jueves, 7 de enero de 2010

Algunas Tradiciones Palaceñas
Por: Amparo Páez Rodríguez
Lic. en Literatura y Lengua Española

Introducción

Desde hace varios siglos el pueblo de Los Palacios, atrajo la atención de muchos sabios e historiadores, por sus intensas tradiciones culturales o religiosas.
El sabio Tranqulino Sandalio de Noda contaba que Los Palacios, situado a la orilla izquierda del río Macurije (antaño Macorís), había sido fundado en llano arenoso, antiguamente llamado Sabana de los Ciegos y perteneciente a una hacienda de Juan Sánchez, lo describía Noda como un pueblito pequeño con techo de tejas y pórticos. En el citado año 60 aún quedaban unas pocas familias descendientes de indígenas. Por su situación geográfica- está en el camino de La Habana a Pinar del Río- de todos los puntos de la región vueltabajera, acudía gente a Los Palacios a ver las fiestas de la Semana Santa. Se dice que la familia Hernández (después familia Cruz), la más antigua en el término, instituyó en el pueblo la fiesta de la Santa Cruz.
Esteban Pichardo resalta que el pueblo de Los Palacios a mediado del siglo XIX era en su interior alegre y exponía:
“No faltaban bailes y otras diversiones en el carnaval de las Pascuas y en las Fiestas del Patrono, Jesús de Nazareno (3 de Mayo), además de la semana mayor, funciones de maromas, dramáticas y peleas de gallo fino”.
La Iglesia fue admirada por Cirilo Villaverde y calificada como: la mas linda de toda vueltabajo. Los Baños de San Diego fueron testigo de la presencia de figuras celebres como Tranquilino Sandalio de Noda, los Doctores: Tomás Romay y Antonmorchi (médico de Napoleón), Carlos Manuel de Céspedes, (Padre de la Patria), Ignacio Agramonte, el músico Gonzalo Roig, el ya mencionado y uno de nuestros más genuinos escritores Cirilo Villaverde y otros.
Con este trabajo hemos tratado de presentar de forma muy elemental algunas de las tradiciones de nuestro pueblo, que aunque no desarrolló grandes figuras si atraía a muchas personas relacionadas con el mundo cultural, artístico e intelectual que existía en la isla. Así visitaba por temporadas, de los años 1926 a 1928, a la Playa Dayaniguas una de las más auténticas y populares cantantes de Cuba; Rita Montaner, conocida generalmente por La Única.
Las verbenas y bailes de Los Palacios eran famosos por todo el país, así el pueblo palaceño pudo disfrutar de la ejecución e interpretación de músicos y cantantes de renombre como: Barbarito Diez, Joseíto Fernández, Alberto Aroche, Cheo Belén Puig, Antonio María Romeu, Pablo Quevedo, Benny Moré, Belisario López, Membiela, la Orquesta Aragón, Tito Gómez y la Orquesta Riverside, Orlando Contreras y muchos más. No faltaban los conjuntos y orquestas típicas locales que amenizaban las fiestas los fines de semana en los distintos salones, pues a veces en una noche habían hasta siete bailes en los diferentes barrios de la localidad.
Nuestro municipio contó por muchos años con una banda de música, la cual ejecutaba sus retretas en el parque. Muchas fueron las generaciones de palaceños que tuvieron la oportunidad de hacer presentaciones teatrales en las famosas veladas, organizadas por Fortuna Medel y personas interesadas en el auge del quehacer artístico del pueblo. En estas puestas en escenas y actuaciones de los hijos de Los Palacios desempeñó una labor muy especial el magisterio de la localidad. Hubo teatros y cines desde inicio de siglo que sirvieron de escenarios a las obras representadas y a la evolución progresiva del séptimo arte.
Como resultado de este estudio realizado y que pretendemos continuar, pudimos constatar que el acervo cultural de este municipio es considerable, si tenemos en cuenta, que Los Palacios es solamente un pueblo no muy grande del interior del país.

Historia de las tradiciones y manifestaciones culturales de Los Palacios.
Etapa Colonial (fines del Siglo XVIII y principios de Siglo XIX.

Los elementos culturales en el territorio se originan simultáneamente con el proceso de poblamiento, ya que de la cultura primitiva el genocidio español fue total y de los elementos que existen de la cultura primitiva se encuentran diluidos por la cultura impuesta.


La presencia africana se registra desde finales del Siglo XVIII y va unida a la leyenda relacionada con los Baños de San Diego, y un negro esclavo llamado Taita Domingo. Las manifestaciones culturales africanas, desde el primer momento y como consecuencia del sometimiento, sufrieron un proceso de asimilación, adaptándose a los esquemas y formas de la cultura española. Esto sucede también en la religión.
El proceso de transculturación también estuvo presente en nuestro territorio, entre los numerosos ejemplos de variados géneros se citan algunas por su gracia, espontaneidad y valor artístico: Canto de Palo, Canto de Santo y Canto de Trabajo.
El Guateque o canturía constituyó la forma festiva más generalizada y típica en nuestros campos y la guitarra el instrumento musical por excelencia y la forma estrófica “la décima”.

