viernes, 9 de abril de 2010

Alcaldes Municipales del T.M., de Los Palacios

Relación de alcaldes municipales y fechas de elección o designación es la siguiente:

1899 - Pedro Costa
1899/1900 - Tomás Marrero
1901 - Luis A. Fernández Aguirre
1902/1909 - NO EXISTÍA EL TÉRMINO MUNICIPAL
1910 - José Tapia
1912/1920 - Filiberto Azcuy y Pérez
1922 - Pedro Liz Cabezas
1926 - Higinio Álvarez
1932 - Evelio del Pino y Ponce de León
1933 - Emilio Puentes y Leal (DE FACTO).
1936 - Pedro Liz Cabezas
1940 - Dr. Lucilo Díaz Fernández
1944/1954 - Francisco Bugallo Blanco

Años 1940-1944. El Alcalde Municipal de los Palacios, Dr. Lucilo Díaz Fernández, rodeado del Cuerpo de la Policía Municipal. De pie aparecen, de izquierda a derecha: Pinine, Bernal, Orozco, Juan Victorero, Ramón Barroso, Yiyo Cuala y dos miembros de la familia de apellido Viera. Sentados de izquierda a derecha: Ramón (Mongo) Batabanó, el Jefe del Cuerpo Víctor Jiménez, el Dr. Lucilo Díaz, Francisco Sánchez, y en el estremo derecho sentado, Soto, vecino del pueblo de Paso Real.




Grupo de Concejales a la Alcaldía Municipal de Los Palacios, en el año 1940, en unión del Alcalde Municipal, Dr. Lucilo Díaz Fernández. Entre ellos hemos podido identificar de izquierda a derecha, de pie en la fila superior: (3) Ciprián Cruz, (4) Dr. Lucilo Díaz Fernández, (5) Francisco "Chino" Sánchez. Sentados: de izquierda a derecha: (3) José Cabrera, (4) Juan Remedios, (5) Javier Ipsán, (6) Joaquín "Chuco" Calderón.

jueves, 8 de abril de 2010

Hacienda Cortina
(Parque LA GÜIRA)
 
 Información tomada del Libro San Diego de los Baños,
Fragmentos de su Historia

Por el P. Joaquín Gaiga

"Nadie ama a su patria por ser grande, sino por ser suya". Séneca.


Entrada al Parque LA GÜIRA
Hacienda Cortina.
Con respecto al tiempo y la manera en que nació el parque y se fue perfeccionando y ampliando, hay claros testimonios. Corrían los años 1916-1917 cuando el Señor José Manuel Cortina, notable abogado y orador cubano, adquirió los primeros terrenos de La Güira, donados por una señora a la cual le prestó un gran servicio forense.

Cuando él vino a ver la recompensa que le había tocado se quedó fascinado por la belleza del lugar, también por la cercanía de la sierra, y parece que se enamoró de forma tal de aquellos parajes que nombró a una persona para que le atendiera las tierras. Hizo después cercar las mismas y en ellas comenzó la cría de ganado vacuno y la siembra de árboles maderables y frutales.

En el año 1920 construyó la portada de piedra dándole su nombre a la finca. Junto con la portada construyó su casa de visitas, y las casas china y japonesa. Siendo hombre que le gustaba lo exótico en relación a las plantas y aves, para ciertas especies de aves traídas de América hizo construir en varios sitios sobre los árboles casitas adecuadas a su reposo.

Posteriormente fabricó un mausoleo donde yacían los restos de sus padres y donde el sacerdote daba misa en ocasiones en que Cortina venía de temporada con su familia. Otra atracción de la finca, creada por Cortina, fue un lago artificial navegable.

En efecto él continuó invirtiendo en la compra, ampliación y organización de una finca de extraordinaria dimensiones y en la ornamentación del parque, los provechos de su exitosa actividad forense y de sus otros comercios. Y nunca se encontró en San Diego a alguien que lo recuerde con rencor.

