y Oriente (Bayamo y Marayí).
En el año 1758, se mencionaban las siguientes haciendas pertenecientes a Jesús de Nazarero del Ciego: Hacienda del Ciego, Bacunagua, La Sierra, El Sitio, Limones, Sabanilla, San Bartolomé, San Diego, El Hatillo, Macurijes, San Juan, Sacaleyes, Guaiquibá, Sabanas Nuevas, Guasimal, El Pinal y 3 Vegas.
Puente sobre el Río Los Palacios, en la Carretera hacia el poblado de Paso Quemado. (Oeste). Fotografía: Ángel González. |
El día 23 del mes de Julio del año 1774, dictaba un decreto, el C. Gral., de Cuba, Marqués Felipe de Fonsdeviela, según el cual quedaba constituída la Jurisdicción de Filipina o Nueva Filipina que comprendía todo el territorio situado entre el Río Los Palacios y el Cabo San Antonio. El territorio al este del propio río pertenecía a la jurisdiccíon de La Habana. Por consecuencia además: el territorio palaceño al occidente del río pertenecía al Partido de Consolación del Sur y el ubicado al oriente del río, pertenecía al Partido de Santa Cruz de Los Pinos. Vale recordar que San Diego de los Baños, entonces pertenecía a la jurisdicción de Nueva Filipina. El río Los Palacios constituía el límite de las dos estructuras administrativas hasta el año 1847.
Vista del actual Río Los Palacios, a su paso por el pueblo, con su caudal disminuído, debido a la construcción del embalse. Fotografía: Ángel González. |
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