jueves, 4 de febrero de 2010

Representación Femenina en Los Palacios

Doctora Roselia González Quiñones, cariñosamente conocida como la Doctora Roselia. Prestó sus servicios profesionales demostrando siempre su extraordinaria devoción por su profesión y el sentido humano con el cual atendió a los que necesitaban sus cuidados sin importarle condiciones. En la foto aparece también el Señor Serafín "Fito" Quiñones, en una ocasión aspirante a la Alcaldía Municipal de Los Palacios.
Señora Clara Díaz, esposa del Doctor Lucilo Díaz Fernández, que trabajó muy tenazmente, tanto en actividades políticas como en las relacionadas con la profesión de su esposo. Muy activa en las funciones religiosas y sociales del pueblo de Los Palacios.












Señora Ana María Valdés, prestiosa educadora palaceña, con muchos años de servicios prestados a la educación en el Municipio de Los Palacios. En la foto, acompañada de su hijo Efrén Toledo, recibiendo el merecido homenaje de la Asociación de Palaceños de la Ciudad de Chicago, en el año 1974.







“Sin sonrisa de mujer, no hay
gloria completa de hombre”
José Martí

No estaría por tanto completo este historial relacionado con Los Palacios, si en sus páginas faltara una crónica dedicada a la mujer, lo más perfecto de la creación divina, que con tan altos valores y figuras distinguidas ha estado este género representado en Los Palacios, a las que queremos dedicar este capítulo a manera de homenaje fervoroso.

En Los Palacios existieron, en todas las épocas, mujeres rebosantes de sensibilidad humana y ternura, que no se conformaron en tan solo llevar una vida de responsabilidades hogareñas, sin ser útil a sus semejantes, ni mitigar una pena o encauzar una idea noble y generosa. Contribuyendo, además, a la cultura y progreso de su pueblo, con el amoroso impulso de su dulce emotividad, la emoción excelsa de su amor y su bondad infinita.

En esta hora nebulosa en que vivimos, llena de ingratitudes e indeferencias, parecen un poco olvidadas por los que las conocimos y de algunas recibimos el pan de la enseñanza y disfrutamos de tantas cosas nobles y buenas, obtenidas por la consagración de sus esfuerzos y anhelos. Los que han venido después, nada saben de sus vidas ejemplares y nobles. Tengamos siempre presente lo expresado por aquel pensador: “La humanidad es un poco ingrata y olvidadiza, pero dejaría de ser humanidad, si así no fuera”.

Se convierte en un imperativo comenzar este tributo de recordación a la mujer palaceña con la obligada invocación al nombre de Fortuna Medel, perteneciente a una antigua y prestigiosa familia del suelo natal, de profesión educadora y que fue para la juventud de su época especie de un hada bienhechora y excelsa, amparo del necesitado y consuelo del afligido. Fervorosa practicante de la fe católica y promotora de grupos teatrales y participante, con su callado y modesto proceder, en toda obra de mejoría humana. Al construirse en Los Palacios en el año 1956 un moderno Centro Escolar, se le impuso, como recuerdo póstumo, su nombre.

Marcelina Mesa , aquella negra, alta y fornida, pronta a cuidar un enfermo o prestar su concurso en los momentos en que más se necesitan una mano amiga y un hombro en que descansar.

Las parteras Agustina y Ángela, serviciales y desinteresadas, que por más de cuatro décadas fueron los ángeles buenos que no regatearon a nadie su atención y su cariño en el momento sublime y doloroso del parto.

Rosita Castillo y Fefita, empleada del Juzgado Municipal, (esposas de Abelardo Fúster y Genarito Valdés), ambas eran grandes amigas, porque eran iguales, poseían espíritus de luz y tenían almas soñadoras y de artistas. Organizadoras de veladas culturales y recreativas, bailes de disfraces y comparsas.

Aurora (Aurorita) Más, maestra por años en Los Palacios, además de introducir a sus alumnos en el mundo del conocimiento, también los proyectaba en otras actividades y cualidades humanas. Recta y severa, que a fuerza de puñetazos lograba dominar sus discípulos más montaraces y entre correazos y reprimendas repartió el pan de la enseñanza a cientos de palaceños, que hoy se lo agradecen. Detrás de su fuerte carácter se escondía una noble mujer.

Juanita Medel, laboriosa y locuaz, se le veía a diario, con sus espejuelos redondos a punta de nariz, detrás del mostrador de su bodega realizando las funciones de dependienta.

Gabriela Dancausse, la amorosa madre de los Bárcenas; toda abnegación y sacrificio. Que junto a Antonio Bárcenas, su esposo y padre de su prole, luchó sin descanso por el bienestar y decoro de su familia.

Margarita Coll, que muy joven y casada con el relojero Don Vicente García y trayendo entre su regazo materno a su hijo Alberto García, se traslada a vivir a este pueblo proveniente del ultramarino Regla. Era intrépida y campechana, trasnochadora y dotada de un gran entusiasmo por la vida. Amante del teatro y el cine. Siempre dispuesta a participar en actividades sociales y la recogida de aportes económicos para obras humanitarias.

Rosita Ipsán, la dulce madre de los elocuentes y simpáticos Nardo Ipsán. Laboriosa y bondadosa y a quien los años y el exilio no le robaron jamás su temperamento dispuesto y alegre. La que no es posible recordar, al igual que su hogar, sin un poco de emoción, de cariño y de tristeza en el corazón.

Las hermanas Valverde, Ofelia, Sara y Chali, que además de educadoras, eran fervorosas católicas y se desenvolvían como forjadoras de conciencias cristianas en la catequesis de Los Palacios.

Chavela y Beba Inclán, que operaban la Academia Inclán situada en la antigua Calle Serafín García, (actual Calle 28). Centro educacional donde se impartía la primera y segunda enseñanza, inglés, mecanografía y taquigrafía, y por su dedicación constante y generosa al magisterio cooperaban a la formación de las niñas y niños de su academia en las mujeres y hombres del mañana.

Hilda y María Guerra, laboriosas palaceñas, que a merced de sacrificio y tesón se hicieron maestras. A la vez que ejercían la hermosa profesión de educadoras en las Escuelas Públicas, a mediados de la década de los años 50's, establecieron la “Academia Luz y Caballero”, para la segunda enseñanza. Los alumnos que recibieron de ellas el pan de la enseñanza las llevan en sus corazones y en el recuerdo perenne, por los muchos beneficios y bondades espirituales de ellas recibidas y que a todos les llegaba.

Mercedes Pérez Escudero, creadora y profesora de la Academia "José Martí", donde cursaron sus estudios primarios y secundarios gran cantidad de niños y niñas del Término Municipal de Los Palacios, que fueron preparados para ejercer distintas profesiones.
Robustiana Reinoso, esposa del Señor Arturo Linares, miembro respetable de la "Logia Montecristi", de la orden masónica. Robustiana, siempre amable, que junto con su esposo Arturo, fue la fuerza de honestidad y decencia, de una familia querida y respetada por todos los palaceños.
Y así estas mujeres y otras más, a veces en mayor grado a veces en menor, le dieron a Los Palacios los tesoros presentes en sus corazones. Ellas por su dedicación y participación en la sociedad palaceña y su amoroso recuerdo, orlan de oro las paginas de este historial sincero y devoto. Lo harán más interesante y amado para aquellos que lo lean y sepan apreciar lo que a las almas dilectas dicen un nombre de mujer y un recuerdo amable.

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