La entrada del parque era majestuosa. Una vez cruzada esta entrada, el primer tramo del camino, en rápido ascenso como el resto de los caminos que se cruzan y entrelazan entre la variada vegetación, eran en parte pavimentados en mármol, flanqueados por mil faroles esparcidos por doquier. Caminos flanqueados por bosques de una gran variedad de árboles tropicales. Más arriba, al oeste del río y del pequeño lago, había una linda estatua de Venere que tenía delante una amplia fuente de agua. Al lado opuesto de la misma fuente estaba, una estatua en bronce de un negrito tendido en el suelo que recordaba el legendario Taita Domingo sanado por las aguas del río Caiguanabo. Desde este punto, mirando alrededor, se gozaba de la visión encantadora como de un anfiteatro verde de variado matiz.




Mientras que más cerca puede disfrutarse del encanto de jardines a lo largo de una escalinata y una breve avenida cuya belleza justifica el atributo de "Pequeña Versalles", que alguien dio al lugar. Otra atracción eran las numerosas cabañas de varios tipos y dimensiones construidas en los propios árboles. Pero la sorpresa más asombrosa eran las llamadas "casa asiática" y la "casa japonesa". Fotografías: Ángel González.


El Inventor del Parque, Manuel Cortina:


Algunas estatuas están rotas o
han desaparecido.
Llegados a este punto, bien se justifica nuestro deseo de profundizar en conocer  la persona
 de Cortina, del cual no hay en San Diego un mal recuerdo. Quien tuvo la oportunidad de conocerlo antes que emigrara a Estados Unidos lo recuerda exteriormente como hombre alto, delgado, muy fino y gentil. En el momento en que fue nacionalizada la Hacienda Cortina, la propiedad alcanzaba las enormes proporciones de mil quinientas caballerías. Sin embargo, dentro de esta propiedad él ofrecía trabajo y con qué vivir a gran número de familias. Además ofrecía instrucción a los hijos de esas familias.

Actualmente El Parque La Güira ha perdido mucho de su antiguo esplendor. Queda en cierta medida el de la naturaleza, pero siempre más numerosos son los árboles plagados y en parte despojados por los curujeyes.  Las afamadas pagodas se encuentran sin tejas en el techo, sin puertas y ventanas y con escombros  por doquier.
Del lindo lago de un tiempo, surcado por pequeñas embarcaciones y resonante de las alegres exclamaciones de comitivas en busca de diversión, se ha reducido a un valle desolado animado sólo por el murmullo del viento y del riachuelo cuya superficie embellece todavía alguna mancha de prósperas ninfeas.

Las fotografías insertadas a continuación fueron tomadas por Edel Valdés, el mes de Junio, 2012.






Estatua de Venere y la Fuente.























Estatua de un niño de la raza negra, tendido
en el suelo que recordaba al legendario
Taita Domingo, sanado por las aguas del
Río Caiguanabo.














Otra vista de la Estatua de Venere.














La Popular Campana.









Algunos animales son
ahora residentes.














Restos del Castillo.


























Entrada al edificio del Balneario.




























Más residentes.










¿Algunas
reparaciones?



























domingo, 4 de abril de 2010

Comentarios Relacionados con Actividades
Deportivas

Por Osvaldo Gotera Perugorría

A principios de la década de los años 1940, nuestra familia hubo de trasladarse al pueblo de Los Palacios, procedentes del pequeño poblado de Santa Cruz de Los Pinos, donde el que redacta la presente hubo de nacer, así como mi hermano Orlando, ya que mi padre que pertenecía al Ejército Nacional de Cuba, como miembro de la Guardia Rural, fue trasladado a Los Palacios. Debemos destacar que ya habíamos vivido por éstos alrededores, (Central La Francia, donde nació mi hermana Ostelinda y Paso Real de San Diego, donde conocimos a la estimada familia del barbero Antolín Medina, barbero en Paso Real.

En Los Palacios, fuímos a vivir a la Calle José Martí, (actual Calle 21), cerca del Centro Telefónico, que atendía Olga y familia, casi frente al Juzgado Municipal, que en aquella oportunidad presidía el Dr. Jacinto J. Carluch, con Genarito Valdés como Secretario, su esposa Fefita como Escribiente y Dimas Ortega, como Conserje.

