sábado, 23 de enero de 2010


Establecimientos Dedicados a la Venta de Combustibles,
Servicios y Todo lo Necesario Para el
Sector Automotriz en el Municipio de Los Palacios
Año 1958. Habitantes: 20,358 (Censo del año 1953)
Por Jesús M.García Vázquez
"No se conserva un recuerdo, se le construye". Barón de Holbach.

PASO REAL:

Casa Amadeo. Propietarios: Amadeo González Murga y Arturo Testa Cedrón.
Cerca de la Estación del Ferrocarril y al final de la calle principal que conduce a la Playa Dayaniguas.
(Gasolina, gas-oil y gasolina blanca (*); lubricantes y grasas, piezas de repuesto y accesorios (**), servicio de ponchera y aire, planta de fregados y engrases.



Garage "Wicho". Propietario: José Luis Martínez Martín.
Calle Principal.
Gasolina, lubricantes y grasas, piezas de repuesto y accesorios, servicio de aire y ponchera.

LOS PALACIOS:

Tienda Mixta "La Primera". Propietario: Antonio Hernández Reyes.
Calle Antonio Maceo No. 57, (actual Calle 23), esquina con la Calle Iglesias (actual Calle 32).
Combustibles, (gasolina y gas-oil), lubricantes y grasas, piezas de repuesto y accesorios. Servicio de aire.

Servicentro "ESSO". Propietario: Antonio (Tony) Abay Milián.
Ave. Warren (actual Calle 20 No. 1909), esquina con la Calle José Martí (actual Calle 21), entre las Calles Ramón Cruz, (actual Calle 19) y Calle José Martí, (actual Calle 21).
Combustibles (gasolina, gas-oil y gasolina blanca), lubricantes y grasas, piezas de repuesto y accesorios, servicio de aire y ponchera, planta de fregados y engrases.

Ferretería "El Esfuerzo". Propietario: Alberto Fontela Sordo.
Calle Antonio Maceo, (actual Calle 23), entre Calle Ajuria (actual Calle 22) y Calle Céspedes (actual Calle 24).
Gasolina, lubricantes y servicio de aire.

Ferreteria "Casa Grande".
Propietario: Emilio Gómez. (Fotografía: ARCHIVO (OGEPE).
Calle José Martí (actual Calle 21), esquina con la Calle Céspedes (actual Calle 24).
(Gasolina, gas-oil y gasolina glanca), lubricantes y grasas, piezas de repuesto y accesorios, servicio de aire y ponchera.


Servicentro "Sinclair". Propietario: José Luis Muñóz Rodríguez.(Fotografía: ARCHIVO (OGEPE).
Ave, Warren, (actual Calle 2o), esquina con la Calle Aliño (actual Calle 17).
Combustibles (gasolina y gas-oil), lubricantes y grasas, piezas de repuesto y accesorios, servicio de aire y ponchera, planta de fregados y engrases, servicio de mecánica y tornería.








CENTRAL LA FRANCIA:

Bodega de "Chencho", Propietario: Crescencio Rodríguez.
Batey del Central La Francia.
Gasolina, lubricantes, servicio de aire y ponchera.

ENTRONQUE DE LOS PALACIOS:

Garaje "Dayton", Propietario Armando López Morales.
Carretera Central Km., 122, Entronque de Los Palacios.
Combustibles (gasolina y gas-oil), lubricantes, grasas, piezas de repuesto, accesorios, servicio de aire y ponchera, servicio de mecánica y planta de fregados y engrases. Una pequeña fábrica de acumuladores.ç.

ENTRONQUE DE SAN DIEGO DE LOS BAÑOS:

Servicentro "ESSO". Propietario: Guillermo Sánchez Medina.
Carretera Central Km. 146, Entronque de San Diego de los Baños.
Combustibles (gasolina y gas-oil), lubricantes y grasas, piezas de repuesto, accesorios, servicio de aire y ponchera.

SAN DIEGO DE LOS BAÑOS:

Servicentro "ESSO". Propietario: Cirilo González.
Calle Real (a la entrada), (actual Calle 29).
Combustible (gasolina y gas-oil), lubricantes y grasas, piezas de repuesto, accesorios, servicio de aire, ponchera y planta de fregados y engrases.

(*) La gasolina blanca era utilizada en planchas y en faroles de presión.

