viernes, 5 de febrero de 2010

Introducción al Estudio de la Toponimia
del Municipio de Los Palacios y sus Odónimos


"Ningún árbol es fuerte sin contínuos vientos, pues con ellos se fortifican sus raíces". Séneca.

Por: Lic. Amparo Páez Rodríguez

OBJETIVOS:
Analizar las regularidades en la denominación de las calles del pueblo de Los Palacios, atendiendo a la clasificación semántica, motivación y estructura gramatical.

MÉTODOS:
* Observación
* Consultas bibliográficas
* Entrevistas estructuradas realizadas in-situ
* Cotejo de algunos planos
* Cotejo de diccionarios

INTRODUCCIÓN:
La curiosidad por saber a qué deben sus nombres los diferentes accidentes topográficos, las calles, los pueblos, etc., surge a mediados del Siglo XIX, es por ello que son escasos los estudios toponímicos realizados hasta el momento, y en nuestro municipio son casi nulos, por lo que seria interesante conocer la historia de los términos que nombran los diferentes barrios y asentamientos de la localidad, que son reflejos de las relaciones económicas, históricas y sociales de los antiguos y nuevos pobladores de cada lugar.
La propia curiosidad de los habitantes provocó que se iniciara este trabajo, con el estudio de los nombres de las calles del municipio de Los Palacios y posteriormente se extendió el análisis de los topónimos en los asentamientos poblacionales.
Aunque parezcan arbitrarios tiene conexión con la topografía, la fauna, la flora, la historia del lugar y la gente que lo han habitado. Asi vemos que denotan características físicas del territorio, “Loma de Candela”; de la vida económica, “Tenería”; del recuerdo de acontecimientos y figuras históricas, “Independencia”, “José Martí”, “Antonio Maceo”; de la presencia de aquellos topónimos que denotan actitud sicológica de las personas, “Amistad”, “Concordia”, “Tranquilidad”. También existe una fuerte influencia de voces indígenas: “Bacunagua”, “Caimital”, “Macurijes”, etc.
A partir de este trabajo realizamos un análisis preliminar de la toponimia palaceña; sólo se analizan los que denominan a las calles, barrios y puntos poblados.
Consideramos importante resaltar que la toponimia se puede vincular y ser de mucha utilidad e interés en los estudios que realizan geógrafos, historiadores, cartógrafos, para las descripciones del folklore y son aplicables en los programas de las enseñanzas.
Es significativo el señalar que los nombres de las calles de Los Palacios transitaron por diferentes etapas de nuestra historia, desde la época colonial hasta la actualidad. No sucediendo así con Paso Real de San Diego (actual Paso Quemado), que en el año 1879 era un pueblo trazado urbanisticamente. En el año 1896, resultado de la Guerra de Independencia, fue incendiado y destruido. El nuevo Paso Real, que surgió un poco más al sur, sólo contaba con una calle principal: la Calle Real y algunos callejones transversales.
Los nombres actuales de las calles de Los Palacios, al igual que Paso Real, se identifican con números cardinales. Se buscó una coincidencia para que la calle principal de Los Palacios, y Paso Real recibieran el número 23.
Sabios y escritores de paso por nuestro pueblo dejaron sus impresiones de las calles de Los Palacios, como Cirilo Villaverde al escribir en su libro “Excursión a Vuelta Abajo”... a la orilla izquierda del Río Macurijes o Los Palacios, sobre una pequeña y chata colina, vimos las casas de este pueblo en número de treinta a cuarenta, todas grandes, la mayor parte de techos de tejas en las que sobresalían dos hermosas posadas y la iglesia que es nueva y de las más lindas de toda Vuelta Abajo. La única calle de la población es tan ancha que muy bien pueden cruzarla doce carruajes aparcados sin rozarse”.
Es evidente que ya en el año 1839 en este poblado existía una calle muy ancha que era transitada por los arrieros y carreteros en su camino a Vuelta Abajo. Esto dio origen a que se le nombrara Calle Real. Costumbre muy arraigada de nombrar “Calle Real”, a la principal arteria de un pueblo.
Esteban Pichardo lo reafirma en su libro “Geografía de la Isla de Cuba (1855), cuando plantea: “que Los Palacios contaba con cinco calles, dos de Este a Oeste y tres de Norte a Sur, denominadas: Real, del Cementerio, Cantarranas, de la Iglesia y de la Tenería”, que hoy son las calles 23, 28, 30, 32 y 21".
En el libro “Cuba Descriptiva, Departamentos, Municipios y Barrios”, escrito por Carlos García Vélez, establece: - “que Los Palacios, después del año 1896, tenía ocho calles de Norte a Sur y seis de Este a Oeste.
En la actualidad existen en Los Palacios siete barrios, estos siete barrios existían antes de el año 1959. Posee un total de 40 calles, incluyendo subcalles e interiores. Algunos barrios y calles surgieron con el desarrollo y ampliación del pueblo y otros desaparecieron como consecuencia de la urbanización del lugar. Todo este proceso ha sido acompañado de términos oficiales y no oficiales que tuvieron que ver con las etapas del desarrollo del pueblo. Podemos apreciar que los primeros nombres aparecieron en la colonia y fueron sustituidos en la década de el año 1930.
En los primeros años de la década del sesenta, a partir del nuevo proceso de urbanización, se designaron números para señalar las calles y asi se eliminaba algunos nombres extranjeros y de personas que fueron representativas de la anterior sociedad. Según encuestas realizadas podemos afirmar que los nombres oficiales actuales, es decir los números, son los más usados por la población por las siguientes razones:

* Facilitan mejor la localización
* Son más prácticos
* Son los actuales
* Son más fáciles de memorizar

Los nombres anteriores a los números cardinales son desconocidos por el 55% de los encuestados escogidos. El 32.5% los conocen y no los usan, prefieren usar los números que son los oficiales, los más recientes y prácticos y sólo el 12.5% los conocen y los usan en algunas ocasiones.
Los toponímos empleados generalmente no se designan a capricho, reflejan algún hecho de la vida, sucesos acaecidos y las relaciones de las personas que habitan en el lugar.
En la actualidad los nombres oficiales de las calles de Los Palacios son números cardinales, pero en otras épocas predominaron los sustantivos propios y apellidos de comerciantes, patriotas y de personas vinculadas con la religión, así como asentamientos de iglesias y otros. No se aprecia bien el motivo porqué las calles del Reparto Betancourt fueron identificadas con letras; desde la A hasta la D, y en el Reparto Norton con números ordinales, desde 1ra., hasta 6ta. Se conoce que los dueños de ambos lugares fueron los que hicieron esta designación. En el primero Alfredo Betancourt y en el segundo los hermanos Norton. Las calles 5 y 7 no han tenido otro nombre, surgieron hace poco y de la 9 a la 17 incluía los repartos ya mencionados.

