jueves, 18 de marzo de 2010

DÉCIMAS

"El desarrollo íntimo de cada nación reside en lo cultural". Elizabeth Liz Medina.

La autora de estas décimas, dedicadas a Santa Mónica, y al Río San Diego, fue alumna del Profesor Guillermo (Willy) Leal.


LO QUE ESTÁ EN MI CORAZÓN



Por Caridad García


Un camino vecinal
serpenteado de maniguas
que llega hasta Dayaniguas
saliendo de Paso Real.
Un paisaje natural
de espeza vegetación,
una amorosa canción
donde la voz del guajiro
derrama en verso y suspiro
las mieles de su pasión.


¡Santa Mónica la Bella!
tierra que me vio nacer,
me vio soñar y crecer
bajo el hado de mi estrella.
Mi pensamiento está en ella
profundamente enraizado
y, al evocar el pasado
me invade gran sentimiento
porque es mi dicha y contento
ese terruño adorado.


En el amplio veguerío
poblado de cocoteros
dejé mis sueños primeros
en el susurro de un río.
De allá salí en el estío
el año cincuenta y tres
y, aunque alguna que otra vez
a visitarlo volví
no pude encontrar allí,
la imagen de lo que fue.


Con mi pluma a ese lugar
voy saturada de amor
es mi deseo mayor
de sus gentes abrazar.
Juntos con ellos cantar
el himno de la esperanza
y en un cielo de bonanza
dejar para siempre escrito,
el recuerdo de "Carito"
donde el olvido no alcanza.


Ahora que mi gente vuela
hurgando en cada Rincón
aprovecho la ocasión
de llegar hasta mi escuela.
Por mis arterias se cuela
indescriptile ternura
la emoción más grata y pura
de un anhelo realizado
algo sublime y sagrado
que infinitamente dura.


He dejado en el final
a una persona querida
que le dio cauce a mi vida
con cariño paternal.
Hablo de Willy Leal
quien con voluntad sincera
luchó porque yo tuviera
un futuro digno y serio,
por eso en el magisterio
quiero plantar mi bandera.


Ya me despido de tí
¡Santa Mónica la Bella!
pido al hado de mi estrella,
que no te olvides de mí.
Pienso volver por aquí
a contemplar tus palmeras,
de tu río las riberas
y que me envuelva tu brisa,
para sentirte sin prisa
quererte y que tu me quieras.


HUELLAS


Viejo río, si supieras
cuánto calaste en mi infancia
con el susurro y fragancia
que respiré en tus riberas.
A tí confié mis primeras
ilusiones de chiquilla
y como una piedrecilla
llevada por la corriente
se fue mi vida inocente
abandonando tu orilla


Ya tu caudal se ha menguado
pero por tu cauce lento
navega mi sentimiento
de lealtad renovado.
Cuando el pesar me ha llegado
vuelvo el pensamiento en ti
Río San Diego, que allí
en tus queridas laderas
me sonríen las quimeras
que se apartaron de mí.






Las aguas tranquilas y desiertas del Río San Diego, constituyeron una importante vía de comunicación durante la colonia. (Fotografía tomada del libro San Diego de los Baños, Fragmentos de su Historia, por el P. Joaquín Gaiga)

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