Décima Conga:
Yo siembra mi luc u luc u
La boniato, la bejuco
Yo siembro mi jonjolí
Tormenta me lo pudrí
Cochino se me murí
La yegua rompió una pata
Bohío se me barata
Y palma rompió chiquero
Ahora falta que len cuero
Venga a cobrar con mi cata.

También se escribieron romances:

Hilito de Oro

Hilito, Hilito de Oro
yo jugando al ajedrez
le dije a una gran señora
¡que lindas hijas tenés!
Tengalas o no las tenga,
yo las sabré mantener
del agua que yo bebiera
bebería ella también
y del pan que yo comiera
comerán ellas también

Resulta interesante la alusión que hace Dollero en su obra Cultura Cubana sobre un teatro de guano y caña brava que se construía en el año 1835 en Paso Real de San Diego y que después de las Fiestas del Santo Patrono, este desaparecía, según el propio autor estaba dotado de bastidores, escenario, decoraciones, foro y vestuarios.

Nombres Religiosos Asociados
a la Toponimia de Cuba
Por Rolando Cordero Alfonso

Toponimia: Estudio de los nombres propios de los sitios o lugares.

No pretendemos un estudio pormenorizado de los nombres propios con que fueron bautizados por los españoles los distintos sitios o caseríos de la Isla de Cuba. Ellos (los españoles) rápidamente encontraron una fórmula compuesta que permitiese identificar a cada lugar usando los toponímicos autóctonos de los aborígenes.
Entre 1512 y 1515 se fundaron las primeras villas. La primada fue nombrada “Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa”. A esta fundación siguieron otras: “San Salvador de Bayamo”, “Santísima Trinidad, “Sancti Spiritus”, “San Cristóbal de la Habana”, “Santa María del Puerto Príncipe y “Santiago de Cuba”.
Como se aprecia, los nombres católicos constituían la influencia de esa religión en cada lugar fundado. Algunos hoy se mantienen, otros no se mencionan y todos dicen: “Voy a Bayamo”, que no decir: “Voy a San Salvador de Bayamo”. Otros, sin embargo, dicen a secas: “Voy a Santiago”.
En la zona occidental, desde un primer contacto, también los nombres católicos comenzaron a proliferar. En el caso concreto de Los Palacios, la mercedación del primer hato fue llamado San Pedro De Dayaniguas, en 1569. A este siguieron otros repartimientos de tierras, como San Gabriel, San Juan de Zayas (hoy La Cubana), Santa Catalina, El Ciego del Nazareno (hoy Los Palacios), Santa Mónica, Santa Bárbara, San José de Sumidero, San Diego de Zayas (Paso Quemado), San Pedro de las Galeras (San Diego de los Baños) y otros. Con el transcurso de los años sobre estos repartimientos se levantaron pueblos, como ya se observó: Los Palacios, San Diego de los Baños, Paso Real de San Diego, que tuvieron en su historia etapas muy prósperas.
A la disolución de las grandes haciendas en pequeñas fincas dedicadas a múltiples cultivos, también se le adjudicaron nombres provenientes del catolicismo, como San Lorenzo, Santa Rosa, San Carlos, Santa Teresa, Santa Rita, San Gregorio, San José, Santa Clara, San Antonio, etc.
De los muchísimos nombres que encontramos en la geografía vueltabajera asociados a la toponimia de nombres religiosos, los que más se destacan son los de sus pueblos y ciudades, como: Candelaria (en honor a la virgen de origen canario), San Diego de Nuñez, San Cristóbal, San Juan y Martínez, San Luis, San Cayetano, Santa Lucía y otros.
Sería interminable nombrar todos los pueblos y ciudades de Cuba con nombres religiosos, pero la fe católica de los primeros años de la colonización nos dejó no sólo una toponimia de herencia española, sino también un orgullo de identificación con el lugar que nos vio nacer y el pronunciar el nombre del santo que sirvió para designar el patronímico de nuestro pueblito, nos acerca más a él como cubanos.
La Banderita de Paso Real
Por Antonio Iraizoz
Reproducción-Cortesía: Manuel López Cuenca.
Paso Real de San Diego - Periódico EL MUNDO, 7 de Dic. 1951.

Visitaba el Museo del Ejército en Madrid. Sabía de su reorganización, de las nuevas salas donde se conservan curiosos trofeos de la última guerra civil española, retratos y reliquias de los vencedores y de los caídos... No esperaba hallar entre sus objetos nada importante con respecto a nuestras luchas emancipadoras. Lo mejor que España tenía nos lo devolvió en tiempos de Primo de Rivera, por gestiones del inolvidable Mario García Kholy.

En este suntuoso Museo se exhibe cuanto habla al español de sus glorias y de sus reveses. De interés para Cuba, sólo tres cosas importantes. Una, la bandera del Virginius, bandera norteamericana que puede traer alguna confusión. Otra, la que se describe en la Guía del Visitante, redactada por el teniente coronel de infantería don Joaquín Martínez Ostendi, de este modo:

— “Montura, machete, sable y bastón del cabecilla cubano Antonio Maceo, sorprendido y muerto en Punta Brava por una Batallón del Regimiento de Infantería de San Quintín, donados al Museo por el laureado escultor don Mariano Benlliure”.