(**) Los accesorios eran los considerados adornos: espejos, rabos de zorra, bocinas, indicadores eléctricos y todo aquelloqu se conocía como "extras" para el transporte automotor.

---En estos expendios de combustibles en Los Palacios, se vendían las principales marcas de gasolina existentes en el país: Esso, Texaco-Sinclair y Shell.

NOTA: Durante años, en una bodega situada en el Crucero Inclán, propiedad de la Familia Inclán. En la bodega "La Sanjuanera", que se encontraba ubicada en la Calle Ramón Cruz (actual Calle 19), esquina a la Ave. Warren (actual Calle 20), propiedad del señor Cayetano Guerrero y después, al ser adquirida por el señor Felipe García, pasó a llamarse "La Siempreviva", (Fotografía: ARCHIVO (OGEPE),y en otra bodega que existió en la Calle Antonio Maceo (actual Calle 23), llamada "La Bomba", que después se convirtió en la tienda de ropas "La Opera", se expendía combustible y aceites lubricantes. Las bombas que se utilizaban para la venta del combustible eran de los primeros modelos que entraron al país, su funcionamiento era manual y no utilizaban energía eléctica. En la década de los años 1940's, estos expendios de combustible desaparecieron como tal. Además de las poncheras existentes en los establecimientos dedicados al giro de los servicios al sector automotriz, habían otros lugares que se dedicaban a la vulcanización de cámaras, como en talleres de mecánica y casas particulares.




















jueves, 21 de enero de 2010

Combustibles para Cocinar

Por Jesús M. García Vázquez


Desde la fundación del pueblo de Los Palacios y hasta los años de 1950's, los dos combustibles utilizados para elaborar los alimentos en las cocinas palaceñas, eran: la legendaria leña y su descendiente el carbón vegetal. Aquellos fogones de leña existentes, sobre todo en el campo, consistían en una armazón de madera de forma rectangular, con cuatro o seis sostenes, de acuerdo al tamaño, lleno de tierra y ceniza apisonada. En la parte superior, dos barras de hierro se extendían encima de unos ladrillos o piedras y sobre las cuales se colocaban las ollas, cacerolas, sartenes, jarros, cafeteras y demás aperos utilizados en la cocina cubana.

El piso de estas criollas cocinas era de tierra y la ceniza procedente del fogón constantemente se estaba vertiendo sobre el mismo, que con el caminar de los moradores de la casa se ponía tan duro y compacto como el cemento. Los techos, sobre todo los de guano, adquirían una negrura comparable con el tizne de los calderos.

La leña fue por años el único combustile a utilizar en la elaboración de los alimentos del cubano, hasta que surgió el carbón vegetal, producto de la combustión incompleta de la leña. Dícese que fueron los isleños canarios quienes introdujeron esta novedad en la isla y enseñaron a los cubanos hacer el carbón mediante el conocido horno de leña colocada verticalmente, cubierta de paja y tierra y algunos agujeros para su oxigenación.

Primero fueron los hogares de las clases pudientes y medias quienes empezaron a utilizar el brillante, limpio e higiénico carbón en las labores de la cocina, sobre todo el de aroma o marabú. Con el correr de los años en casi todos lo hogares, por muy pobres que fueran, utilizaban el carbón vegetal para cocinar, por ser tan barato. La lata del mejor carbón, se vendía a cinco centavos y la enorme saca a $1.10. Tiempo después, un saquito costaba $30.00, aunque sea carbón de almácigo que tan rápido se gasta en la hornilla.

En Los Palacios el carbón vegetal se compraba en muchos lugares dedicados a la venta de este combustible casero, como en casa de Vicente San Jorge, vendido por su esposa Filomena o en casa de Hipólito González, Polo el carretonero, vendido por su señora madre y en otros sitios más, además de vendedores ambulantes. El más característico y estable de estos vendedores de carbón lo era el Señor Joseíto Guerra, padre de nuestro querido amigo y excelente palaceño Evaristo (Niño) Guerra.

Joseíto el Carbonero, con su sombrerito de hule negro, su camisa de kaki de manga larga y abrochada hasta el último botón, su mula o caballo y su largo y sucio carromato, que tenía la forma de los carros de aquellas caravanas que hemos visto en el cine, que conducían a los primeros colonizadores que se dirigían al oeste de los Estados Unidos para colonizarlo, transitaba, aunque estuviera lloviendo a cantaros, por casi todas las calles del pueblo haciendo sonar una campanita que anunciaba su presencia. En algunas casas en el traspatio existía una pequeña casita que se le llamaba carbonera y allí siempre se encontraban varios sacos de carbón y en otros una caja grande de madera donde se guardaba el carbón.