CALLES DE LOS PALACIOS

Calle 17: En el tramo comprendido al Oeste de la Calle 20, (antigua Calle Warren), Reparto Betancourt, lleva el nombre de Calle Aliño, por un juez que vivió en el lugar. En el otro tramo, al este de la Calle 20, (antigua Calle Warren), y que se adentra en el Reparto Nueva Era, llevaba el nombre de Segundo Díaz, que junto con Higinio Alvarez fueron los compradores de ese barrio.

Calle 19: Su nombre más antiguo fue el de Santa Catalina, en recordación a las monjas del convento Santa Catalina de Sena. Esta calle moría, al oeste, en las tierras de la Finca Famaní. A principios de la república adquirió este nombre religioso por realizar su cultos la Iglesia Católica en una casa arrendada que existía en esa calle y hacía esquina, con la Calle Serafín García, (actual Calle 28), después del incendio de la iglesia en el año 1896. Su último nombre fue el de Ramón Cruz, en referencia al comprador del Reparto Nuevo.

Calle 21: Su primer nombre fue Tenería en alusión a un taller de curtir pieles que existía al final de esta calle en dirección al oeste, cerca del río. Posteriormente se llamó Antonio Núñez, coronel del Ejército Libertador que estuvo operando en la zona en la Guerra del año 1895. Su último odónimo fue el de José Martí, en homenaje a nuestro Apóstol.

Calle 23: La principal y más antigua calle del pueblo. En sus inicios se llamó Alfonso XII en alegoría al Rey de España. También se conocía como Calle Real, por ser la vía principal del pueblo y llevar el nombre del rey. Su último nombre fue el de Calle Antonio Maceo en honor al Lugarteniente General Antonio Maceo (El Titán de Bronce). Fotografía: ARCHIVO (OGEPE).

Calle 25: Su nombre más antiguo era Línea, por encontrarse al sur y paralela a la línea del ferrocarril. Su segundo nombre fue Luis Fernández, en referencia este hombre de negocios que vivió en esa calle y fue propietario de casas, fincas y tiendas.

Calle 27: Se llamó Sol. Está ubicada en el Barrio Guano. Se supone que le dieron este nombre porque se extiende este a oeste, siguiendo el movimiento aparente del astro rey.

Calle 27 (interior): Este corto tramo de calle se llamó Callejón del Suspiro. El dueño de esos terrenos era Troncoso y le puso ese apelativo.

Calle 29: Tuvo el nombre de Jovellar por ser el apellido de un oficial español que vivió en ella. Ultimamente se le denomina Calle del Área, como consecuencia de un área de festejos y recreación que existe en esa calle.

Calle 31: Se le llamaba Lens, por un rico comerciante, José Lorenzo Lens, que tenía propiedades en el municipio. Poseyendo un comercio en esa calle.

Calle 33: Anteriormente no tuvo la categoría de calle. Surgió después de la década del año 1960.

Calle 8: No existía como calle. Surgió después del triunfo de la revolución al construirse la granja “La Internacional”.

Calle 10: Su nombre anterior fue Norton, que era el apellido de los dueños del reparto del misno nombre. Los dueños de este reparto, hermanos norteamericanos, fundaron la Norton Brothers Company. A partir de 1915 se dividió en parcelas y solares y fueron surgiendo las calles.

Calle 12: Su odónimo anterior fue Alfredo Rodríguez, en referencia a un hacendado que tenía una finca en la carretera al Entronque de Los Palacios y construyó la ermita que existe en el Entronque Palaceño.

Calle 14: Anteriormente tenía el de Higinio Alvarez, que fue uno de los dueños del Reparto Nueva Era. Además, fue alcalde de Los Palacios y representó al Partido Conservador durante años.

Calle 14-A: La nombraban Ramón Rodríguez, por un barbero muy popular que vivió en esta calle y fue concejal del Ayuntamiento de Los Palacios.

Calle 14-B: Fue nombrada Marcos Gato, en alusión a este señor que residía en esa callecita y fue capataz de un envasadero de piña que existió cerca del lugar.

Calle 16: Anteriormente era conocida como Calle Franchi por el apellido de una maestra. Los Franchi-Alfaro poseían en Los Palacios varias propiedades, dentro de ellas el largo caserón donde funcionaban los célebres seis colegios. En este centro educacional, situado en la Calle Céspedes, (actual Calle 24) entre Calle José Martí. (actual Calle 21) y Calle Ramón Cruz (actual Calle 19), se impartían los grados escolares del primero al sexto y varias generaciones de palaceños fueron alumnos de este centro.

Calle 18: Por muchos años llevó el nombre oficial de Froilán Núñez, conocido por Yiyo Núñez y fue veterano, con grados de oficial, en la Guerra de Independencia del año 1895. Popularmente también se le decía Calle del Stadium o Calle del Trust, por encontrarse en esta calle, hacia el sur, el Stadium de Béisbol “Rosendo Collazo” y el Trust fue un lugar, en una amplia cuartería, donde existió una escogida de trabajo y un envasadero de piña.

Calle 20: Es la calle que antiguamente comunicaba a Los Palacios con la Carretera Central y actualmente con la autopista. Muy antaño se le conocía con el nombre de Tejas o Calzada. La carretera al Entronque de Los Palacios fue construída en el año 1919, siendo inicialmente un camino de piedras con algarrobos sembrados a ambos lados. Con la construcción de la Carretera Central, que pasaba por el Entronque de Los Palacios, fue asfaltada esta calle por la compañía norteamericana “Sociedad Económica Sugar Mill Co. De Virginia, que construyó el tramo de la carretera central que se adentra en la geografía palaceña. El presidente de esta compañía era Mr. Jerry J. Warren. De ahí se motivó que esta calle se comenzara a conocer, desde finales de la década del año 1920, con el nombre de Calle Warren. Fotografía: ARCHIVO (OGEPE). Esq. con la Calle Antonio Maceo (actual Calle 23). Hacia el norte). Esta compañía norteamericana también construyó, en el año 1916, el Central Virginia, más tarde conocido como Central La Francia.

Calle 22: Su término anterior fue Ajuria, apellido de uno de los tres compradores del Reparto Nuevo de Los Palacios. Esta calle al entrar en el Reparto Betancourt tomó el nombre de Calle Central, por ser la principal vía del Reparto.

Calle 24: Usó el nombre de otro de los compradores del Reparto Nuevo de Los Palacios, Sangroniz. Su nominación posterior, y el que más perduró fue Céspedes, en honor a Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria. En la actualidad, también se le dice popularmente Calle de los Ipsanes, por la antigua familia palaceña de este apellido que vive en esa calle.