Abrigo profundas reservas sobre la autenticidad de estos objetos. Lo del machete de Maceo, puede pasar, aunque está perfectamente aclarado, que hasta después de la acción, las tropas de Cirujeda no se dieron cuenta de que habían matado a Maceo. Además, Maceo con machete, sable y bastón... pudo ser alguna fantasía escultórica de Mariano Benlliure.

La tercera, se encuentra en uno de los corredores del segundo piso. Esa sí me impresionó. Es una bandera cubana pequeña, con huellas de sangre atenuadas por el tiempo. Se expone en un cuadro, bajo cristal. Junto a ella hay una carta del General Luque, de su puño y letra, donde al donar al Museo la insignia de los mambises cubanos, relata las circunstancias en que fue conseguida.

El caballeroso General Luque informa del combate que se celebró en Paso Real de San Diego el día primero de Febrero de 1896 contra las huestes de Antonio Maceo. Desde su ángulo, explica cómo fue la acción. Se atribuye la victoria, naturalmente. Es cierto que las fuerzas cubanas pelearon en terreno desventajoso y que las tropas españolas contaban con las tres armas bien municionadas y descansadas; pero las bajas que sufrió el General Luque — él mismo herido en una pierna—, al igual que los comandantes Mijares y Ruiz Pérez —éste fallecido después—, un capitán, un teniente y treinta soldados que dejaron insepultos, ya indica que la enconada pugna no tuvo notorio éxito, acaso para ninguna de las dos partes.

Las fuerzas de Maceo después de un fuego que duró más de tres horas, pernoctó a media legua de Paso Real. No dejaron dormir a la tropa de Luque, quien se refugió en el poblado. Los insurrectos tuvieron cincuenta y ocho bajas entre muertos y heridos. Tres oficiales del Estado Mayor fueron abatidos y veintiséis de la caballería de Oriente. Allí cayó el bravo comandante Chacón, del Regimiento “Céspedes”.

Aunque la carta de Luque, escrita años después, presenta el combate en la forma más favorable a su mando, se ve en ella cierto orgullo militar por haber medido sus fuerzas con el General Maceo. Al final hay un párrafo conmovedor; declara que esa bandera que él dona al Museo fue defendida con verdadero heroismo por un oficial de la tropa rebelde que murió sosteniéndola... No dice su nombre. Tampoco Miró lo recuerda en sus “Crónicas”, ni habla del hecho. Lo cierto es que se trata de una bandera cubana, defendida hasta la muerte por un oficial desconocido del Ejército Libertador. Está en el Museo del Ejército de Madrid. Junto a ella una declaración justiciera e hidalga del General Luque.

Yo he visto banderas muy grandes de mi patria, por su tamaño, y las he visto muy significativas... Ninguna me ha parecido tanto en magnitud como esa banderita de Paso Real.
¿Por qué no se han hecho gestiones, como las de Mario García Kholy, para que España nos la devuelva también? —me dice una voz que está cerca... Yo le respondí:
¡No, nunca! Aquí es donde está mejor. Que desfilen ante ellas españoles y cubanos, cuantos hablan nuestro idioma. ¡Ojalá les llame la atención y lean la carta que la acompaña!.

Aunque fue un adversario valiente, desdichado en sus campañas en Cuba, el General Luque sintió siempre afecto por nuestro país, saludó nuestra República con sinceras demostraciones de simpatía; y cuando desempeñó el Ministerio de la Guerra, no tuvo empacho en reconocer el coraje y tenacidad de los mambises.

¡Que continúe en España la Banderita de Paso Real! Hay una sombra que la sigue custodiando y defendiendo: la del oficial que supo morir abrazado a ella...


Veteranos de la Guerra del Año 1895

Residentes en San Diego de los Baños,
Paso Real de San Diego y Los Palacios

Primer busto en homenaje a Antonio Maceo, construido en recuerdo del combate de Paso Real, en 1947, a propuesta de la entonces concejal del Ayuntamiento Municipal, Sara Echevarría.
Capitanes, San Diego de los Baños:(1) Juan Hierrezuelo
(2) Julián Martínez
(3) Bernardo Trocha
(4) Benigno Pedroso
(5) Pelayo Pedroso
(6) José Reyes (Villo) (*)(7) Amado Sánchez
(8) Joaquín Martí
(9) Adrián Martí
(10) Guillermo Padilla
(11) Prim Rivero
(12) Mina Rivero
(13) Bolo Rivero

Sargentos, San Diego de los Baños:(14) Agapito Martínez
(15) Ceferino Fernández
(16) Angel Martínez
(17) Francisco Cordero

Cabos, San Diego de los Baños:(18) José María Graverán
(19) Martín Graverán
(20) Antolín Román

Capitanes, Paso Real de San Diego:(21) Bruno González
(22) Tomás Bravo
(23) Hipólito Acosta

Sargentos, Paso Real de San Diego:(24) Pantaleón Herrera Díaz
(25) Teófilo Moreira
(26) Hilario Pérez