El maloliente kerosén fue el primero en enfrentarse al carbón y la leña para sacarlos de circulación, conocido este producto en Cuba con el nombre de Luz Brillante. En el año 1882 el industrial norteamericano John D. Rockefeller construyó en la misma desembocadura del Río Almendares, en la zona conocida por La Chorrera, una pequeña refinería para producir este líquido que solamente se utilizaba, en ese lejano entonces, para el alumbrado. Lo comercializó con el nombre de Luz Brillante, que usaba como distintivo de marca un elefante sosteniendo un quinqué con la trompa, primero, y después un oso polar con el mismo quinqué encendido sobre el lomo y expandiendo una luz clara y brillante. A partir de ese momento y mediante esa pequeña refinería se establecía en Cuba la "Esso Standard Oil", que llegó a convertirse en uno de los consorcios petroleros más poderosos de los Estados Unidos.

Concluida la Segunda Guerra Mundial de inmediato empezaron a llegar a Cuba aquellos quemadores de kerosén de fabricación sueca marca "Primus", de los que hace mención el antropólogo y explorador noruego Thor Heyerdahl, por llevar una pequeña cocinita dotados de ellos a bordo de su rústica embarcación Kon-Tiki en su travesía por el Oceáno Pacífico con el propósito de probar las corrientes migratorias existentes entre los aborígenes de América del Sur con los pobladores de las islas del Océano Pacífico. Estos quemadores funcionaban por presión de aire comprimido, además de un pre-calentamiento con alcohol para su gasificación.




En poco tiempo llegaron estos quemadores a Los Palacios y de inmediato en algunos talleres del pueblo se comenzaron a fabricar cómodos y baratos muebles de cocinas para dotarlos de estos quemadores y su sistema. Jesús Abed Martínez, conocido por Jesús el Morito, que trabajaba en la herrería de Chón, se especializó en esta función.

El día 3 de Julio del año 1844, el Ayuntamiento de La Habana le otorgó una concesión al Señor James Robb, de Nueva Orleans, Estados Unidos y al Señor Miguel de Silva, de La Habana, para construir y explotar una planta productora de gas procedente del carbón mineral y otros ingredientes químicos, instalar tuberías en las calles y distribuir el gas para el alumbrado público y para uso privado. Los señores Robb y Silva organizarón la Compañía Hispano Cubana de Gas de Alumbrado, construyeron la planta en la portuaria Tallapiedra y antes de un año las principales calles de La Habana, parques, edificios públicos y hogares de la entonces burguesía habanera eran alumbrados con este gas, bautizado por los habaneros con el nombre de gas manufacturado o gas de la calle. En el año 1877 el Señor Domingo Stable, de La Habana, recibió concesión, otorgada con las mismas características de la anterior, para construir otra fábrica de gas en la Estación de Rincón de Melones, en la orilla sur de la Ensenada de Atarés, en la Bahía de La Habana. El único uso que tenía este gas producido en Tallapiedra y en el Rincón de Melones era para el alumbrado.

En el año 1886 se instalaron las primeras lámparas eléctricas de arco en las Calles de Obispo y O'Reilly, en sustitución del alumbrado de gas. En el mes de Junio del año 1889 el Gobernador General de Cuba aprobó la instalación de lámparas eléctricas en la Plaza de Armas y un mes más tarde se sustituyeron 388 lámparas de gas en parques y paseos públicos por las nacientes eléctricas. Este fue el comienzo de la luz eléctrica en Cuba, que a partir de ese entonces aumentó rápidamente.
Con la aplicación del fluído eléctrico como medio para alumbrarse, tanto por el disfrute de un alumbrado más luminiscente y científicamente más cómodo y seguro, así como el poder accionar algunos aparatos eléctricos que ya habían hecho su aparición en el mercado, todos acogieron con gran entusiasmo la revolucionaria electricidad y las plantas productoras de gas manufacturado en La Habana se vieron en la amarga necesidad de cerrar sus puertas.