Calle 26: Se llamaba anteriormente Piñera, en referencia a Paula Piñera, esposa de Alfredo Rodríguez. También llevó nombres de figuras vinculadas con la historia, como: Lorente, que fue oficial del Ejército Libertador y apoyó a Antonio Maceo en su campaña hacia occidente. Otro nombre utilizado en esta calle fue Lorenzo Duarte, joven palaceño que murió combatiendo en la lucha contra Machado el 12 de Agosto del año 1931 en Hoyo del Majagual, Loma del Toro. Esta calle moría en la línea del ferrocarril y el otro tramo, que salía de la línea hacia el sur y atravezaba el Barrio Guano, se llamaba Fe.

Calle 28: Su nombre anterior fue Serafín García, Coronel del Ejército Libertador, natural de Santa Clara. Murió en suelo palaceño en el Combate del Toro el 3 de Octubre del año 1897. Su cadáver fue llevado al cementerio de la localidad a través de esta calle. Es una de las calles más antiguas de Los Palacios y era un camino real. Además, también se le llamó Sierra, por ser el único camino que conducía a las estribaciones montañosas de Los Palacios y se extendía desde la Playa Dayaniguas hasta Sabana de Maíz o el Cacho. Su primera designación como calle fue del Cementerio. Se le conocía por otros nombres populares, no oficiales, como la Calle de los Chinos, por el establecimiento en la misma de comercios propiedad de inmigrantes chinos. Actualmente muchos palaceños le llaman Calle del Cementerio o de la Funeraria. Por pasar frente al establecimiento mortuorio y desembocar en el campo santo del pueblo.

Calle 28-A: Se extiende desde la línea del ferrocarril, paralela a la 28, hasta la Calle 31. En una oportunidad llevó el nombre de Tarafa y se supone que fuera el apellido de alguna persona que vivió en ese tramo.

Calle 28 (interior): Ocho tramos de calles llevan este nombre y están tanto verticales como horizontales.

Calle 30: Aparecía anteriormente con el nombre de José Palacios y existen referencias que se deba a un descendiente de la familia Palacios que vivió en esa calle. Del apellido de esta familia tomó el nombre el pueblo. La primera designación oficial, desde su fundación fue la de Cantarranas y se supone que este nombre fue adquirido por la abundancia de estos batracios en la zona, por estar en terrenos bajos y su cercanía al río. Otros de los nombres populares con que fue llamada esta calle fue Calle de los Valverdes, por estar radicado en ella el médico Armando Valverde y su familia

Calle 32: Esta calle tenía su nacimiento en la vertiente norte, con la Finca Famaní (actual edificios) y pasa por el lateral izquierdo de la Iglesia Católica y desde la fundación del pueblo se le llamó Calle Iglesias. Es una de las primeras calles del pueblo y su nombre se debe al templo religioso. En el lateral derecho de la iglesia también existe una corta calle, de una cuadra de longitud, que nace en la Calle 23 (antigua Calle Antonio Maceo) y muere hacia el sur en la Calle 25 (antigua Calle Fe) que pasa por el fondo de la iglesia. Esta callecita se le llamaba San José en alusión al santo católico. Hoy es también Calle 32.

Calle 34: No tenía nombre antiguo, porque no existía. Surgió con la construcción de los edificios en la Finca Famaní. Es una circunvalación que comienza en el antiguo nacimiento de la Calle 30 (antigua Calle José Palacios) en la finca Famání y circunvala los edificios, al oeste, y muere en la Calle 23 (antigua Calle Antonio Maceo). Popularmente se le dice Calle del Río, por pasar cerca del mismo.


PASO REAL DE SAN DIEGO

Este pueblo se fundó en el año 1820 y su existencia, como grupo poblacional, estuvo motivada por el trasiego de viajeros y mercancias desde Dayaniguas, entonces puerto marítimo, hasta los baños de San Diego y en igual sentido de San Diego a Dayaniguas. Estaba situado en una encrucijada o entronque y donde convergían cuatro caminos: el camino real que unía al embarcadero situado en la Playa Dayaniguas con San Diego de los Baños y que también era utilizado por los pobladores de hatos, corrales y vegas situado al sur y norte de Paso Real. Las arrias, jinetes, carretas y volantes en su ir y venir de La Habana a vueltabajo y de vueltabajo a La Habana, pasaban por Paso Real en su obligado itinerario.

Fue cabecera del Partido de San Diego de los Baños. Su trazado inicial obedecía a formas urbanísticas y sus calles y fabricación de viviendas y establecimientos se mantuvieron, en su desarrollo, alineadas de acuerdo al trazado original. Inicialmente el poblado la constituían una Calle Real, de sur a norte y dos calles transversales llamadas San Francisco y San Fernando, según Estéban Pichardo en su libro Geografía de la Isla de Cuba en el año 1830.

En el año 1879 Paso Real de San Diego contaba con iglesia, plaza y sus calles, de este a oeste, habían aumentado a nueve y sus nombres, la mayoría, poseían sustantivos religiosos, es decir, pertenecían a la clasificación semántica de los hagiotopónimos (nombres de santos), por ejemplo: Calle de San Fernando, San Francisco, San Joaquín, San Mariano, de la Virgen de Regla, etc.

Este pueblo fue incendiado en el año 1896 por las fuerzas comandadas por el General Roberto Bermúdez. En el lugar que estaba situado siempre existió un pequeño grupo poblacional que se llamó PASO QUEMADO. En la actualidad se ha expandido considerablemente hacia los cuatro puntos cardinales.

Un poco más al sur, aproximadamente dos kilómetros, en el lugar que se conocía como “Los Pozos”, cerca de la línea y apeadero del ferrocarril se asentó a principios del Siglo XX el actual Paso Real de San Diego. Este nuevo pueblo no contó con un trazado urbanístico original, como el anterior, y las calles fueron surgiendo después que los moradores construían sus casas. Existía una Calle Real, actual Calle 18, y continúa con la Calle 23. El resto de las vías eran practicamente callejones y las fincas quedaban muy cercanas al pueblo o dentro del mismo pueblo. Esos callejones tomaban el nombre o el apellido de los dueños de esas fincas: Los Pérez, Los Pozos, Los Herreras, Las Mercedes, El Indio, Las Quintinas, Callejón de la Iglesia, de Ramones y otros. Existían otros nombres populares como son: La Calle Triángulo (la actual Calle 25) y Calle de las Viudas (actual Calle 15).