Tenientes, Los Palacios:(27) Alejandro Prier Prier
(28) Mauricio Palacios
(29) Saturnino Garriga
(30) Luis Solano
(31) Teodoro Arrebato
(32) Lázaro Jiménez
(33) Antonio Arístides
(34) Estéban Valdés
(35) Andrés Castillo
(36) Gabino Cámara Tabares
(37) Marcelino Hernández
(38) Abelardo Roján
(39) Pastor Pedrero
(40) Eustasio Socarrás
(41) Pánfilo Herrera
(42) Estéban Camejo
(43) Benigno Padilla
(44) Celedonio Martínez
(45) Guillermo Padilla

(*) = Al llegar el General Antonio Maceo, a Las Yeguas, al norte de San Diego de los Baños, se incorporó al Ejército Mambí con sólo 13 años de edad.



domingo, 3 de enero de 2010

Los Palacios y su Historia
"Aquel que no está orgulloso de su origen no valdrá nunca nada, pues comienza a despreciarse asimismo". Pedro Albizu Campos.

Por Jesús M. García Vázquez
En el mes de Agosto de 1906, se produce una revolución en Cuba, la llamada Guerrita de Agosto. Aunque los promotores de esta revolución justificaban el surgimiento de la misma en la causa de la reelección del presidente, VH:. Don Tomás Estrada Palma, y quien tenía el legítimo derecho constitucional de aspirar para un segundo período presidencial, el verdadero origen de la contienda armada radicaba en los dos principales partidos en pugna, conservador y liberal, y la lucha de sus líderes por alcanzar el poder.
El pueblo de Los Palacios fue tomado por las fuerzas opositoras del gobierno, quienes cometieron una serie de atropellos y asesinatos entre la población palaceña. Este movimiento revolucionario trajo como consecuencias la segunda intervención norteamericana a la isla, según lo tratado en la Enmienda Platt.
La población del municipio no llegaba a seis mil habitantes, 5880 según el censo de 1902 y datos publicados en 1903 en la guía francesa “Baylley-Barlliere-Piera”. De ellos unos 900 habitantes residían en el casco urbano.
Según la Enciclopedia de Cuba, Editor Vicente Báez, Enciclopedia y Clásicos Cubanos, Inc., San Juan y Madrid, en su Tomo IX, Municipios: Pinar del Rio y La Habana, en las páginas 100 y 101, aparece que “originalmente una Capitanía Pedánea ascrita a la Tenencia de Gobierno de San Cristóbal, Los Palacios pasó a la condición de Término Municipal el 1 de Enero de 1879, al dotársele de Ayuntamiento, conservando dicho carácter hasta la promulgación de la Orden Militar 23 de 1902 que lo suprimió, incorporando sus barrios al Término Municipal de San Cristóbal. Una ley de 20 de Julio de 1910, iniciativa del representante pinareño Severo Moleón y Guerra, le restituyó el carácter de municipio. Al principio la población inmediata, Paso Real de San Diego, tenía vida propia y era conocida con el nombre de Julián Diaz. Fundada en 1820, no tardó en convertirse en Capitanía Pedánea, llegando a contar en 1851 con 50 casas y 248 habitantes, pero como carecía de iglesia y de todo culto, el pueblo no progresaba. El 1 de Septiembre de 1866 se le reconció como Término Municipal, dotándosele de Ayuntamiento y dándosele el nombre de Paso Real de San Diego, que conservó hasta decisión del gobernador general de 29 de Julio de 1898 restituyéndole el nombre antiguo de Julián Díaz, sólo para que en definitiva el Ayuntamiento fuera suprimido por la Orden Militar 423 de 1900, que dispuso que parte de sus barrios se incorporaran a Los Palacios y parte a Consolación del Sur”.
Por lo tanto, del año 1902 al 1909, Los Palacios no existía como Término Municipal. El alcalde del pueblo era el VH: Luis Romero Ravelo, Maestro fundador de la Logia “Montecristi”. Como religión únicamente se practicaba la católica y estaba al frente de la iglesia el cura párroco José Fernández Suárez (el Padro Pepe), además de cultos africanos traídos de ese continente por los negros esclavos.