Ingresamos en la Escuela Pública, (Los 6 Colegios-3 aulas de varones y 3 aulas de hembras), situado en la Calle Céspedes, (actual Calle 24), con el maestro Ulpiano Rodríguez, después pasamos con la Señorita Aurorita, (Aurora Más). Al trasladarse ésta a la ciudad de La Habana, fueron nuestros maestros, Adria Núñez, como suplente y Julio Garriga, terminando nuestra educación elemental. También tomamos clases de Mecanografía, Taquigrafía e Inglés, con Isabel Inclán, (la querida Chavela). Recordamos la amabilidad y el cariño de la familia Inclán, para todos los alumnos de la Academia Inclán, especialmente Chavela y su hermana Beba. Conservaban un automóvil de principios del siglo XX.

Existía por entonces un equipo de pelota, el cual integraban entre otros, Pedro Ferro, uno de los mejores jardineros centrales de aquella época del beisbol cubano; Orlando Núñez, el defensor del campo corto; Antonio Herrera, formidable receptor con un potente brazo; Armando Fernández, excelente lanzador. El campo de juego se encontraba junto al terraplén que conducía al Central La Francia, cerca del trasbordador de caña. Mucho deseaba ser el "carga-bates" del equipo. Traté de lograrlo, pero no tuve éxito.

Con el transcurso del tiempo, surgieron otras figuras beisboleras que recordamos: Amancio Ferro, hermano de Pedrito. Amancio hubo de jugar pelota organizada en las ligas menores norteamericanas con bastante éxito. Roberto Fernández Tápanes, que hubo de integrar el equipo del Cienfuegos de la Liga de Beisbol Profesional Cubana, jugando en el Estadio del Cerro, en La Habana. En su primer año discutió el honor de Novato del Año. Perteneció también al equipo de los Havana Cubans que formaba parte de la Liga Internacional de la Florida, propiedad éste equipo de la Familia Maduro.

Fotografía de Archivo (OGEPE), Tápanes, el último sentado de izquierda a derecha). Tápanes también jugó en varios países latinoamericanos y concurrió un año al entrenamiento de los Senadores del Washington. Jugó también en las Ligas Menores norteamericanas, en las ciudades de Lubbock y Abilene, en el Estado de Texas. Tápanes participó en el primer juego de beisbol televisado en Cuba. (Octubre 31, 1950). Participó en la V (Año 1953) Serie de Béisbol del Caribe en La Habana, jugando la primera base del equipo de Panamá y en la Serie VIII (1956) en Panamá jugando con el equipo cubano de Cienfuegos.

Al mismo tiempo teníamos entre nosotros figuras de formidable calibre beisbolero, como Enrique Pestana, (En la fotografía de archivo (OGEPE), primero de derecha a izquierda), al que personalmente consideramos uno de los jugadores más completos y prometedores del beisbol cubano, con gran potencial y hubiera llegado sin lugar a dudas a jugar un fuerte beisbol profesional, si la condición
en las cuales se desarrollaba hubiera sido distinta. También Vicente Llano, (En la fotografía de archivo (OGEPE), segundo de izquierda a derecha), vecino del central La Francia, extraordinario lanzador derecho, con el cual compartimos muchas actuaciones como su receptor. Llano jugó con el equipo de aficionados de Artemisa y formó parte de selecciones provinciales y nacionales cubanas. Estamos convencidos que Vicente, tenía calidad de lanzador de grandes ligas, una vez que hubiera tenido la oportunidad de dedicarse por entero al beisbol. (El joven agachado en el centro de la fotografía es mi querido hijo Osvaldo Lázaro Gotera Guerra, "carga-bates" del equipo).

Otro jugador de calidad, Jesús (Ñíngue) Valdés, defensor del campo corto, que fue firmado para jugar pelota en las ligas menores norteamericanas, aunque nunca viajó a los EE.UU. Hijo de Alejandro Valdés, vecino del Central La Francia y que en unión de varios palaceños, entre ellos el zurdo Pablo Cabrera, que fue también líder sindicalista en el Central La Francia y Félix Leal Pestana, jugaron un beisbol de alta calidad en la provincia pinareña.