En entrevistas ralizadas se pudo determinar que algunas calles fueron bautizadas, por la población, con nombres populares como son: Carlos Llauró (actual Calle 23) en honor a un educador que ejerció por muchos años en Paso Real y a la Logia de la Orden Caballeros de la Luz, que lleva el patronímico de Carlos Llauró Galicias y se encuentra en esa calle; Baldomero Rodríguez (actual Calle 19), hijo de Paso Real, nació en El Jagüey, y perteneció al Ejército Norteamericano, Cuerpo de Paracaidistas y murió al finalizar la II Guerra Mundial en una misión de combate.

Consultados los libros Apéndice No. 5 de Fincas Urbanas del Término de Los Palacios y el Libro 13 del Registro de Propiedad, pudimos determinar como odónimos oficiales las siguientes calles:

Calle 23: Calle José Martí. Nombre popular Carlos Llauró Galicias. Fotografía: ARCHIVO (OGEPE).



Calle 18, esq. Calle 19:

Calzada de Paso Real de San Diego. Fotografía: ARCHIVO (OGEPE).

Se considera que la primera nominación a las calles de Paso Real es cuando se urbanizó el pueblo en la primera década del Siglo XX y se utiliza en las letras mayúsculas A, B, C, D, E, F y G, que son las actuales Calles 12, 15, 17, 19, 21, 25 y 27 respectivamente. Los términos oficiales actuales por números cardinales, fueron introducidos en los primeros años de la década de 1960, al igual que en Los Palacios.

Los términos oficiales actuales (números cardinales) son conocidos y utilizados por el 100% de los encuestados.

Un 28% de los encuestados reconocen y usan el término de Calle Real y el apelativo de los callejones. El 24% recuerdan los nombres de José Martí y Calzada de Paso Real y las designaciones por letras que fueron oficiales en un tiempo. Los odónimos Baldomero Rodríguez y Carlos Llauró, solamente son recordados por el 1% de los encuestados.

CONCLUSIONES

1) - Los dos pueblos estudiados: Los Palacios y Paso Real de San Diego, pasaron por tres etapas en la designación de los nombres de sus calles, asociados a épocas históricas; los que surgieron con la fundación del pueblo, los que se asignaron en la República y los de la actualidad, es decir, los números cardinales que surgieron en la década de los años 1960's.

2) - En el caso de Paso Real de San Diego, el pueblo antiguo, sufrió los efectos de un incendio en la Guerra de Independencia del año 1895 y este cambió de lugar. Las calles antiguas desaparecieron en este poblado y en Los Palacios fueron surgiendo simultaneamente las viviendas y las calles.
3) - Curiosamente cuando se hace la designación por números cardinales, se hace coincidir el número de la Calle 23 con la calle principal o Calle Real, igual que en las grandes ciudades.

4) - Los términos más usados en los dos núcleos urbanos son los números cardinales, por ser los más recientes, por ser más prácticos y fácil de memorizar.

5) - Según datos de los encuestados se pudo constatar que el nivel cultural no determina el conocimiento de los nombres antiguos, que las personas mayores y del sexo masculino tienen mejor dominio de esos nombres.

Las Verbenas de Los Palacios
y la Fiesta Patronal


Por Jesús Marcos García Vázquez

Actualmente, a casi cincuenta años de la celebración de la última verbena en suelo palaceño, el recuerdo de aquellas tradicionales y exquisitas festividades se encuentran presente en la memoria de todos los habitantes del Municipio de Los Palacios que disfrutaron de estos eventos. Quienes, con nostalgia en el corazón, traen continuamente a sus mentes la remembranza de aquellos alegres y regocijantes tres primeros días del mes de Mayo, días en que se celebraba la Verbena y la Fiesta Patronal.
Los jóvenes, que no los conocieron, muestran su asombro y se maravillan ante los relatos de los placenteros festejos, donde primaban la abundancia en comestibles y licores, la decencia y educación, la elegancia en la vestimenta y la cortesía en el trato y comportamiento personal. Para ellos, pertenecientes a una época y a un entorno social muy distinto, estos relatos les parecen sueños asociados a una quimera o pertenecientes a una utopía.
Las Verbenas son absolutamente de influencia española. Consisten en veladas, procesiones y ferias que en Madrid y otras poblaciones de la península se celebran en honor del Santo Patrón del pueblo. Son acompañadas de otras festividades para el disfrute y regocijo popular.
En Los Palacios, la Fiesta Patronal se comenzó a celebrar a finales del Siglo XVIII. Primeramente se celebraba solamente el día 3 de Mayo, día del Patrón del Pueblo Jesús de Nazaret y se llamaba la Fiesta de la Santa Cruz.


Procesión en las Fiestas Patronales en Los Palacios,
en el mes de Mayo del año 1954, con el Padre Salvador.

En ese día, las familias se reunían en convites y agasajos. Antes del anochecer salía la procesión de la parroquia conduciendo en andas al Santa Patrón Jesús de Nazaret, el que era paseado por las polvorientas calles del entonces caserío de Los Palacios. De regreso a la iglesia, se procedía a la solemne y santa misa en honor del Patrón.
Al liberarse Cuba del coloniaje español e instaurarse la república se continuó celebrando la Fiesta Patronal, la más tradicional del pueblo palaceño y que tiene sus inicios casi inmediato a su fundación.
Es bajo la égida del dinámico y entusiasta Pedro Liz Cabezas, Alcalde Municipal de Los Palacios, que a apartir del año 1925 a la Fiesta Patronal se le añade la celebración de la verbena, comenzando los festejos el día 1 de Mayo y terminando el día 3. Las verbenas se celebraban en honor al Palaceño Ausente y tuvieron esa denominación hasta el año 1959.