La instrucción pública era verdaderamente pobre, propio de aquella época, solamente existían cuatro educadores: Luis R. Orcelana, Daniel S. Ruvalcaba, Aurea de Paz y Nieves Piñera. Los servicios y comercio estaban distribuídos de la siguiente forma: tres barberías, un billar, propiedad de Pío Morales, una cantina o bar, dos carnicerías, dos talleres de construcción de carruajes y volantas, propiedad del francés Blas Dancausse, tres ferreterías, dos farmacias: El Crisol propiedad de Manuel Fernández de Figueroa y “San José” de Tomás Martínez, una fonda, una herrería, un hotelito, dos tiendas de tejidos, tres tiendas de venta de lozas, cristales y porcelana, dos panaderías, tres peleterías, una perfumería, dos escogidas de tabaco, dos zapaterías, propiedad de Lavoi y Andrés Palacios y ocho tiendas mixtas que se llamaban: Los hijos del Pueblo, La Constancia, Verde, El Alivio de los Pobres, Orbezoza, Rodríguez, La Cubana Favorita, Viñas.
La única industria existente se limitaba a las dos zapaterías que se dedicaban a la fabricación de calzado, la herrería, las dos panaderías y las dos escogidas de tabaco. La contienda independentista privó al pueblo de los dos pequeños centrales azucareros que tenía (cachimbos), al ser incendiados.
La fuente económica principal era la agricultura, sobre todo el cultivo del tabaco, la crianza de ganado vacuno, aves de corral y otros animales de pastoreo. Las fincas rústicas y el comercio eran propiedad de españoles o descendientes directos de ellos, quienes figuraban como las clases vivas de la entonces sociedad palaceña.
No contaba el pueblo con ninguna calle empedrada, de las pocas que poseía. El alumbrado eléctrico era desconocido y como medios de comunicación el telégrafo y la vía férrea, mediante la humeante y escandalosa locomotora de vapor. El servicio postal se realizaba a través de la estación del ferrocarril.
Las funciones del veterinario y el dentista eran ejecutadas por el herrero y el barbero, como sucedía en todos los pueblos por no contarse aun con estas profesiones. Al herrero además de forjar y elaborar los intrumentos utilizados en el hogar y los aperos para la labranza, le correspondía la atención y cura de los animales y al barbero, conjuntamente con el pelado y afeite, el de extraer las piezas dentales en mal estado.
El 20 de mayo de 1912, tiene lugar el alzamiento del Partido Independiente de la Raza de Color, conocida como la Guerra Racista. El gobierno del presidente José Miguel Gómez emitió órdenes precisas al ejército de aprender en cada municipio a los partidarios del Partido Independiente, con el fin de que no se extendiera aquella guerra civil y cobrase más vidas inocentes y en evitación a una tercera intervención norteamericana. En Los Palacios se efectuaron numerosas detenciones, dentro de ellas, la del Teniente del Ejército Libertador, Señor Alejandro Prier Prier, conocido por Ñanguá (padre de Paciano Prier).
Los Palacios aún sufría de los efectos económicos de la Guerra de Independencia y los prejuicios sociales y religiosos, que como herencia nos legó el coloniaje español. La población palaceña fue una de las que más sufrió en la provincia vueltabajera los efectos de la Reconcentración de Weyler (Fotografía del Bando: ARCHIVO (OGEPE)y las secuelas que acompañaron a esta despiadada e inhumana medida.
El pueblo se había extendido considerablemente hacia el oste y pasaba los linderos de la calle Warren, actual Calle 20. También se había ensanchado al norte y al sur y se habían formado nuevas calles y edificaciones.
Es significativo el observar los avances, en todos los campos, que experimentó Los Palacios en los dieciocho años transcurridos de 1906 a 1924. De los 5,880 habitantes que tenía en 1906, según el Directorio de la República y datos de la Guía Francesa “Baylley-Barlliere-Piera”, en 1924 poseía una población de 11,546 habitantes, y de éstos 2,984 residían en el casco urbano.


