domingo, 22 de noviembre de 2009

¿Te acuerdas, palaceño?

* De los paseos que todas las tardes, cuando el tiempo estaba bueno, le daba el bodeguero Eduardo López a su auto, un chevrolet de 1949 color marrón. Eduardo compró este auto “nuevo de paquete” y nunca salió el mismo de Los Palacios. En el asiento trasero jamás se sentó persona alguna. Cuando terminaba su paseo, estaba un buen rato lustrándolo con un paño hasta que lo entraba de nuevo al garaje.






* De la colección de carros y motores antiguos de Juan Barreiro, y su obsesión por los autos Ford modelo T (tres patá). Barreiro fue mecánico de aviación, al crearse la Fuerza Aérea en Cuba, y conoció a los pioneros de la aviación cubana: Rosillo y Parlá. Durante mucho tiempo funcionó en Los Palacios un Ford de los de Barreiro, lo poseía Ramón, el hijo de Chilo Álvarez y funcionaba correctamente.






* Del cilindro de vapor del contratista Matías Guerra, si; aquel isleño de mal carácter que se casó con la joven palaceña Maruca Canosa. Su cilindro era de los primeros modelos que llegaron a Cuba, cuando aun no se conocían aquí los motores de combustión interna. Lo estuvo mucho tiempo operando el masón José María Pérez y de vez en cuando alguna casa de techo de guano se incendiaba, como la de Ángel Palacios y José Fernández, por las chispas que brotaban de su chimenea.


* De los chivos del señor Barcenas en sus correrías por el pueblo, sus daños a los jardines y las embestidas que de vez en cuando le propinaban a alguien. Todavía hoy en día oímos la expresión de algún palaceño molesto: “jodes más que los chivos de Barcenas”.

* De Sotero Jane y sus intercambios comerciales. Sotero era un señor de la raza de color de estatura mediana, musculoso y con una dentadura muy blanca y pareja, que relucía aún más su blancura ante el color de su piel. Cargando en la espalda, en forma de mochila, una enorme caja de fuerte cartón, la que fortalecía con cordeles o delgadas sogas cruzadas, se le veía diariamente con los primeros rayos del sol por el viejo camino del Arroyo de la Majagua rumbo a las fincas colindantes o a el faldeo de las lomas. La caja iba repleta de imágenes de santos y vírgenes de yeso, vasos, tazas de café, adornos, velas etc, y demás encargos que le hacían los pobladores de las zonas rurales. Esta mercancía era cambiada por pollos, guanajos, guineos, huevos y otros productos del campo, los que después eran vendidos en el pueblo. Con este pequeño comercio, primero de intercambio o trueque, y después de venta, alimentó y vistió Sotero a su numerosa familia con la honradez más absoluta, sin jamás desprenderle nada a nadie. Se decía que poseía una fortaleza extraordinaria.

* Del acueducto de Tatín López y el Neno Rojas con su tanque, que parecía una nave espacial en la rampa de despegue, al final de la Callle 23, (antigua Calle Antonio Maceo), cerca del río. El suministro de agua para este acueducto era el propio río.

** Del ejército de vendedores ambulantes que se movían por Los Palacios, proliferando cada día más para terror de los comerciantes establecidos. Los mismos te llevaban a la puerta de la casa, con facilidades de pago, un equipo electrodoméstico, una pieza de vestir, que una prenda de oro legítimo de 18 o 22 kilates o el mejor perfume. Los más sobresalientes en este giro lo fueron el sonriente As de Oro y el fraternal y caballeroso de Monguito Solapeña. El As de Oro tenía los colmillos encasquillados en oro y siempre los estaba enseñando, no porque fuera de naturaleza sonriente, sino por ser diente frío.

* Del tiempo que mantuvo Ciriaco Ramírez en taquilla, con el cine repleto, la película “Tu y las Nubes” protagonizada por Miguel Aceves Mejías, Lola Flores y el cómico Mantequilla.

* De la imperturbabilidad y sangre fría de Alberto García Coll, que ante nada se alteraba, ni aún cuando estaba perdiendo en el póker, donde solamente se le oía exclamar en voz baja: “la suerte me es adversa”.
* De los cuentos de Tavo Sordo todas las noches en el paseo de Los Palacios y los líos que se buscó ante palaceños airados, al relatar las inclusiones protagónicas, de ellos o familiares, en pasajes nada gratos.

* De las célebres tertulias culturales de Ramón Alonso, el dueño de la Ferretería “La Revoltosa”. Estas tertulias se mantuvieron, noche por noche, desde el año 1930 en que se estableció con una mueblería en Los Palacios, hasta al mes de Abril de 1980, en que retornó a España.

* Del triste final que tuvo la moderna y flamante ambulancia, que se compró para el municipio con las ganancias de la Verbena de 1954. Un atardecer trajeron de urgencia a la Casa de Socorros de Los Palacios una envenenada de Paso Real, la ambulancia se encontraba parqueada frente a la misma y el chofer había salido. Tatá Piñera se prestó para chofer y la popular Justica, la madre de Liberal, de enfermera acompañante. A todo lo largo de la antigua Calle Warren, hoy Calle 20, no quedó un vecino que no saliera al portal ante el atronador ruido de la ambulancia, por la velocidad alcanzada. Después del Entronque de Los Palacios se volcó y dio no se sabe cuantas vueltas. Al buscar la envenenada, había vomitado tanto que ella misma, sin que nadie la viera, tomó una guagua y retornó a Paso Real. .Tuvieron que seguir con Justica para el Hospital de Pinar del Río. La ambulancia no sirvió ni para chatarra.

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