LA VERBENA Y FIESTA PATRONAL DE 1925
Además de ser patrocinada por el municipio, se contó con la participación de la iglesia, las sociedades, el comercio, familias y clases vivas del pueblo. Se buscó la cooperación de algunas casas comerciales de La Habana y otros lugares, las que enviaron infinidad de regalos.
Las utilidades de la verbena estaban destinadas a la construcción de un parque de recreo infantil, que aún existe (Parque Betancourt), y dotar de uniformes y de instrumentos musicales a la Banda de Música Infantil. Esta banda, que llevaba tiempo estudiando y ensayando con un profesor pagado por el ayuntamiento, en la fiesta del 20 de Mayo, Día de la República, ejecutó el Himno Nacional de completo uniforme y dotada de relucientes instrumentos musicales.
Todas las fachadas y columnas de las edificaciones del pueblo se engalanaron con la tradicional penca de guano de palma real. A las seis de la mañana del viernes Primero de Mayo se inauguraron los festejos con el toque de diana. Durante los tres días que duró la verbena se tocó diana a las seis de la mañana.
A las ocho de la mañana del propio día primero, llegó la orquesta de Emilio Dueñas de Pinar del Rio. Esta orquesta muy popular en su época, amenizó la verbena durante los tres días.
Se construyó una magnífica pista para carreras de automóviles en el Reparto Betancourt. Esta pista tenía una milla de largo. A la una de la tarde en la pista se celebraron carreras a pie. Se pensaba que el fotógrafo Francisco C. Rodríguez, conocido como el “Paavo Nurmi Palaceño” fuera el ganador, sin embargo, ganó Gregorio de Armas. A las dos de la tarde del sábado día 2, hubo un desafío de pelota entre los equipos de Los Palacios y San Cristóbal. Lanzó por Los Palacios el zurdo Joseíto Guerra y ganó el equipo local 11 carreras por 6.
Habían cinco barrios, que representaban a nacionalidades y asociaciones étnicas residentes en Los Palacios. Barrio Urbano, Barrio Español, Barrio Chino, Barrio Paso Real y Barrio Oriental. Estos barrios fueron situados en un extenso solar preparado y que estaba anexo a la Estación del Ferrocarril, el lugar más céntrico del pueblo. Cada barrio se componía de varios kioscos y bazares.
El salón del baile era el almacén de la Estación del Ferrocarril, amplio y muy ventilado.
Fotografía: ARCHIVO (OGEPE).

En el centro del salón se colocó la orquesta y una soga o cuerda dividía el salón en dos partes. En una parte bailaban las personas de raza blanca y en el otro lado las de raza negra o mestiza. Cada barrio estaba profusamente alumbrado, al igual que el parque y toda la zona. Cortesía de los nuevos dueños de la planta eléctrica local, señores Maristany y Compañía.

LOS BARRIOS
BARRIO CUBANO: Se componía de seis kioscos y se llegaba a ellos pasando por una bonita hilera de doble pinos. El director de este barrio lo fue el Dr. Armando Valverde Massino y era atendido por las señoras María Alvarez de Alvarez, Luisa Hernández de Medel y las señoritas Magdalena Alvarez, Dalia Azcuy, Olimpia Morejón, Ofelia y Rosalía Valverde, Mercedes Verde, Josefa Piñera y Emérita Brito. En el Barrio Cubano había un kiosco destinado solamente a bazar. Grandioso bazar repleto de lindos objetos que se adquirirían por el módico precio de veinte centavos. Se adquirieron todos con asombrosa rapidez. Al lado del kiosco-bazar, otro más pequeño donde estaba instalado un ingenio azucarero en miniatura, curiosísimo trapiche facilitado por el Central “La Francia”. Allí se servía al minuto el sabroso y fresco guarapo. Era atendido este departamento por las señoritas Cuca Fernández y Antonia Bernal.



En el Barrio Cubano se encontraba el kiosco del pozo misterioso. Dentro del pozo existían infinidad de objetos destinados a la venta, de manera ingeniosa. Por un real (diez centavos) tiraba usted de una cuerda y extraía un artículo que le devolvía con creces su dinero y ayudaba a su pueblo. (Fotografía tomada del libro Jesús Nazareno de Los Palacios, 250 Años de Historia, por el P. Joaquín Gaiga).

Otro kiosco más, situado junto al pozo misterioso, dedicado a las cantantes de guarachas, boleros y décimas, espectáculo netamente criollo. Allí entonaban las canciones con excelentes voces las señoritas Jacinta y Sabina González y Emilia y Felicia Sánchez, acompañadas de las guitarras tocadas por los populares Cobo y Bienvenido, dos magos de las cuerdas.
Por último, bajo unas chozas formadas por cañas bravas, de rústico y primitivo aspecto, estaban colocados los indios. Varios niños con trajes de aborígenes, muy bien personificados. En este lugar se expendía casabe, café, tabacos y cigarros, empanadas, pescados fritos, buñuelos con dulce de coco o melado, tamales, yuca con su mojito, arroz congrí y el típico lechón asado. Los marranitos eran asados en el mismo lugar y sus raciones llegaban al consumidor calienticas, humeantes y crispeantes los pellejitos. En las chozas indias, como en los alrededores, también se expendía cerveza, vino, ron y traguitos preparados, dentro de ellos el criollísimo “chiringuito”. Los que asistieron a las chozas primitivas fueron atendidos por las amables jovencitas Amparo Romero, Teresa y Rosa Piñera y María Teresa. Al frente de este kiosco estuvo la Señora Regla Alvarez de Delgado.
El Barrio Cubano recibió gran cantidad de donativos, muchos de ellos procedentes de la prensa. El semanario “La Política Cómica” envió tres docenas de hermosos juguetes para el bazar. El “Diario de la Marina” un valioso abanico con su vanity, que le correspondió en suerte a la Señorita Hortensia Valverde y el periódico “El Mundo” envió un precioso automóvil de niño.

BARRIO ESPAÑOL: Estaba conformado por un enorme y precioso kiosco que se encontraba entre dos enseñas nacionales y la bandera española. Rodeaba el kiosco un adorable jardín de encantador estilo. El servicio era realizado por distinguidas señoritas vestidas a la típica usanza española. Dentro del mismo jardín, un teatro y donde, al son de la gaita, se bailaban jotas aragonesas. Representaban el Barrio Español las Señoras Julia Martín de Lizquete, Estela Díaz de Dorta, Nubia Roig de Ramírez y Lolita Urrutía de Morales. Las señoritas Ramona Piñera, Emelina Suárez, Zenaida Cruz, Cusa Díaz, Teresa Brito, María Inclán, Gloria Barroso, Angustia Breijo, Maruca Franchi, Sara Romero, Emilia Figueroa y Fany Dorta. Tenía también este barrio su bazar con preciosos objetos de procedencia española. En el Barrio Español se expendían artículos de puro sabor español. No faltó la espumosa cidra, los vinos y licores españoles, así como las sardinas, quesos, chorizos, salchichones, aceitunas y demás artículos y embutidos de la Madre Patria.
Una simpatiquísima nota fue el día de la inauguración de la verbena. Todos los integrantes del Barrio Español formaron una alegre comitiva y delante iba un burrito cargado con dos pipas de vino y sobre el asno montado el popular gaitero, con su vestimenta y su célebre gaita.

BARRIO CHINO: La Colonia China de Los Palacios para esta verbena construyó un gran kiosko que contaba de dos pisos.
Fotografía: Logia Montecristi.