En 1924 ya contaba con calles empedradas, sobre todo las principales: Maceo, Martí y Warren (actuales Calles 23, 21 y 20, resp.). Fotografías de la Calle Antonio Maceo: ARCHIVO OGEPE). Se le había construído un desagüe o drenaje, consistente en unas anchas “cunetas” a todo lo largo de la Calle Maceo,(actual Calle 23), en el centro y con ambas vías a los lados. A este primitivo drenaje iban a parar las aguas de las demás calles y a la vez descargaba en el río. El puente sobre el río Los Palacios, (Fotografía: Angel González), que lo une con Paso Real de San Diego, ya existía. Gozaba de los adelantos y beneficios de la electricidad. Primeramente por una planta local que generaba el fluído eléctrico necesitado por la población y posteriormente se unió a la red de la Compañía Cubana de Electricidad. La planta estaba situada en la Calle Martí,(actual Calle 21), entre Serafín García (actual Calle 28), y Calle José Palacios (actual Calle 30). También se contaba con comunicación telefónica y telegráfica.
El cultivo de la caña se había extendido y el Central “La Francia”, antiguo “Virginia”, trituraba entre sus muelas toda la caña que producían las colonias palaceñas. La industria azucarera palaceña era fuente de vida para cientos de trabajadores del patio.
Poseía una fábrica de hielo, la del Sr. Betancourt, y que estaba situada en la Calle Ramón Cruz, (actual Calle 19). esquina a Warren, (actual Calle 20). En este lugar también existió la Academia “José de la Luz y Caballero”, de las Profesoras Maria e Hilda Guerra.
Entre su industria pueden señalarse los tejares existentes, que se dedicaban a la fabricación de tejas y ladrillos. Los envasadores de piña, las herrerías de Julio Lorenzo, Ricardo Paula y Eusebio Redonet, la tabaquería de Antonio Carrasco. También hay que añadir el taller de construcción de carruajes de Miguel Dancausse y Luis Hernández. Las panaderías de José Cabrera, José A. Capote, Arcadio Ferrer y Esteban Sordo. Las talabarterias de Eusebio Figueroa, Javier Ipsán y Remigio Martínez, así como las zapaterias de José A. Cecilia, Marcelino Diaz, Manuel González, Lucía Guzmán y Jacinto Morales. En estos talleres se trabajaba artesanalmente el cuero y de los mismos salían calzados, monturas y todo lo requerido por la población, que pudiera aportar la industria del cuero.
En 1924 era el alcalde de Los Palacios, Pedro Liz Cabezas. Presidente del Ayuntamiento Javier Ipsán Blanco, el padre de nuestro Padre Espiritual José A. Ipsán y el Secretario, Antonio Valdés Valdés. Al frente de la Administración Municipal se encontraba, Heliodoro Fúster Soto, como Contador a Santiago Tejera Pérez y de Tesorero Javier Ipsán. La Comisión de Impuestos Territoriales la presidía, Antonio Valdés Valdés.
La justicia la administraba como Juez Municipal, el Sr. José Antonio Aliño, y el Secretario del Juzgado, Francisco Parajón. La Junta Municipal Electoral la presidía José Antonio Aliño y actuaba de Secretario, Tomás Calderón Romero. El Correo lo administraba Eduardo Alvarez Nodarse, quien también fungía como telegrafista. Como Jefe de la Estación del Ferrocarril se encontraba, Andrés Cordovés. La Junta de Educación tenía como Presidente al Dr. Matías Dorta Duque y Avelino Tapias Iglesias como Secretario. Sanidad tenía como Jefe Local al Dr. Pablo Marino Rojas y era el Secretario Isidro Fiallo. El orden público estaba a cargo del Escuadrón No. 20 de la Guardia Rural y al frente del mismo se encontraba el Teniente Andrés Valdés (Cruz Garay).
Se contaba con los servicios médicos de los doctores, Agustín Delgado, Salvador Prats, Marino P. Rojas y Armando Valverde. El Dr. Pérez Salazar era el dentista. Existían tres farmacias con un variado y extenso surtido en medicamentos, la de Claudio Ferrer, Tomás Martínez y Francisco Serrapiñana. Existían tres ferreterías: las de Miguel Abay, Gervasio Francisco y Emilio Gómez. El comercio estaba conformado de los siguientes establecimientos, las carnicerías de Segundo Díaz, Luis Munguía, Ramón Moreno y Ramón Polo: los cafés de Antonio Bárcenas, José Betancourt, Ramón Gutierrez, Soberón y Hermanos, Suárez y Alonso. Las cantinas o bares de Antonio Bárcenas, Ramón Gutierrez, Orbesozo y hermanos. Las tiendas de tejidos y telas de Mayor y hermanos, Valdés y hermanos y José Mailán. Los hoteles de Ramón Gutierrez y López y Vara, la fonda de Manuel Wong Kee. Existían varios trenes de lavado, pero los más importantes eran los de Chun Gau y José Pernas.
El expendio de alimentos y útiles para el hogar se realizaba a través de las tiendas mixtas y bodegas de Serafín Alvarez, Sucesores de Luis A. Fernández, Arcadio Ferrer, Manuel Orbesozo, Pao Sun Lee y Cía., Suárez y Hernández, Wong Hing Long, Woo Lee y Cía., On Long, Gervasio Francisco, Pedro García, Diego González, Lorenzo González, Gutiérrez y Sobrino, Francisco Inclán, María de la Oliva Andrés, José Medel, Alejandro de la Oliva, Juan Pamo, Juan Pedro, Manuel Pulido, Ramón Sánchez Villareal y Hermanos y Manuel Won Kee.
