sábado, 24 de octubre de 2009


Breves Notas Sobre la Historia del Término
Municipal de Los Palacios
"Fortalecer nuestras tradiciones enriquece nuestro porvenir". (Anónimo).
Por Osvaldo Gotera

Esta situado casi en el centro de la provincia, entre la costa Sur y la Sierra del Rosario. Limita por el Norte, con los TMS., de C. del Norte y Cabañas; por el Este, con el TM., de San Cristóbal; por el Sur, con el Mar de Las Antillas y por el Oeste con el TM., de C. del Sur. Patronos: Jesús de Nazareno y La Inmaculada Concepción. Barrios Originales: Limones, Macurijes, Paso Real, Santo Domingo, Santa Mónica, Sierra y Urbano.
La cabecera es la Villa de Los Palacios, fundada en el año de 1760 en terrenos del hato "El Ciego". Está situada junto al río de su nombre, y según el censo de 1953 contaba entonces con una población de 5,250 habitantes. Además de la cabecera, el Término Municipal contaba con dos núcleos de población dignos de citarse: Paso Real de San Diego, Bacunagua y el Central La Francia. Paso Real, antes llamado Julián Diaz, está situado en ambas orillas del río San Diego, sobre la línea de los Ferrocarriles Occidentales a siete kilómetros de Los Palacios, con el que se comunica tambien por carretera, existiendo otra que lo une a la Cerretera Central y al pueblo de San Diego de los Baños. Su población urbana era en 1953 de 1,436 habitantes. Bacunagua es un caserío existente entre Los Palacios y Taco-Taco, a orillas de la línea férrea.
El pueblo de Los Palacios fue fundado en 1760, en terrenos del Hato El Ciego, conforme hemos dicho anteriormente. Sobre su nombre existen varias versiones, entre ellas: Una destaca que se llamó "LOS PALACIOS", en memoria del pueblo de ese nombre, bastante antiguo por cierto, que aún existe en Andalucía, en España, de donde procedían muchas de las familias fundadoras del nuevo poblado. Otra, pasada de generación en generación, señala que mucho antes de la fundación del pueblo, vivían en la orilla oeste del rio Los Palacios, una numerosa familia de apellido Palacios y se oía a los vecinos y habitantes cercanos del lugar, decir: "voy a pasar por el sitio de los Palacios","mañana iré a la casa de los Palacios", refiriéndose claramente al apellido de dicha familia. La fundación se produjo en una época en que todavía solían verse por las inmediaciones algunos aborígenes.

Originalmente una Capitanía Pedánea adscrita a la Tenencia de Gobierno de San Cristóbal, Los Palacios, pasó a la condición de Término Municipal el 1 de Enero de 1879, al dotársele de Ayuntamiento, conservando dicho carácter hasta la promulgación de la Orden Militar 23 de 1902 que lo suprimió, incorporando sus barrios al Término Municipal de San Cristóbal. Una ley de 20 de Julio de 1910, iniciativa del representante pinareño Severo Moleón y Guerra, le restituyó el carácter de municipio. Al principio la población inmediata, Paso Real de San Diego, tenía vida propia y era conocida con el nombre de Julián Diaz. Fundada en 1820, no tardó en convertirse en Capitanía Pedánea, llegando a contar en 1851 con 50 casas y 248 habitantes, pero como carecía de iglesia y de todo culto, el pueblo no progresaba.
El 1 de Septiembre de 1866 se le reconoció como Término Municipal, dotándosele de Ayuntamiento y dándosele el nombre de Paso Real de San Diego, que conservó hasta decisión del gobernador general de 29 de Julio de 1898 restituyéndole el nombre antiguo de Julián Diaz, sólo para que en definitiva el Ayuntamiento fuera suprimido por la Orden Militar 423 de 1900, que dispuso que parte de sus barrios se incorporaran a Los Palacios y parte a Consolación del Sur.Terminamos esta breve sinopsis usando las frases textuales que aparecen al final del folleto del palaceño Mongo Torres:
"Pero el antiguo pueblito indio, ha de sobrevivir, y como el AVE FENIX DE LA LEYENDA, ha de surgir de sus cenizas. MACURIJES, es decir, LOS PALACIOS ha de volver a ser, algún día lo que fue por la laboriosidad de sus hijos. Joya rica, de la VIRGEN CUBA, que ciñe en sus sienes, la esmeralda vuelta--abajera...Asi será, si Dios nos ayuda".

domingo, 18 de octubre de 2009

Entradas al pueblo de Los Palacios


Puente sobre el Río Los Palacios. Entrada al pueblo por el Oeste.







Entrada al pueblo por el Norte.



Fotografías: Ángel González.


SOY PALACEÑO
Por Osvaldo Gotera Perugorría













Soy Palaceño, de Los Palacios, P. Río, Cuba.
Del Los Palacios, que vivimos. Del que aprendimos a querer.
Al que recordamos y que jamás olvidaremos.

¿Qué es ser Palaceño?
O mejor dicho. ¿Qué otra cosa podíamos ser?

Soy Palaceño, de Los Palacios, P. Río, Cuba.
Para algunos esto acaso no es mucho,
pero para mi yo íntimo le basta y le sobra.

Soy Palaceño, de Los Palacios, P. Río, Cuba.
Podía ser de Sta. Cruz de Los Pinos =San Cristóbal (donde nacimos); de Candelaria;
de Consolación del Sur, o de La Habana (la Gran Ciudad), desde donde
muchos pretenden venir, pero eso sería ser artificial, hijo del papel y la tinta,
que no cuadra a mi manera de ser.

Soy Palaceño integral, de las buenas y las malas,
de las verdes y de las maduras.

