jueves, 21 de enero de 2010

El Transporte por Ferrocarril


Por Jesús M. García Vázquez


El día 19 de Noviembre del año 1837, en ocasión del santo de la Reina Isabel II, se inauguró solemnemente el ferrocarril en Cuba; toda una multitud contempló asombrada los ruidosos movimentos de la locomotora. A las ocho de la mañana de ese día salió el primer tren de La Habana en dirección a Bejucal, convirtiéndose Cuba en el séptimo país en el mundo y el primero en América Latina en poseer ferrocarril. De inmediato comenzó la expansión del nuevo medio de transporte a las fértiles y ricas zonas de Güines, San Antonio de los Baños, San Felipe y Batabanó. Fueron varias las empresas ferroviarias que rápidamente se constituyeron. El Ferrocarril del Oeste fue la segunda de estas empresas en constituirse en La Habana en el año 1857. La concesión para crear esta compañía fue solicitada en Agosto del año 1857 por los hermanos Joaquín y Luis Pedroso Echevarría, cabezas visibles de una de las más antiguos y poderosas familias de la oligarquía habanera. El proyecto de los hermanos Pedroso consistía en el tendido de una línea ferrocarrilera entre La Habana y la Villa de Pinar del Río, cabecera de la más occidental de las proincias cubanas. El motivo económico del nuevo proyecto no era, como en otros casos, la transportación del azúcar, sino la riquísima producción tabacalera de vueltabajo. Solamente en la jurisdiccón pinareña se cultivaban más de 3,000 vegas, cuya producción anual se acercaba a las 50,000 cargas (tercios) de la preciada hoja. Como no existían vías férreas en esta región, los cosecheros llevaban sui productos hasta los embarcaderos de la costa sur para remitirlos hacia La Habana, vía Batabanó. Algunos interesados en este tráfico habían concebido el plan de construir una pequeña vía ferrera entre Pinar del Río y el embarcadero sureno de La Coloma. El proyecto de los hermanos Pedroso en llevar el ferrocarril hasta Pinar del Río exigía crear una vía férrera de 187 kilómetros, la más extensa de cuantas se habían proyectado en Cuba hasta aquel momento.

A mediados del año 1858 se comenzaron los trabajos de la monumental vía. Llegando los servicios del Ferrocarril del Oeste a Artemisa en el año 1864. En el año 1866 el pueblo de Candelaria inauguraba el ferrocarril y se esperaba que en menos de tres meses llegara a San Cristóbal, pero demoraron cinco años, llegando en el año 1871. El pueblo de Los Palacios conoció de los beneficios y ventajas del transporte por ferrocarril en el mes de Agosto del año 1876. (Estación del Ferrocarril de Los Palacios. Fotografïa: Luis J. Puentes (Pilingo).

Los terrenos en que fue construida la estación, el almacén y otras instalaciones de los ferrocarriles en Los Palacios, fueron cedidos por los Señores Manual Ajuria, Ignacio María Sangroniz y Santos Villaverde, mediante escritura pública de fecha 29 de Mayo del año 1876, otorgada ante el Notario Público de La Habana Antonio Mendoza y Aranda. El terreno cedido medía trece mil novecientos cincuenta y ocho metros cuadrados con sesenta centímetros, y según consta, al otorgarse la escritura de cesión del terreno a favor de los Ferrocarriles del Oeste, ya la estación y el almacén estaban fabricados y ocupada la faja de terreno por donde discurre la vía.

Con la llegada del ferrocarril a tierras pinareñas comenzó la inmediata decadencia del transporte por cabotaje, hasta desaparecer totalmente. En la Guerra de Independencia del año 1895, el 19 de Enero de 1896, las fuerzas de Cayito Álvarez y Antonio Núñez destruyeron la Estación del Ferrocarril de Los Palacios.

Estos trenes de transporte público, además realizaban el servicio de correos y carga de mercancía. Paraban en todas las estaciones y apeaderos. (Servicios e Itinerario de los trenes).

Era tanta la exactitud y puntualidad de los trenes en salir diariamente y cumplir con el horario establecido, que su paso y sus pitazos eran utilizados para poner los relojes en hora. Además de negocios que existían y utilizaban el ferrocarril como medio seguro de transportación.

En San Luis, Pinar del Río residía el Señor Toribio Torres, quien se dedicaba a vender helados Guarina en las fiestas de los pueblos pinareños y utilizaba el ferrocarril en su negocio. Para obtener los helados a vender en las verbenas de Los Palacios, el Día de la Candelaria en Consolación del sur, la Fiesta de San Juan en San Juan y Martínez, los carnavales en Pinar dle Río y en otros lugares, encargaba a la fábrica Guarina una guacal de helados de varias clases y sabores. Este enorme guacal, conteniendo helados, coco glazé, popsicles, bocaditos, etc., etc., venía muy bien envasado con una lona especial y todo recubierto de hielo seco. El importe del precio de los helados y su transporte era a pagar en la Estación del Ferrocarril al ser recibido. Un servicio más que prestaban los trenes.

En el año 1955 comenzaron a funcionar, Habana-Guane y Guane-Habana, los coches-motor Budd, a veces con arrastre cuando el caso lo requería. Estos modernos y cómodos coches, de color plateado, poseían aire acondicionado, asientos reclinables y servicio de buffet; eran de Segunda Clase. En el año 1958 fueron sustituídos por los coches-motor de fabricación alemana Werdingen, más modernos aún que los Budd. Estos coches-motor salían tres diariamente de La Habana con destino a Guane y tres de Guane hacia La Habana.

A partir del año 1955 por Los Palacios pasaban doce trenes de pasajeros; seis con destino a Guane y seis con destino a La Habana. Sin contar los de carga y los extras, que venían a cargar azúcar, áridos y otros productos. En el año 1957 las veteranas e históricas locomotoras de vapor fueron sustituidas por las modernas Max de fabricación alemana, hidráulicas y consumidoras de diesel. Los centrales azucareros adquirieron estas viajes locomotoras, donde aun se consevan algunas, y las demás fueron vendidas como chatarra.

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