Como religión y logias fraternales, solamente la Iglesia Católica, la Logia “Montecristi” y cultos africanos. Aunque por la influencia norteamericana, ya algunos palaceños se habían convertidos a los cultos luteranos. La Iglesia Adventista fue fundada por dos hermanos de “Montecristi”, Calixto Arrebato y Emilio Girado, en 1929; la Iglesia Bautista se fundó como tal en 1948. Los Testigos de Jehova aún no habían aparecido en el entorno palaceño, así como otras denominaciones y formas religiosas. Como Cura de la Iglesía Católica se mantenía el mismo del año 1906, el Padre José Rodríguez Suárez (Padre Pepe).
El Sr. Don Vicente García se ocupaba de las funciones de joyero y relojero y Pedro Redonet de mecánico automotriz, quienes formaron a otros en esos oficios. Habían muy buenos y competentes carpinteros, la familia de Marcelino y Ramón Izquierdo se convirtió en una institución en ese giro.
En la vida social y recreativa de 1924, Los Palacios ya contaba con el invento de los Hermanos Lumiere. Los palaceños podían recrearse con las maravillas del séptimo arte en el Cine “Lilia” de Pancho Franchi. Allí se destornillaban de la risa con Charles Chaplin o se maravillaban de la hazañas del Tarzán silente, interpretado por Elmus Lincoln. El galán de la actualidad, Rodolfo Valentino, también llegó a Los Palacios a través de este mágico invento. Muchas jovencitas suspiraban emocionadas por la penetrante y fascinadora mirada del galán, que desde la pantalla les llegaba a sus butacas. Al otro día, muchos jovenes palaceños pasaban hora y horas frente a un espejo tratando de emitar la mirada del héroe del celuloide. En mi barrio existió un joven, que de tanto practicar la mirada de Valentino sufrió una caída de los párpados, ganándose el sobrenombre de “ojigato” o “luz baja”.
En sociedades estaba constituído el Casino Chino, que aglutinaba en su seno y los reunía para mantener sus costumbres y rememorar su China milenaria. También existía el Liceo Palaceño y la Sociedad de Familias Palaceñas, que se reunían para disfrute recreativo, artístico y social. Una de estas sociedades contaba con campo de tenis. Estas dos sociedades se aglutinaron y fundaron en 1926 el Club Hispano Cubano.
En publicaciones circuló en los primeros años de la segunda década una revista ilustrada que se llamó “El Mosquito”. Era dirigida por Octavio Martínez y Manuel Medel Nodarse y su administrador lo fue Andrés Alvarez Nodarse. Las páginas de esta revista nos han transmitido parte de la vida social de aquella época. Por sus páginas nos hemos enterado que la buena de Cuca Fernández, la madre de Pilingo, ganó un certamen de belleza y que Emeterio E. León Medina buscaba la nominación de un partido político para aspirar a alcalde de Los Palacios.
En deportes Los Palacios siempre contó con activa y participante juventud. Los más practicados eran la pelota y el boxeo. De aquella época nos llegan anécdotas del excelente lanzador Juan Basilia, la defensa de Ojeda en el campo corto y la receptoría de Antonio Herrera. En boxeo el “Curro Mandinga” tenía una buena pegada. Las verbenas y certámenes de belleza, así como carreras de sortijas, salones de baile, donde se daban continuos bailes, y las peleas de gallos finos, con la existencia de vallas, formaban parte de la vida social y recreativa de Los Palacios. Sus personajes pintorescos, muy variados y en todas las épocas, sus trovadores, sus cuentos de aparecidos y de Bermúdez, eran parte genuina del folklore palaceño.
Los Palacios sufrió los momentos de penuria y desgracia de sus hijos y también disfrutó de los momentos esplendorosos que tuvo. Estuvo al lado y apoyó a la familia del VH:. José Tapias Iglesias cuando un hijo de él pereció ahogado en el charco “El Caballo” de la Finca Famaní, o cuando la familia de Ramón Fiallo pasó por el amargo trance de que un hijo de la misma, el VH:. Dr. Triburcio Fiallo (Felito) se vió en la necesidad de ultimar a balazos a un provocador político.
La tuberculosis se convirtió en un flagelo y azotó muy duramente la población palaceña. La Logia “Montecristi”, prestaba ayuda económica a las familias pobres que sufrían de este mal y también hacía uso de su influencia, acudiendo a las altas figuras de la nación, en busca de hospitalización de enfermos sin recursos. Dos miembros de su cuadro fueron infestados por la tuberculosis, los Hnos. Lino Noda y Wenceslao Acosta y para ambos volcó sus pobres recursos económicos.
También se disfrutó de los momentos más esplendorosos que vivió Los Palacios en su época republicana. La comenzada a partir de 1925 y hasta el 1930. De aquel tiempo nos llega a nuestros días, como fieles testigos, las excelentes y sólidas construcciones del Club Hispano Cubano, el antiguo Ayuntamiento; (Fotografía: ARCHIVO (OGEPE); la ferretería que fue de Emilio Gómez, la casa del Dr. Rojas; la antigua casa de la ferretería de Alonso; las edificaciones situadas frente a la Ferretería de Emilio Gómez y lugar donde estaba la consulta del Dr. Emilio Fúster; la casa de la familia Valverde; el almacén de Miguel Abay.