Destinado el primer piso a bazar, atendido por primorosas chinitas de deliciosa belleza y donairoso andar. Este barrio tenía infinidad de objetos de procedencia china, entre ellos valiosísimos mantones y sedas. Se danzó con gran lucimiento el Baile del Dragón. Puede afirmarse que la concurrencia al Teatro Chino, que estaba situado en el segundo piso, fue inmensa. Ningún participante de la verbena dejó de visitarlo. Este barrio estuvo dirigido por el Sr. Carlos Lam, que era a la vez el Presidente del Casino Chino de Los Palacios. Integraban el barrio las Señoras Fe María Rodríguez de Ferrer, Laudelina Torres de Castillo y Petrona Capote de Grenier y las señoritas Josefa Betancourt, Lolita Tejera, Carmelina Figueroa, Zenaida Suárez, Aracelis Brito, Juana María Cabrera, Silvina Chávez, Adelaida Bernal, Marina Azcuy, Elena Soto, Domitila Torres, Eloísa y Maria Josefa Tejera, Dilia Ramírez, Margarita Viñas y una encantadora chinita, Lolita García. El Barrio Chino fue el que más ganancias económicas aportó a la Verbena del año 1925.

BARRIO DE PASO REAL: El pueblo de Paso Real estuvo representado en la Verbena del año 1925 por lo más distinguido de su sociedad y un hermoso kiosco. Al frente del Barrio de Paso Real estaban las Señoras Dolores Achón de Orizondo, Emilia Lavale de Ríos y Rosalía Ledesma de Zarragoitía y asistidas por las señoritas Antonia González, Delia Suárez, Luz María López, Herminia Díaz, Mercedes Montoya, Dulce Sánchez, Consuelo García, Petra Rubio, Francisca Hernández y Caridad Fernández. También por Paso Real asistió la futura Condesa de Turín. En el Barrio de Paso Real, al igual que en los otros barrios, se expendieron ricas golosinas y comidas criollas. Además de un surtido bazar.

BARRIO ORIENTAL: Este barrio, compuesto por estimados elementos del pueblo, estuvo muy lucido y celebrado. Sobre todo su bonita casita criolla muy bien presentada y fue la nota simpática del barrio. El Barrio Oriental obtuvo unánimes elogios.

LAS CARRERAS DE AUTOMÓVILES
Fueron las carreras de automóviles el más importante evento de la Verbena del año 1925. A estas carreras se le dió carácter provincial y asistieron competidores de La Habana con sus autos. A la seriedad de su organización, al frente de los que se hallaba el Jefe Militar de Los Palacios, Teniente Andrés Cruz Garay, (6to. de izq. a derecha), así como las clases vivas del municipio y la importancia de los premios ofrecidos, despertaron un entusiamo colosal por el evento. Fotografía: Aida Pí.

Fue el pueblo de Los Palacios el primero en la provincia pinareña que celebró carreras de automóviles. Les cabe ese honor a los palaceños. Fueron verdaderamente un acontecimiento. Económicamente tuvieron las carreras, por concepto de entradas, un considerable ingreso para el municipio. No faltó en los terrenos adyacentes a la pista lo más distinguido y selecto de la sociedad palaceña.

RELACIÓN DE LOS AUTOS PARTICIPANTES Y SUS CATEGORÍAS:Categoría abierta:
Dodge Brothers Special Antonio Jané
Dodge Brothers Armando Martínez
Mercer Gustavito Fernández
Ford Special Oscar Alvarez (Calderón del Bote)
Chevrolet Manuel Castilla
Essex Luis Aisperrúa

Segunda categoría:
Dodge Brothers Vicente Guerra
Dodge Brothers Ignacio Ruiz
Ford Special José M. Durán
Dodge Brothers José Gil
Dodge Brothers Emilio Domínguez
Ford Special Oscar Alvarez (Calderón del Bote)
Chevrolet Manuel Castilla

Tercera categoría (Automóviles Ford)
Víctor M. Rodríguez Mario Ramírez
Julián Llera Andrés Navarro

Resultó triunfador en la categoría abierta el auto Mercer conducido por Gustavito Fernández, que hizo el recorrido en 9 minutos y doce segundos. En segundo lugar quedó el Dodge Brothers Special de Antonio Jané que utilizó un tiempo de 9 minutos y trece segundos. El triunfador de la segunda categoría lo fue el Dodge Brothers de Emilio Domínguez y en la tercera categoría el Ford piloteado por Julián Llera. Dada las buenas condiciones de la pista, a pesar de haberse corrido a “fantásticas velocidades”, no se lamentó el menor accidente.
(Fotografía: Logia Montecristi.

