Por Andrés López Capote
Relacionado con nuestra profesión, nos viene a la mente el fotógrafo Gilberto Mojena, que tenía un estudio de fotografías, en la cuartería de Aquilinito en la Calle Antonio Maceo (actual Calle 23), y después el fotógrafo Pozo, en la Calle A. Maceo, (actual Calle 23), que creo vino después de Mojena y por último el que suscribe. En la cuartería de Aquilinito, existió un tren de alquilar bicicletas, propiedad de Gil, y en el cual trabajaba Chocolate, hijo de Reyes.
Algo presente en nuestra memoria son los bailes del Club Hispano Cubano, del cual formé parte de su directiva, que eran el Baile de Carnaval el 24 de Febrero, el Baile de la Guayabera en el mes de Agosto y por último el día 31 de Diciembre, por la despedida del año. Algunas ocasiones se daba un baile intermedio, pero recuerdo que no dada buenos resultados. Teníamos las Fiestas del Patrón Jesús de Nazareno, (Verbena), los días alrededor del 3 de Mayo.
Algo que ha sido olvidado es la existencia de una de las más antiguas lavanderías en el pueblo, la lavandería de chinos situada al lado de la casa de vivienda de la familia de Emilio Gómez, frente a la Farmacia de José Menéndez. También existieron las lavanderías de Fico, en la Calle José Martí, (actual Calle 21); Lara en la Calle Antonio Maceo (actual Calle 23); Heriberto, Panchito, en la Calle Serafín Garcia (actual Calle 28) y Armando Calderón, en la Calle José Martí, (actual Calle 21).
Formando parte muy especial en la vida palaceña, se encontraban los “boteros”, que iban a La Habana y prestaban servicios muy esenciales: Faustino Ramos, Tavo Sordo, Tomás Fuentes, Angelito Quevedo, José Arango (Cheo el Cabo), Jesús y el cojo, hijo de Faustino. Existe una anécdota relacionada con el Cojo de Faustino, se refiere a que él montaba más pasajeros que los que en realidad tenía capacidad para ello y se comenta que en una ocasión, una señora de edad se quejaba del asiento incómodo por la cantidad de personas y cuando llegaron a Artemisa para desayunar, que ya había amanecido, “la viejita estaba ya sentada en el espaldar del asiento y como no cabía por el techo, parecía una cotorrita”.
De los recuerdos de la niñez, nos vienen a la mente siempre los nombres de nuestros primeros maestros: Chaly Valverde, Petra Castro que era la que tocaba el piano y Amparito que era la conserje, esto en el Kindergarten; después tuve a Fé María Rodríguez, Clarita, Don Antonio Valdés Valdés, que fue reemplazado por Ulpiano Rodriguez y Aurorita Más que reemplazó al maestro Ambrosio Sotolongo. De los 6 colegios recuerdo a Amparo Martínez Rodríguez, que creo era conocida cariñosamente como Amparo la Gorda y Amparo Martínez Valle, que también era cariñosamente conocida como Amparo la Flaca. Más antiguas eran Fortuna Medel, cuyo nombre lleva el Centro Escolar, situado en las Calles Piñera, (actual Calle 26) y Ramón Cruz (actual Calle 19).
Hablando de los maestros, existía una anécdota relacionada con el maestro Juan Arana, que iba al colegio caminando (este quedaba por la carretera que conduce a Paso Real) y un chofer le dijo al maestro que podía montar en su automóvil, a lo que el maestro le contestó: “Gracias, pero voy apurado”. El maestro Arana, se destacaba por su elevada estatura y sus pronunciadas extremidades.
Teníamos a Arbolay en Dayaniguas. Y hay que recordar al cura párroco Claudio Ojea. Frente a la Iglesia, en la esquina opuesta, existía una edificación muy antigua, lugar conocido ultimamente como la Catequesis, (Fotografía de la Catequesis a la derecha. ARCHIVO (OGEPE), donde se ofrecían clases de imprenta, carpintería, etc., auspiciadas por la Iglesia. Y casi frente a la Iglesia , hacía la derecha, estaba situado uno de los edificios más viejos del pueblo conocido como la Antigua Colonia Española. También al Chino Sereno, de una estatura alta y un cuerpo fuerte, que hacía las veces de sereno por las noches en el pueblo. Del Chino el Sereno, también existe una anécdota. Existía en el pueblo una persona que ocupaba un cargo de importancia en la localidad, que estaba enamorado. Una noche, Félix Ortega, (Felucho), que trabajaba con nosotros en la tienda de víveres, haciendo una de sus maldades cambió los sillones que las familias dejaban en los portales, de unos a otros, pero comentó que no lo había hecho con los sillones de los personajes de que hemos hecho mención anteriormente. Cuando por la mañana el Chino Sereno, estaba tratando de averiguar quién había sido el culpable de dicho cambio, dando manotazos en el mostrador, comentaba con nosotros la situación diciendo que iba a coger preso al culpable. Yo sin darme cuenta, le manifesté que “eso que no habían cambiado los sillones de fulano y fulana” y enseguida El Chino vino a decirme que entonces “tú sabes algo de quién lo hizo”.
De las funerarias, existían las de Morejón y Perico. Este pertenecía a la Logia Caballeros de la Luz y lo nombraron en la Comisión de Salud, para ir a visitar a los enfermos graves. De los médicos viejos recordamos al Dr. Valverde, que lo mismo te curaba, que te sacaba una muela.
Andrés López Capote, residente en la Calle José Martí, (actual Calle 21) en unión de su esposa Nieves y sus hijos, Andresito y Pablo, cuando salió de Los Palacios. Propietario de la Tienda de Víveres “La Revolución”, situada en la Calle Antonio Maceo, (actual Calle 23), frente al Club Hispano Cubano. Se convirtió en un excelente fotógrafo profesional, que prestó sus servicios a tantos palaceños, y al cual, debemos agradecerle profundamente su cooperación con el aporte de extraordinarias fotos de nuestro pueblo, a través del tiempo. Falleció en la ciudad de Hialeah, Florida, EE.UU.
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