En 1929 el mundo se ensombreció con la Depresión Económica. Cuba sufrió muy duramente este descalabro financiero. Los pueblos solamente ven en el gobierno al culpable de la situación de sus penurias y contra los poderes del mismo arremeten. El gobierno defiende su poder y permanencia y, en la mayoría de los casos, responde represivamente. Nace una tiranía y éste a la vez engendra una revolución. Así sucedió con el gobierno del VH:. Gerardo Machado Morales y su segunda etapa se conoce con el fatídico “machadato”. Muchos hermanos abandonan las filas de “Montecristi”, imposibilitados de poder cumplir con sus obligaciones financieras. Solamente doce miembros quedaron de su membresía. Ellos continuaron, a partir del 20 de agosto de 1933, los trabajos logiales hasta el día de hoy.
Hoy, por la visión que tenemos del mundo moderno y los avances tecnológicos que éste nos ha traído para nuestro disfrute, talvéz hagamos una falsa apreciación de nuestro pueblo en los primeros años del siglo veinte y lo consideremos un pueblo marginado y sumido en el más profundo atraso, con habitantes holgazanes e incapaces de proporcionarle el más mínimo desarrollo. Esto es un falto análisis de los que así piensen. En ese entonces, la vida en casi todos los pueblos de Cuba era similar a la de Los Palacios.
Con el devenir de los años, en pocas décadas, Los Palacios asimiló los avances del progreso y se dotó de un fuerte y bien organizado comercio: Una agricultura productiva y equilibrada; industria azucarera y arrocera; una pequeña industria ligera, sobre todo en la fabricación de tejas y ladrillos, forjación del hierro, fabricación de muebles, fabricación de calzado, talabartería y tejidos; eficientes servicios en todas las necesidades requeridas por la población; competentes y abnegados médicos y dentistas, además de farmacias bien surtidas; un fuerte movimiento en iglesias cristianas, instituciones fraternales y organizaciones sociales que buscaban el mejoramiento espiritual, recreativo, filantrópico, cultural y social de la población; una instrucción pública, que siempre contó con eminentes educadores; circulación de los principales periódicos y revistas que se editaban en Cuba y otras publicaciones extranjeras, que mantenían a la ciudadanía actualizada sobre asuntos de interés nacional e internacional.
El palaceño lo mismo te hablabla de los juegos de béisbol del Estadio del Cerro, que de las peleas de boxeo celebradas en el Madison Square Garden de Nueva York. Del naufragio del Andrea Doria, como de la infertilidad de la princesa Soraza. Estaban informados de todo y discutían de todo.
En comunicaciones, prontamente se acondionó a los requerimientos de la ida moderna y comenzó a funcionar un esmerado servicio postal y telefónico. El eficiente y puntual transporte, lo mismo por carretera que por vía férrea, funcionaba perfectamente.
Siempre contó con una entusiasta y participativa clase viva, que, como integrantes de la sociedad civil, se preocupaban por el mejoramiento constante del pueblo, en todos lo campos.
Otros datos históricos
En la Calle Antonio Maceo (actual Calle 23), en el local situado al lado de la consulta del Dr. Lucilo Díaz Fernández, existió el Hotel y Tienda de Víveres de Obregoso, que prestaba servicios a los negocios de la Familia Remedios. Despúes el hotel pasó a ser propiedad de Santiago Fernández y señora Emelina Incera. El Señor Fernández, fue cartero del pueblo de Los Palacios y después dicha familia se fue a vivir al pueblo de San Cristóbal. Otro propietario del hotel fue el Señor Pastor Fúster. También existió en la esquina de la Calle José Palacios (actual Calle 30) y Calle Antonio Maceo (actual Calle 23), la Farmacia de Víctor Díaz.
El edificio situado en una de las esquinas de la Calle Antonio Maceo (actual Calle 23) y Calle Céspedes, (actual Calle 24), al lado de la Farmacia Santa Rita, del farmacéutico Serrapiñana, fue construído precisamente para La Revoltosa, (Tienda de Víveres y Ferretería), propiedad primeramente de Ramón Alonso, César Odriozola y Dieguez. El Señor Dieguez hubo de separarse y abrió la Tienda de Víveres La Bomba, en la esquina de las Calles Piñera (actual Calle 26) y Calle Antonio Maceo (actual Calle 23), al lado de la Farmacia del Dr. Lucilo Díaz Fernández. El actual cementerio de Los Palacios, comenzó a funcionar como tal en los primeros años del Siglo XX.
El Señor Pío Morales, padre del Dr. Nicolás Morales Suteras, que residía en la Calle José Palacios (Valverde), (actual Calle 30), muy buena persona y caritativa, falleció el mismo día que su señora esposa. Ambos servicios funerales se efectuaron en una funeraria situada en la esquina de las Calles José Palacios (actual Calle 30) y la Calle Antonio Maceo (actual Calle 23). El Dr. Nicolás Morales Suteras, estudió la profesión de medicina, trabajando al mismo tiempo como barbero en la ciudad de La Habana.
El Almacén Carvajal, estuvo situado en las Calles José Martí (actual Calle 21) y Calle Céspedes, (actual Calle 24), frente al lugar que luego después ocupó la Iglesia Bautista, después pasó a la Calle Antonio Maceo, (actual Calle 23), al lado de la Tienda de Ropas La Casa Pepe, para luego pasar a ser el Almacén de Maximino Cerro y Tomás (Pao) Cabrera. En este lugar se construyó tiempo después, un edificio de apartamentos.
El Señor José Cobo, barbero, enseñó su profesión, entre otros, a los barberos León Medina, Luis Nardo e Ito Polo. Se cuenta que llegó a ser barbero en el Palacio Presidencial, en la época del Presidente Laredo Bru.
En los años de 1917 a 1918, existía en el edificio propiedad de la Familia Viñas, en la esquina de la Calle Antonio Maceo (actual Calle 23) y Calle Serafín García (actual Calle 28), un almacén de víveres llamado "Cuba Libre", donde trabajó de dependiente Mario (Mayito Fúster), padre del Dr. Emilio Fúster, dentista del pueblo de Los Palacios. Después este almacén pasó a ser propiedad del Señor Manuel Bango.
En el local donde últimamente estaba situada la Tienda de Ropas El Paraíso, en la Calle Antoio Maceo (actual Calle 23), propiedad de los señores Celestino Mayor y Crescencio Santiago, existío también en los años 1917 y 1918, una Tienda de Ropas llamada "La Física", propiedad del Señor Alfredo Rodríguez. Por aquella época ya existía también el local de la Familia Bárcenas.
El Señor Paciano Prier, que fue empleado de la Jefatura Local de Salubridad, también hacia campaña política en las elecciones y poseía un cañon de miniatura, el cual disparaba cartuchos de escopeta, para llamar la atención en las reuniones políticas.