A las seis de la tarde del domingo 3 de Mayo, último día de la Verbena del año 1925, salió la procesión de la Iglesia Parroquial de Los Palacios. El Santo Patrón era llevado en andas por emotivos feligreses. Al frente de la procesión marchaba el presbítero José Rodríguez Suárez, el recordado Padre Pepe, quien se mantuvo por alrededor de treinta años como Cura Párroco de Los Palacios.
Para este solemne y religioso acto los festejos verbenales se interrumpieron hasta el tiempo que duró la procesión y la Santa Misa. La procesión transitó por las dos calles principales del pueblo, subió por la Calle José Martí, (actual Calle 21)y bajó por la Calle Antonio Maceo, (actual Calle 23). Una gran cantidad de público asistió espontáneamente a los actos religiosos, para cumplir con la necesidad espiritual de desahogar su fe y rendir culto al Santo Patrón.
En igual sentido se comportaron los festejos y los oficios religiosos en los futuros años. Hasta el 3 de Mayo de 1962, que fue la última vez que Jesús de Nazaret se paseó por las calles del pueblo que lo eligió como su Patrón.
Obtuvo tanto éxito la Verbena y la Fiesta Patronal del año 1925 que sirvieron de pautas a seguir para la celebración de los futuros festejos. La Verbena del año 1925 y la de los años siguientes fueron durante años motivos de orgullo para los palaceños y se le conocieron, en genuina expresión de reconocimiento y gratitud, como las “Verbenas de Perico Liz”.
Con el transcurrir de los años las verbenas siguieron su casi inexorable marcha de celebración. Aunque en algunos años obtuvo más éxitos que en otros, en relación a la situación económica imperante en el país.
Las verbenas, al igual que las Pascuas, por su arraigo tradicional formaron parte muy directa de la vida espiritual de los palaceños. Esos días traían consigo un ambiente festivo y de alegría, regocijo espiritual y paz interior. Palaceños ausentes regresaban a Los Palacios para celebrar en unión de sus familiares. Los más humildes hacían sus esfuerzos, tales como cebar un puerquito para su venta, mantener sus ahorros y todo aquello que pudiera generar ingresos para adquirir la vestimenta y en esos días disfrutar de los festejos, en igualdad de condiciones de los más favorecidos económicamente.
En las décadas de los años cuarenta y cincuenta, a las verbenas se le incorporaron otras actividades recreativas y de diversión, que prolongaban la actividad festiva por alrededor de un mes. La celebración de la tradicional fiesta palaceña se limitaba a los días 1, 2 y 3 de Mayo. Sin embargo, en la segunda quincena del mes de Abril llegaban al pueblo parques de diversiones que contaban con caballitos, montaña rusa, botes, canales de deslizamiento, carros locos, trencitos infantiles, sillas voladoras y la popular noria (estrella). Además se hacían acompañar de tiros al blanco y bazares repletos de bellos objetos de utilidad personal o para el hogar, que se obtenían mediante juegos de azar. En esos días los gitanos, en su eterno peregrinar, visitaban Los Palacios y, con sus misterios y leyendas, levantaban sus tiendas nómadas en algún solar yermo del pueblo y de inmediato se dedicaban a sus funciones predestinadoras. Terminada la verbena los parques de diversión con sus variedades permanecían en Los Palacios por unas dos semanas más.
Para amenizar las verbenas se contrataba para el último día, 3 de Mayo, una de las orquestas más famosas y populares del país. Los palaceños bailaron a los acordes musicales de orquestas y solistas de renombre, como Arcaño y Sus Maravillas, Belisario López, Cheo Belén Puig, Antonio María Romeu y su cantante Barbarito Diez, Benny Moré y su Banda Gigante, Ñico Membiela y la famosísima Orquesta Aragón, entre otros. Los dos primeros días eran cubiertos con orquestas de la provincia y charangas locales. La consolareña Orquesta “Hermanos Palacios” debutaba el día primero.
Las ganancias de las verbenas eran utilizadas en fines benéficos y obras sociales. La construcción o reparación de calles, aceras públicas, escuelas, la construcción de parques, apoyo a equipos deportivos y bandas municipales, adquirir una ambulancia y muchas cosas más, en beneficio de la comunidad, eran resueltos por sus ingresos gananciales. En el año 1958 la tradicional verbena no se celebró, motivado por el estado de beligerancia existente en la nación. No obstante, la procesión se efectuó pacífica y religiosamente.
Con el triunfo revolucionario del año 1959, la verbena se celebró en una alborada de alegría y esperanzas. Le correspondió su organización al Sr. Eladio Alles Collazo, Comisionado Municipal de Los Palacios, y con la participación, como en las anteriores, del comercio y las sociedades civiles se llevaron a efectos unos grandiosos festejos. Para esta oportunidad se utilizó la céntrica Calle Antonio Maceo (actual Calle 23) y se cerró desde las transversales Calle Céspedes, (actual Calle 24), a la Calle Serafín García, (actual Calle 28). La Orquesta Aragón estuvo presente el día 3. La procesión realizó su recorrido y fue más inmensa que nunca. En los años 1960 y 1961, primeros años del poder revolucionario y de inquietudes políticas, los festejos verbenales, la procesión y oficios religiosos se ejecutaron felizmente.
El año 1962 estuvo marcado como convulso y de grandes divergencias sociales y políticas, motivado por una transformación que a pasos agigantados comenzaba hacerse sentir. El nuevo sistema a desarrollarse se hacía acompañar de una ideología y una nueva estructura política, social y económica que antagonizaba con muchas de las tradiconales formas de vida del pueblo cubano. La verbena de ese año 1962 se celebró en el mes de Julio, no en el mes de Mayo, como tradicionalmente se acostumbraba. En el mes de Mayo de 1962 la Iglesia de Los Palacios carecía de sacerdote. Los oficios religiosos eran atendidos por el Padre Morejón, sacerdote de la vecina Parroquia de San Diego de los Baños.
El Día del Patrón de ese año 1962, el Padre Morejón, en una posición de responsabilidad y cordura, se opuso a que se efectuara la procesión y se negó a entregar el Jesús de Nazaret que año tras año acompañaba a la procesión en su honor. Esta postura del Padre Morejón se debió al momento imperante y el temor que la procesión fuese utilizada por personas completamente ajenas a la iglesia, para manifestarse políticamente y hacer sentir su inconformidad con el sistema. Los feligreses de la Iglesia de Los Palacios mostraron su conformidad y apoyaron la determinación del anciano sacerdote.
Ante este negativo, el público conglomerado frente a la iglesia que aspiraba sacar la procesión, se dirigió a la morada de la Señora Juana Dancausse y allí obtuvieron una bella imagen en yeso del Redentor. Comenzada la procesión, que partió del hogar de la Señora Dancausse, de inmediato se comenzaron a escuchar consignas anti-gubernamentales. Al concluir la procesión, varios jóvenes identificados con el proceso revolucionario se liaron a puñetazos con algunos de los que tomaron parte en la procesión. Después de aquel incidente la procesión en honor del Santo Patrón no ha peregrinado más por las calles de Los Palacios.
Los oficios religiosos propios de la celebración de una Fiesta Patronal, se han venido realizando todos los años en la Parroquia de Los Palacios. En ese día, después de la Santa Misa, Jesús de Nazaret es conducido por emotivos fieles hasta la verja de entrada a los predios de la iglesia y que la separa de la acera pública. En los rostros de los participantes, en esta corta peregrinación, se reflejan la alegría y el regocijo espiritual, pero, al tener que regresar con el Santa Patrón al interior del templo, sus dichas se convierten en tristeza y se preguntan: ¿Cuándo Jesús de Nazaret se paseará nuevamente por las calles del pueblo que lo eligió su Patrón?.

Los Palacios. (Término Municipal, con un área de 755 kilómetros cuadrados. Pertenece a la provincia de Pinar del Río, la más occidental de Cuba. Limita por el norte con los Términos Municipales de Consolación del Norte (La Palma) y Cabañas; por el Este con el Término Municipal de San Cristóbal; por el Sur con el Mar de las Antillas y por el Oeste, con el Término Municipal de Consolación del Sur.

Bibliografía:
*Geografía de Cuba (Esteban Pichardo-1854)
*Notas Sociales de Los Palacios
Manuel Medel Nodarse
Periódico “El Mundo”
10 de Mayo del año 1925.

jueves, 4 de febrero de 2010

Representación Femenina en Los Palacios

Doctora Roselia González Quiñones, cariñosamente conocida como la Doctora Roselia. Prestó sus servicios profesionales demostrando siempre su extraordinaria devoción por su profesión y el sentido humano con el cual atendió a los que necesitaban sus cuidados sin importarle condiciones. En la foto aparece también el Señor Serafín "Fito" Quiñones, en una ocasión aspirante a la Alcaldía Municipal de Los Palacios.
Señora Clara Díaz, esposa del Doctor Lucilo Díaz Fernández, que trabajó muy tenazmente, tanto en actividades políticas como en las relacionadas con la profesión de su esposo. Muy activa en las funciones religiosas y sociales del pueblo de Los Palacios.