Como amantes del deporte, hubimos de preparar un cuadrilátero, en el patio de nuestra casa en la Calle José Martí, (actual Calle 21), donde se efectuaban peleas de boxeo entre jóvenes palaceños. También lo hicimos en la valla (chiquita) de gallos, que tenía en el patio de su casa el gallero Guillermo Suárez, en la Calle Céspedes, (actual Calle 24).


De pie, de izq., a derecha: Roberto de
la Cruz, Rico Hevia, Pao Cabrera, Pepe
Polo, Osvaldo Gotera, Armando
Fernández. Arrodillados, de izq., a
derecha:  Adalberto Pérez (el morito),
Guillermo Verde, Oscar Fernández,
Felito Fernández y Gerardo Núñez.
Cargabates: Hijo de Alberto Acosta.
Fotografía cortesía de Roberto
de la Cruz y Aida Pí.
Se organizó el equipo de béisbol Martí y Maceo,  por el Club Hispano Cubano.
(En la fotografía de archivo (OGEPE), equipo original del Club
Hispano Cubano, antes de su integración). Los integrantes después eran de ambas razas, pues la calidad de los jugadores miembros iniciales del club social, no era suficiente para formar un equipo capaz de competir victoriosamente contra los demás equipos de la provincia. Esto se logró aunque existieron polémicas al efecto, frente a la directiva existente en aquellos momentos al frente del Club Hispano Cubano. Delio Cabrera, fué parte muy esencial en la organización de éste equipo, así como Oscar Fernández, Adalberto Pérez y el que escribe. Entre otros muchos, los jugadores: Enrique Pestana, Reynaldo Amaro, El Prieto Linares, Amancio Ferro, Desiderio (Yeyo) Ferro, Oscar Fernández, Gerardo Núñez, Armando Fernández, el Negrito Reinoso y Adalberto Pérez. 
De izq., a derecha: Adalberto Pérez,
Oscar Fernández y Osvaldo Gotera.
Fotografía Archivo (OGEPE).
El Club Hispano Cubano, practicaba también el volibol, llegando a contar con un potente equipo, que compitió exitosamente y en menor escala, también practicó el boxeo como recreación entre sus miembros.

Existió también el equipo Deportivo Los Palacios, como una derivación del equipo Martí y Maceo, bajo la dirección de Delio Cabrera, con la asistencia de Félix Pestana. Este equipo compitió exitosamente en toda la provincia y contra equipos nacionales. El equipo cambió de dirigentes en varias ocasiones.

En el año 1959, según orientaciones del Inder, (Organismo que dirigía los Deportes), se organizó el aparato correspondiente que tendría a su cargo, la construcción del Estadio General Rosendo Collazo. (Fotografía de Archivo (OGEPE). (Comité Pro Estadio Municipal). Esta organización estuvo presidida por Delio Cabrera, con el Doctor Emilio Fúster, como Tesorero; Osvaldo Gotera como Secretario y los Vocales, Adalberto Pérez, Félix Pestana y Oscar Fernández. Los Palacios, fue uno de los seis primeros municipios que logró el crédito correspondiente para iniciar los trabajos del estadio, que fue logrado por el esfuerzo tenaz de éste grupo de deportistas que hicieron posible que el estadio fuera una realidad. Se debe destacar primordialmente, la cooperación desinteresada de la familia del Coronel Collazo, que cedió el terreno para la construcción del estadio, con la sola condición que tenía que usarse solamente para la práctica del deporte. Los distintos equipos de béisbol de Los Palacios, compitieron en todos los campeonatos a nivel provincial.