Durante algunos años la industria del gas se matuvo inactiva, hasta que se empezó a utilizar este producto como combustible para cocinar. Modernas y confortables cocinas que utilizaban el gas manufacturado o de la calle, fueron traídas de Europa y los Estados Unidos. Las plantas productoras de este gas acondicionaron sus instalaciones para responder a las exigencias y demandas de la naciente industria.

Varios hidrocarburos, como el propano, el butano y el pentano o mezclas de esos gases se licuan para emplearlos como combustibles. Estos gases suelen almacenarse en cilindros o tanques metálicos y gracias a este embotellamiento pueden ser utiliados como combustible para cocinar en localidades o lugares carentes de un suministro centralizado de gas. Estos gases embotellados se producen a partir del refinamiento del petróleo crudo.
El gas embotellado comenzó a comercializarse en Cuba bajo distintas marcas comerciales, siendo las mas importantes Trópigas, Mi-Gas y Shellane. A Los Palacios comenzaron a llegar estos pesados botellones a partir del año 1951. La primera marca en llegar fue Trópigas, representada por el Señor Rafael Brito. Posteriormente Mi-Gas, ostentando su representación el Señor Alberto Fontela y en el año 1958 el comerciante Antonio Hernández y su hermano Chicho asumieron en el municipio la gerencia del gas embotellado Shellane. Los cilindros de cien libras de gas se vendían a $11.00, incluyendo en este costo su acarreo al domicilio del cliente y su instalación. Una familia de cuatro personas consumían un cilindro cada tres meses, aproximadamente.
Con la intención de aumentar su clientela, los hermanos Hernández, por la cantidad de $25.00, instalaban una cocinita de tres hornillas con todo su aditamento y su correspondiente balón de cien libras.
También en los años 1950's las cocinas eléctricas llegaron a Los Palacios y los hogares que utilizaban electricidad para cocinar, que se convirtieron en grandes consumidores al poseer también otros equipos electrodomésticos, solicitban a la Compañía Eléctrica la tarifa económica y este fluido se le abarataba considerablemente. Existía un constante llamado al consumo de electricidad por parte de los productores y distribuidores, quienes mantenían en la prensa radial y escrita el siguiente slogan: "Viva Mejor, Consuma más Electricidad".
Al finalizar la década de los años cincuenta del siglo pasado, los distintos tipos de combustibles utilizados en el mundo para cocinar, eran conocidos y empleados en Cuba, así como en Los Palacios: la leña, el carbón vegetal, el kerosén, el alcohol, el gas licuado o embotellado y la electricidad.
BIBLIOGRAFÍA:
-Censo Nacional de la Repúblia de Cuba del año 1943.
-La Expedición de la Kon-Tiki (Thor Heyerdahl, Año 1948.
-Diario de la Marina (Año 1957, anuncios).
-Revista Bohema (anuncios).
El Transporte por Ferrocarril


Por Jesús M. García Vázquez


El día 19 de Noviembre del año 1837, en ocasión del santo de la Reina Isabel II, se inauguró solemnemente el ferrocarril en Cuba; toda una multitud contempló asombrada los ruidosos movimentos de la locomotora. A las ocho de la mañana de ese día salió el primer tren de La Habana en dirección a Bejucal, convirtiéndose Cuba en el séptimo país en el mundo y el primero en América Latina en poseer ferrocarril. De inmediato comenzó la expansión del nuevo medio de transporte a las fértiles y ricas zonas de Güines, San Antonio de los Baños, San Felipe y Batabanó. Fueron varias las empresas ferroviarias que rápidamente se constituyeron. El Ferrocarril del Oeste fue la segunda de estas empresas en constituirse en La Habana en el año 1857. La concesión para crear esta compañía fue solicitada en Agosto del año 1857 por los hermanos Joaquín y Luis Pedroso Echevarría, cabezas visibles de una de las más antiguos y poderosas familias de la oligarquía habanera. El proyecto de los hermanos Pedroso consistía en el tendido de una línea ferrocarrilera entre La Habana y la Villa de Pinar del Río, cabecera de la más occidental de las proincias cubanas. El motivo económico del nuevo proyecto no era, como en otros casos, la transportación del azúcar, sino la riquísima producción tabacalera de vueltabajo. Solamente en la jurisdiccón pinareña se cultivaban más de 3,000 vegas, cuya producción anual se acercaba a las 50,000 cargas (tercios) de la preciada hoja. Como no existían vías férreas en esta región, los cosecheros llevaban sui productos hasta los embarcaderos de la costa sur para remitirlos hacia La Habana, vía Batabanó. Algunos interesados en este tráfico habían concebido el plan de construir una pequeña vía ferrera entre Pinar del Río y el embarcadero sureno de La Coloma. El proyecto de los hermanos Pedroso en llevar el ferrocarril hasta Pinar del Río exigía crear una vía férrera de 187 kilómetros, la más extensa de cuantas se habían proyectado en Cuba hasta aquel momento.