Soy Palaceño, de Los Palacios, P. Río, Cuba.
Tengo un escudo y un mapa. No es mucho.
Pero todo es nuestro.

Y tengo sobre todo, una historia llena de nombres, hechos y lugares.
De recuerdos. Tenemos nuestra historia hecha con nuestros esfuerzos.
Con errores. Con aciertos.
Pero es nuestra historia.

Somos Palaceños, de Los Palacios, P. Río, Cuba,
de café negro, de tabaco,
caña y arroz, de música y ron.
De bailes en los Círculos Sociales,
de la procesión del Santo Patrono,
de las Verbenas del mes de Mayo,
de la Playa Dayaniguas.

Soy Palaceño, de Los Palacios, P. Río, Cuba,
de hablar a gritos,
de jugar a la pelota con mis amigos blancos y negros;
de admirar a las bellas palaceñas;
de caminar por el Paseo de la Calle Antonio Maceo;
de ir a la Estación del Ferrocarril,
para esperar la llegada del tren de las nueve;
de asistir a las sesiones de la Logia “Montecristi”;
de conocer las logias fraternales e iglesias.


De contar con la amistad de Agustín Gato,
del Hermano Masón Buenaventura Calderón,
y de la querida Robustiana y su tacita de café.

Soy Palaceño, de Los Palacios, P. Río, Cuba.
Del Central La Francia (Fotografía: Nelson Fernández),
del Molino Arrocero,
de Paso Real de San Diego; de Rancho Mundito;
de Bacunagua; del Barrio Guano y de los
Reparto Norton y Nueva Era.



No soy un ciudadano, soy una pasión que camina.
Y cuando enfrento a la realidad de mi vida,
que es la lejanía del pequeño y querido terruño, me transformo.
Por eso muchas personas no me entienden.
¿Cómo van a entender que quien tenga casi todo, pida más?
Y es que esos no saben que ese todo reluciente,
adquirido en tierra prestada, a la que mucho agradecemos, y
bajo sol ajeno, no puede curar una enfermedad fatal
que se llama ¡NOSTALGIA!

Dicen que lo que se quiere, cuando se pierde,
se vuelve más amado todavía.

¿Qué era Los Palacios, P. del Río, Cuba?
Pintoresco lugar, desde donde se puede apreciar
la majestuosa y sin igual belleza de la
Sierra de los Órganos y sus típicos paisajes
vueltabajeros como la hacienda “San José de Sumidero”.

Sus campos, vegas y palmas.
No necesitamos ver estas cosas y no las echamos de menos
y saben por qué: Porque las llevamos dentro.

Así, dentro del alma, cargamos a Los Palacios por
todas partes, como un escudo para defendernos de un siniestro.
Con la historia de nuestro querido Los Palacios, vamos
por el mundo, hablando de este querido pedazo de tierra.

Muchos dicen que estamos “locos”, que necesitamos
ayuda profesional. ¡Pues claro que lo estamos!
¿Quién no va a estar loco, si obtiene una herencia
familiar y le roban el testamento?

Los libros que allá no leíamos, los hemos leído ahora aquí.
Los cuadros que allá no mirábamos, los miramos ahora aquí.
La historia que allá no conocíamos, la hemos aprendido ahora aquí.


No vivimos en una casa, ni en un apartamento,
vivímos en un baúl de recuerdos.
Cada vez que destapamos el baúl y encontramos
una fotografía gastada, sufrimos una herida.

Cada palabra criolla que habíamos olvidado
y se redescubre, se transforma en un amuleto
con el que defendemos nuestra autenticidad.

Para nosotros, ser Palaceño es una prueba amarga.
En el destierro, la prosperidad material y la
indiferencia del extraño ante nuestro drama,
nos hacen un solitario.

Nadie nos entiende. Nadie respeta nuestra vigilia,
en espera de que amanezca.
Hasta unos pocos miembros de la familia.
Algunos nos piden que olvidemos,
que nos adaptemos, que hagamos como los
refugiados del mundo: iniciar una nueva vida.

¿Se puede seriamente iniciar una nueva vida?
¿Dónde comenzaremos nuestras nuevas raíces en esa nueva vida?

¿En el 4 de julio americano?
¿En La Independencia Española?
¿En una novela de ficción?

No. La historia de un pueblo
no puede ser una invención diaria, llena de lo artificio de lo prestado.
La historia de un pueblo es la continuidad, lo vivido.

Sobre el suelo querido, el palaceño ha sido de todo:
matemático, jugador de pelota, jugador de gallos, bailador,
cantador de puntos guajiros, profesional, político, rumbero y profesor.

Luis Fúster, con sus visitas a nuestros hogares, es el Palaceño nuestro.
Lencho el cocinero, es el palaceño nuestro.

Lucho y su filarmónica, es el palaceño nuestro. José María el cocinero,
es el palaceño nuestro. El Dr. Lucilo Díaz, el Dr. Valverde,
Higinio Alvarez, Ramón Alonso, el palaceño-español. La Doctora Roselia.

Los días primeros del año es Los Palacios; los 6 Colegios, Fotografía: Archivo (OGEPE),
es Los Palacios.
Nuestra boda con la querida Hilda.
El nacimiento de nuestro querido hijo Osvaldo Lázaro es Los Palacios,
asi como su trayectoria en la educación local.



El Puente sobre el Río Los Palacios y las crecidas del río.
La Ceibita. Del Estadio Cor. Rosendo Collazo.
El Molino Arrocero, y el trasbordador de caña.
¿Se puede olvidar todo eso, porque el anfitrión sea generoso
y la mesa esté bien servida?

Pero Los Palacios está allí, esperando por los hijos dispersos,
simbolizados por este palaceño.