A principios de la década de los años 1960, surgió en el beisbol palaceño la figura de Antonio (Tony) Oliva, vecino del Término Municipal de Consolación del Sur, y descubierto por Chicho Tabares, conocido cariñosamente como “Chicho el Ranero”. Oliva jugó con nuestro equipo del Deportivo Palacios, por algún tiempo, hasta que fue firmado, por recomendación de Roberto Fernández Tápanes, por el buscador de talento Joe Cambria de los Senadores del Washington, equipo que más tarde se convirtió en los Gemelos de Minnesota, de la Liga Americana. Despedida de Tony Oliva en el Estadio Coronel Rosendo Collazo, en su último juego en Los Palacios, para jugar en los Estados Unidos. Fotografía de Archivo (OGEPE). La actuación de Oliva en el béisbol de grandes ligas fue sensacional. En su primer año completo,(Año 1964) resultó el Novato del Año y hubo de ganar el campeonato de bateo, con un promedio de .323. En su segundo año, ganó también el campeonato de bateo (.321), lo que repitió años después, en 1971, con un promedio de .337. Posee un promedio de bateo de por vida de .304, en 15 años jugando en las ligas mayores. Por haber residido en la ciudad de Chicago, por varios años, tuve la facilidad y satisfacción de estar en contacto con Oliva, por varios años. Lesiones en ambas rodillas, cortaron la carrera en el béisbol de Tony, que se hubiera podido extender algunos años más, debido a la creación del bateador designado. Oliva, en sus 15 años en las Ligas Mayores, conectó 220 cuadrangulares, con 947 carreras impulsadas. Entre sus imparables, aparecen 329 dobles y 48 triples. Participó en la Serie Mundial del año 1965, contra los Dodgers de Los Ángeles. Fue dado de baja, el día 9 del mes de Noviembre del año 1976, terminando su carrera en las Grandes Ligas, jugando siempre con el Minnesota. Oliva permaneció en el equipo varios años como coach de primera base y de bateo. También hubo de dirigir en el beisbol profesional de México.

En el aspecto personal, cuando practicábamos el deporte del béisbol en nuestro querido Los Palacios, no éramos la estrella del equipo ni mucho menos, pero con nuestro entusiasmo y decisión de hacer el mejor esfuerzo de acuerdo con nuestra capacidad y recursos deportivos, este esfuerzo se vio recompensado. Mi posición era la de receptor, algo que nunca imaginé. El bateo no era una de mis mejores cualidades y no me distinguía mucho como tal. Sin embargo, muchos decían que defensivamente, en mi posición, y con conocimiento del deporte en sentido general, mi actuación era bastante aceptable.

Cuando llegamos al pueblo de Los Palacios, y vimos jugar al equipo de béisbol local, soñábamos a diario con poder jugar el deporte de esa forma y gracias al Gran Arquitecto del Universo que me proporcionó el deseo e interés en tal sentido, pude formar parte por varios años del equipo de béisbol que representaba al querido pueblo de Los Palacios.Tuve la oportunidad de jugar con equipos y contra equipos de béisbol que estaban integrados en ocasiones por verdaderos profesionales del deporte, jugando éstos en varios equipos en los Estados Unidos y en otras repúblicas latinoamericanas. Experimenté la satisfacción de conocer lo que significa la camaradería y compañerismo, practicando este deporte que necesita, como la mayoría, para su práctica positiva, la cooperación total entre el grupo que lo practica. Igualmente llegué a sentir la satisfacción de participar en eventos deportivos a los cuales asistía un entusiasmado público, no tan sólo en el pueblo de Los Palacios, sino en varios lugares de la provincia de Pinar del Río.

Sufrimos la agonía y frustración de las derrotas, pero también la extraordinaria sensación de euforia y alegría imcomparable cuando salíamos victoriosos. Como es natural, recordamos mucho más las victorias, que fueron mayores en su número, pero en las derrotas, pudimos encontrar el coraje y deseo de hacerlo mucho mejor en la próxima ocasión. Mucho más se aprende en las derrotas que en las victorias. Cuando se gana, todo es color de rosa, todo es fácil. Pero cuando se pierde y sobre todo, si uno contribuye de cierta forma con la derrota, la sensación de impotencia y frustración nos agobia. Pero si aprendemos y podemos superar esta situación resultamos ganadores de todas formas.

En muchas ocasiones fuimos invitados a jugar con equipos cercanos: Consolación del Sur, San Cristóbal, San Diego de los Baños, etc., cuando necesitaban de nuestra ayuda. Pero antes de hablar de este particular, quiero hacer referencia, como fuimos iniciados de cierta forma en la práctica del béisbol, de una forma más o menos más organizada.