A mediados del año 1858 se comenzaron los trabajos de la monumental vía. Llegando los servicios del Ferrocarril del Oeste a Artemisa en el año 1864. En el año 1866 el pueblo de Candelaria inauguraba el ferrocarril y se esperaba que en menos de tres meses llegara a San Cristóbal, pero demoraron cinco años, llegando en el año 1871. El pueblo de Los Palacios conoció de los beneficios y ventajas del transporte por ferrocarril en el mes de Agosto del año 1876. (Estación del Ferrocarril de Los Palacios. Fotografïa: Luis J. Puentes (Pilingo).

Los terrenos en que fue construida la estación, el almacén y otras instalaciones de los ferrocarriles en Los Palacios, fueron cedidos por los Señores Manual Ajuria, Ignacio María Sangroniz y Santos Villaverde, mediante escritura pública de fecha 29 de Mayo del año 1876, otorgada ante el Notario Público de La Habana Antonio Mendoza y Aranda. El terreno cedido medía trece mil novecientos cincuenta y ocho metros cuadrados con sesenta centímetros, y según consta, al otorgarse la escritura de cesión del terreno a favor de los Ferrocarriles del Oeste, ya la estación y el almacén estaban fabricados y ocupada la faja de terreno por donde discurre la vía.

Con la llegada del ferrocarril a tierras pinareñas comenzó la inmediata decadencia del transporte por cabotaje, hasta desaparecer totalmente. En la Guerra de Independencia del año 1895, el 19 de Enero de 1896, las fuerzas de Cayito Álvarez y Antonio Núñez destruyeron la Estación del Ferrocarril de Los Palacios.

Estos trenes de transporte público, además realizaban el servicio de correos y carga de mercancía. Paraban en todas las estaciones y apeaderos. (Servicios e Itinerario de los trenes).

Era tanta la exactitud y puntualidad de los trenes en salir diariamente y cumplir con el horario establecido, que su paso y sus pitazos eran utilizados para poner los relojes en hora. Además de negocios que existían y utilizaban el ferrocarril como medio seguro de transportación.

En San Luis, Pinar del Río residía el Señor Toribio Torres, quien se dedicaba a vender helados Guarina en las fiestas de los pueblos pinareños y utilizaba el ferrocarril en su negocio. Para obtener los helados a vender en las verbenas de Los Palacios, el Día de la Candelaria en Consolación del sur, la Fiesta de San Juan en San Juan y Martínez, los carnavales en Pinar dle Río y en otros lugares, encargaba a la fábrica Guarina una guacal de helados de varias clases y sabores. Este enorme guacal, conteniendo helados, coco glazé, popsicles, bocaditos, etc., etc., venía muy bien envasado con una lona especial y todo recubierto de hielo seco. El importe del precio de los helados y su transporte era a pagar en la Estación del Ferrocarril al ser recibido. Un servicio más que prestaban los trenes.

En el año 1955 comenzaron a funcionar, Habana-Guane y Guane-Habana, los coches-motor Budd, a veces con arrastre cuando el caso lo requería. Estos modernos y cómodos coches, de color plateado, poseían aire acondicionado, asientos reclinables y servicio de buffet; eran de Segunda Clase. En el año 1958 fueron sustituídos por los coches-motor de fabricación alemana Werdingen, más modernos aún que los Budd. Estos coches-motor salían tres diariamente de La Habana con destino a Guane y tres de Guane hacia La Habana.