Señora Ana María Valdés, prestiosa educadora palaceña, con muchos años de servicios prestados a la educación en el Municipio de Los Palacios. En la foto, acompañada de su hijo Efrén Toledo, recibiendo el merecido homenaje de la Asociación de Palaceños de la Ciudad de Chicago, en el año 1974.







“Sin sonrisa de mujer, no hay
gloria completa de hombre”
José Martí

No estaría por tanto completo este historial relacionado con Los Palacios, si en sus páginas faltara una crónica dedicada a la mujer, lo más perfecto de la creación divina, que con tan altos valores y figuras distinguidas ha estado este género representado en Los Palacios, a las que queremos dedicar este capítulo a manera de homenaje fervoroso.

En Los Palacios existieron, en todas las épocas, mujeres rebosantes de sensibilidad humana y ternura, que no se conformaron en tan solo llevar una vida de responsabilidades hogareñas, sin ser útil a sus semejantes, ni mitigar una pena o encauzar una idea noble y generosa. Contribuyendo, además, a la cultura y progreso de su pueblo, con el amoroso impulso de su dulce emotividad, la emoción excelsa de su amor y su bondad infinita.

En esta hora nebulosa en que vivimos, llena de ingratitudes e indeferencias, parecen un poco olvidadas por los que las conocimos y de algunas recibimos el pan de la enseñanza y disfrutamos de tantas cosas nobles y buenas, obtenidas por la consagración de sus esfuerzos y anhelos. Los que han venido después, nada saben de sus vidas ejemplares y nobles. Tengamos siempre presente lo expresado por aquel pensador: “La humanidad es un poco ingrata y olvidadiza, pero dejaría de ser humanidad, si así no fuera”.

Se convierte en un imperativo comenzar este tributo de recordación a la mujer palaceña con la obligada invocación al nombre de Fortuna Medel, perteneciente a una antigua y prestigiosa familia del suelo natal, de profesión educadora y que fue para la juventud de su época especie de un hada bienhechora y excelsa, amparo del necesitado y consuelo del afligido. Fervorosa practicante de la fe católica y promotora de grupos teatrales y participante, con su callado y modesto proceder, en toda obra de mejoría humana. Al construirse en Los Palacios en el año 1956 un moderno Centro Escolar, se le impuso, como recuerdo póstumo, su nombre.

Marcelina Mesa , aquella negra, alta y fornida, pronta a cuidar un enfermo o prestar su concurso en los momentos en que más se necesitan una mano amiga y un hombro en que descansar.

Las parteras Agustina y Ángela, serviciales y desinteresadas, que por más de cuatro décadas fueron los ángeles buenos que no regatearon a nadie su atención y su cariño en el momento sublime y doloroso del parto.

Rosita Castillo y Fefita, empleada del Juzgado Municipal, (esposas de Abelardo Fúster y Genarito Valdés), ambas eran grandes amigas, porque eran iguales, poseían espíritus de luz y tenían almas soñadoras y de artistas. Organizadoras de veladas culturales y recreativas, bailes de disfraces y comparsas.

Aurora (Aurorita) Más, maestra por años en Los Palacios, además de introducir a sus alumnos en el mundo del conocimiento, también los proyectaba en otras actividades y cualidades humanas. Recta y severa, que a fuerza de puñetazos lograba dominar sus discípulos más montaraces y entre correazos y reprimendas repartió el pan de la enseñanza a cientos de palaceños, que hoy se lo agradecen. Detrás de su fuerte carácter se escondía una noble mujer.

Juanita Medel, laboriosa y locuaz, se le veía a diario, con sus espejuelos redondos a punta de nariz, detrás del mostrador de su bodega realizando las funciones de dependienta.

Gabriela Dancausse, la amorosa madre de los Bárcenas; toda abnegación y sacrificio. Que junto a Antonio Bárcenas, su esposo y padre de su prole, luchó sin descanso por el bienestar y decoro de su familia.

Margarita Coll, que muy joven y casada con el relojero Don Vicente García y trayendo entre su regazo materno a su hijo Alberto García, se traslada a vivir a este pueblo proveniente del ultramarino Regla. Era intrépida y campechana, trasnochadora y dotada de un gran entusiasmo por la vida. Amante del teatro y el cine. Siempre dispuesta a participar en actividades sociales y la recogida de aportes económicos para obras humanitarias.

Rosita Ipsán, la dulce madre de los elocuentes y simpáticos Nardo Ipsán. Laboriosa y bondadosa y a quien los años y el exilio no le robaron jamás su temperamento dispuesto y alegre. La que no es posible recordar, al igual que su hogar, sin un poco de emoción, de cariño y de tristeza en el corazón.

Las hermanas Valverde, Ofelia, Sara y Chali, que además de educadoras, eran fervorosas católicas y se desenvolvían como forjadoras de conciencias cristianas en la catequesis de Los Palacios.

Chavela y Beba Inclán, que operaban la Academia Inclán situada en la antigua Calle Serafín García, (actual Calle 28). Centro educacional donde se impartía la primera y segunda enseñanza, inglés, mecanografía y taquigrafía, y por su dedicación constante y generosa al magisterio cooperaban a la formación de las niñas y niños de su academia en las mujeres y hombres del mañana.

Hilda y María Guerra, laboriosas palaceñas, que a merced de sacrificio y tesón se hicieron maestras. A la vez que ejercían la hermosa profesión de educadoras en las Escuelas Públicas, a mediados de la década de los años 50's, establecieron la “Academia Luz y Caballero”, para la segunda enseñanza. Los alumnos que recibieron de ellas el pan de la enseñanza las llevan en sus corazones y en el recuerdo perenne, por los muchos beneficios y bondades espirituales de ellas recibidas y que a todos les llegaba.

Mercedes Pérez Escudero, creadora y profesora de la Academia "José Martí", donde cursaron sus estudios primarios y secundarios gran cantidad de niños y niñas del Término Municipal de Los Palacios, que fueron preparados para ejercer distintas profesiones.
Robustiana Reinoso, esposa del Señor Arturo Linares, miembro respetable de la "Logia Montecristi", de la orden masónica. Robustiana, siempre amable, que junto con su esposo Arturo, fue la fuerza de honestidad y decencia, de una familia querida y respetada por todos los palaceños.
Y así estas mujeres y otras más, a veces en mayor grado a veces en menor, le dieron a Los Palacios los tesoros presentes en sus corazones. Ellas por su dedicación y participación en la sociedad palaceña y su amoroso recuerdo, orlan de oro las paginas de este historial sincero y devoto. Lo harán más interesante y amado para aquellos que lo lean y sepan apreciar lo que a las almas dilectas dicen un nombre de mujer y un recuerdo amable.