Haciendo historia, diremos que en los inicios jugábamos los sábados o domingos, entre amigos, que formábamos unos juegos para pasar el rato, en cualquier terreno. En algunas ocasiones acudíamos a los comerciantes del pueblo para que nos ayudaran en la compra de parte del equipo, principalmente de las pelotas, que se nos perdían muy a menudo.

En una ocasión acompañaba a un grupo de jugadores locales de entonces para celebrar un encuentro contra un equipo del Central La Francia, dirigido por el hermano Alejandro Valdés, que dicho sea de paso, fue un excelente jugador de béisbol en su juventud. Ayudábamos con los bates, el equipo, llevar las anotaciones, etc. A la mitad del encuentro, el receptor Armando Jane, hubo de lesionarse y se me invitó para que tomara su lugar. No lo pensé dos veces. Esta era mi oportunidad de jugar béisbol más fuerte. Nunca había jugado como receptor. Ni me dí cuenta siquiera que era para jugar como tal. Terminé el juego. El lanzador era Roberto Fernández Tápanes.

Después seguí practicando como receptor en varias ocasiones más y me empezó a gustar la posición. Aunque debo confesar que no muchos querían jugar como receptor y esto, de cierta manera, creemos contribuyó a que se me presentara la oportunidad.

Al organizarse el equipo Deportivo Los Palacios, nuestro receptor oficial, era Desiderio Ferro (Yeyo), que era muy buen bateador. Yo servía de receptor en algunas ocasiones. Cuando Yeyo, dejó de jugar, pues me convertí en el receptor regular. Posición que desempeñé hasta que dejé de jugar.

El concepto deporte dice relación con una actividad física, ya sea como un juego o competición subordinada a un conjunto de reglas. El deporte además se define como una demostración de destreza física y mental; para muchos además es un tiempo de recreación, placer y diversión.
El deporte es considerado una necesidad en el hombre, de esta afirmación se entiende que en casi todos los pueblos de la humanidad han practicado con algún fin estas disciplinas, desde las más sencillas a las más complejas.

Es además correcto afirmar que el deporte va más allá de una actividad física específica, sino que además tiene un importante efecto en la psicología de las personas; la evidencia de esto último está en toda la gama de disciplinas psicofísicas como el yoga y el tai-chi, donde se busca a través de la actividad física la realización integral espiritual del individuo.

Los deportes parecen haber tenido su nacimiento en el ejercicio de destrezas físicas cuyo objetivo único vendría siendo la auto conservación o supervivencia, y asimismo muestran como el hombre, gracias a éstos fue dominando la naturaleza. De aquí podrían derivarse deportes como la jabalina, el tiro al arco, nadar, la lucha cuerpo a cuerpo, entre tantos otros más.

Hay evidencias que en la China se practicaban regularmente los deportes para el 4000 AC, con un fuerte componente gimnástico. En el antiguo Egipto se practicaba en nado, la pesca, el salto alto y la lucha, todo con elaboradas técnicas y reglas. En la antigua Persia se origino el Polo. Para que hablar de Grecia, en donde se celebraban las primeras Olimpíadas; para los griegos el deporte era parte integral e inseparable de su cultura.

La cooperación en el sentido del trabajo en equipo que luchan por conseguir un mismo fin; si no se coopera con aquellos del mismo equipo, éste pierde, y asimismo pierde la persona en un sentido individual. En el deporte se hace presente la comunicación, se transmiten conocimientos, ideas, emociones, y asimismo se aprende a escuchar y comprender. En estas instancias se deben respetar las reglas, porque de lo contrario no habría juego ni tampoco deporte. El deporte obliga a formar personalidades líderes, que escuchan y respetan al resto, pero también se imponen y tienen la capacidad de solucionar problemas muchas veces inesperados.

Sin duda el deporte implica perseverancia y esfuerzo, sin ambos conceptos se carecería de deporte. El deportista siempre acepta una caída y cuando esto ocurre es capaz de levantarse y remediarla. La disciplina es otro valor que otorga el deporte. Los logros no son frutos tan solo de buenas condiciones físicas o habilidades innatas, son fruto de un esfuerzo y trabajo organizado.

"Sabiduría suprema consise en tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen". Sartoris.