A partir del año 1955 por Los Palacios pasaban doce trenes de pasajeros; seis con destino a Guane y seis con destino a La Habana. Sin contar los de carga y los extras, que venían a cargar azúcar, áridos y otros productos. En el año 1957 las veteranas e históricas locomotoras de vapor fueron sustituidas por las modernas Max de fabricación alemana, hidráulicas y consumidoras de diesel. Los centrales azucareros adquirieron estas viajes locomotoras, donde aun se consevan algunas, y las demás fueron vendidas como chatarra.

domingo, 17 de enero de 2010

El Transporte de Cabotaje

Por Jesús M. García Vázquez


El desarrollo alcanzado durante los Siglos XVIII y XIX por los territorios de Consolación del Sur, San Cristóbal y Los Palacios, así como la merecida fama beneficiosa de los baños termomedicinales de San Diego de los Baños y la importancia de otros asentamientos humanos, influyeron para que la Ensenada de Dayaniguas, (Fotografía: ARCHIVO (OGEPE), y el Embarcadero Hernán Cortés, (desembocadura del Río San Diego), se convirtieran en lugares frecuentados por la navegación de cabotaje. Por estos dos puntos marítimos entraban las diversas mercaderías necesitadas en toda la zona, tales como sal, lencería, cerámica y todo tipo de objetos necesarios para la población. Por otra parte, las producciones del territorio como pieles, azúcar, maderas, cebo, carne salada, tabaco, mieles, etc., se embarcaban por esos lugares con destino a La Habana, vía Batabanó.
En el año 1841, barcos pertenecientes a la Compañía Naviera del Sur, integrada por el consorcio Bustamante y Cajigal, comenzaron a ofrecer los servicios de navegación desde Batabanó hasta Dayaniguas, la Coloma, Punta de Cartas y Bailén. Fue el "Sirena", barco accionado por vapor, el primero que entra a Dayaniguas, después le siguen los barcos de considerable calado "El Reemplazo", "General Concha", "Cristóbal Colón" y otros. Saliendo del Puerto de La Habana y bojeando toda la costa norte hasta llegar al Cabo de San Antonio y después seguir hasta Dayaniguas, el vapor "El Veguero" enlazaba a este recorrido la zona norte del occidente cubano con la del sur, pues los otros solamente lo hacían por el sur, desde Batabanó hasta Bailén. En el año 1843 el propio Bustamante visista la zona portuaria palaceña, ordenando construir grandes almacenes en el embarcadero Hernán Cortés y en Dayaniguas, así como un hotel en San Diego de los Baños. En el año 1853 la Compaía Naviera del Sur construye otro muelle en Dayaniguas, para el cargue y descargue de mercancías. Barcos de Cabotaje.



También barcos de la Empresa de Fomentos, dedicada al cabotaje marítimo, realizaban viajes a Dayaniguas y al Embarcadero Hernán Cortés.

A partir de esa época se construyen las primeras casas en la Playa Dayaniguas y se conoce que infinidad de embarcaciones, de distintos tipos y tonelaje, traficaban por el área. En el año 1859 existían en el lugar alarededor de una veintena de chozas de techo de guano, una fonda, posada y una casa para el cobro de rentas.

Los medicinales baños sulfurosos de San Diego, atraían a cientos de viajeros anualmente que utilizaban la vía marítima Batabanó-Dayaniguas, como medio de transporte para llegar hasta el lugar. Al inaugurarse el ferrocarril de La Habana a Batabanó, las compañías de vapor habían ajustado sus salidas en consideración a la llegada a Batabanó de los trenes procedentes de La Habana. La primera escala del vapor era en Dayaniguas, después La Coloma, Punta de Cartas y finalmente en Bailén. San Diego de los Baños.

El precio del pasaje de Batabanó hasta Dayaniguas era de $5.37. A los criados esclavos que venían enfermos les costaba menos el pasaje.

La Compañía Naviera del Sur contaba con vapores que se dedicaban solamente a la transportación de pasajeros, además de traer y recoger la correspondencia. Estos barcos en su regreso utilizaban diariamente el siguiente horario: Salida de Bailén a las 9:00 a.m., llegada a Punta de Cartas a las 10:30 a.m. A la 1:00 p.m., entraba a La Coloma y a Dayaniguas a las 5:00 p.m. Llegando en horas del amanecer del siguiente día a Batabanó.

Por este medio de transporte, anualmente y según estadísticas, viajaban miles de personas a la zona. Se conoce que los Baños de San diego eran visitados cada año por alrededor de dos mil personas, aproximadamente. La navegación de cabotaje trajo prosperidad a la región, siendo el poblado de Paso Real el más beneficiado.

La tormenta denominda "El buey de agua", del mes de Octubre del año 1895, destruyó los embarcaderos y los grandes almacenes.