jueves, 25 de marzo de 2010

San Diego de los Baños

Del libro "San Diego de los Baños, Fragmentos de su Historia"

P. Joaquín Gaiga
 Por el P. Joaquìn Gaiga
Párroco de Los Palacios y Administrador
Parroquial de San Diego de los Baños,
desde el año 1997.

En el año 1976, al hacerse otra divisiòn polìtico-administrativa, San Diego de los Baños, perdiò el tìtulo de municipio y fue ascrito al T.M., de Los Palacios. En ese status permanece actualmente. Anteriormente pertenecìa al T.M., de Consolaciòn del Sur.


Presentación por Mons. José Siro González Bacallao, Obispo de Pinar del Río.


Desde aquellos lejanos días del año 1632, en que D. Mateo Pedroso mercedó un sitio a D. Diego de Zayas y desde entonces se llamó Corral de San Diego, hasta nuestros días, en que un bellísimo lugar, que comienza a existir como caserío en el año 1843, muchos han sido los historiadores, científicos, poetas y hombres de la letra que han escrito sobre San Diego de los Baños.

El Lcdo., Joaquín José Navarro publicó un extenso y prolijo estudio sobre sus famosos manantiales que fue premiado con medlala de oro por la Sociedad Económica de Amigos del País.

Posteriormente el químico Mialhe hablaría de sus aguas con gran interés científico. Asimismo el célebre químico de Jibacoa, José Estévez, que fue el primero que ya en el año 1822 trató de las propiedades medicinales de las aguas de San Diego y parece que por encargo del Conde de Peñalver, se hizo en ese entonces el primer análisis de sus medicinales aguas.

El historiador José Dollero en su célebre obra "Cultura Cubana", habla extensamente de la geografía y de la historia social, cultural y religiosa de San Diedo de Los Baños, cuya fama correría por el mundo.

Cirilo Villaverde en su "Excursión a Vuelta Abajo", pinta con rasgos inigualables la ubicación de la entonces probre ranchería que era conocida en el mundo por sus célebres baños. El célebre pintor Moreau hizo de las escenas que vio en San Diego una de sus mejores vistas de Vuelta Abajo, dice el mismo Villaverde.

Tranquilino Sandalio de Noda también visitó San Diego y contribuyó muchísimo a que fuera ventajosamente conocido, ya por las bellas descripciones que hizo de sus espléndidos alrededores, ya por los planes que levantó para cambiar en un pueblecito más bonito el grupo miserable de casas que antes existía. Mons. José Siro González Bacallao., Obispo de Pinar del Río.

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Quien viaja de La Habana a Pinar del Río, a la altura del kilómetro 101 de la autopista que une la capital con la provincia más occidental de Cuba, encuentra uno de los pocos carteles publicitarios que, junto a un dibujo esquemático de manantiales, chorros y cascadas de agua, lleva escrito: "San Diego de Los Baños, permanente invitación a la vida".

Los que tienen tiempo, ganas, o necesidad de visitar este pueblo, pueden doblar poco antes y, dejando a la izquierda un campo de cultivos varios y a la derecha de plátanos, llegan antes al poblado de Paso Quemado, hecho en parte de casitas semiescondidas en el verde de los árboles frutales u ornamentales,y en parte de edificios bastante bien distribuidos y atravesados por caminos rectos y anchos, casi todos pavimentados. Al mismo poblado de Paso Quemado es posible llegar prosiguiendo más adelante en la autopista y doblando nuevamente a la derecha, poco antes del puente.

Dejando Paso Quemado, se sigue hacia el norte algunos kilómetros hasta llegar a Entronque de San Diego, donde se cruza la Carretera Central, doble vía que atraviesa Cuba de Oriente a Occidente. Durante este tramo, mientras que el viajero goza el horizonte de la visión de la Sierra que al acercarse ofrece, el espectáculo de su perfil, tanto más bien definido cuanto más despejado es el cielo azul o más cercana la hora de la puesta del sol, al lado lo acompañan: espaciosos potreros o cultivos de mango y de coco, manchas de marabú y, según las temporadas, cultivos de tabaco, de tomate, de yuca, boniato, maíz, etc.

Cruzada la Carretera Central, y dejando atrás el poblado de Entronque, mucho más pequeño que el precedente, el camino hacia San Diego sigue entre ligeros ascensos y descensos, bordeando pequeñas lomas, siempre le acompaña la visión del lindo y placentero paisaje tropical y el continuo encuentro con la gente que camina hacia sus negocios, sus lugares de trabajo o que espera un medio de transorte, de pie a la orilla de la carretera.


Una verdadera visión panorámica de ensueño se presenta a los ojos admirados, al empezar un descenso bastante rápido poco después del otro caserío llamado "Loma de Candela". Parece un abanico abierto que por todos lados ofrece los espectáculos naturales más variados, más bucólicos y más encantadores. Pocos kilómetros adelante se encuentra otro vivaz caserío llamado La Vigía, dejada la cual, falta poco para cruzar el río San Diego que anuncia la periferia del pueblo situado en la margen derecha del río, el cual abrió un corredor de algunos kilómetros de ancho que separa la Sierra del Rosario de la Sierra de los Órganos.

La posición geográfica favorece a San Diego de un microclima favorable. Hay muchos otros motivos que hacen interesante este pueblo y que, en el pasado, empujaron a muchos a visitarlo o concederse en el mismo una más o menos prolongada estancia. No pocos, después, escribieron acerca de San Diego, celebraron el encanto de sus alreadedores y las virtudes saludables de las aguas de su río.

Algunos de los principales acontecimientos de la historia del pueblo.

Cómo en muchos pueblos, en San Diego de los Baños historia y leyenda se mezclan y entrelazan, sobre todo, en relación con los famosos baños a los cuales está vinculada la notoriedad internacional de este pueblo de Cuba que todavía no alcanza los 3,000 habitantes.

San Diego se encuentra aproximadamente en la zona central de la provincia de Pinar del Río, que antes de la conquista española fue habitada por los indios siboneyes que constituyeron en esta cola de la isla los tres cacicazgos de Marien, Guanahacabibes y Guaniguanico, procedendo de la punta más occidental hacia el oriente de esta provincia.

De estos indios, el propio Diego Velázquez en su carta del año 1514 al teniente Gobernador de la Isla Fernandina, (cómo se llamó en un primer tiempo Cuba) escribía: "No tienen casa, ni asientos, ni pueblo, ni labranza, ni comen otra cosa sino, las carnes que toman por los montes,y torgugas y pescado., etc. Lo que es cierto y está bien documentado, obtenido de varias fuentes acreditadas, podemos resumirlo asï:


Año 1862: Esta fecha marca el inicio del poblado. La Habana, el 31 de Marzo de este año, concedía a Don Diego de Zayas y Soto un sitio próximo al charco de las Doce Palmas y mogote de La Güira. Hay otra versión histórica que afirma que en el propio año 1632 Don Mateo Pedroso mercedó un sitio de su posesiones a Don Diego de Zayas, denominándose el mismo "Corral de San Diego". Quizás el nuevo dueño de este territorio quiso dedicarlo y ponerlo bajo la protección del santo del cual lleva el nombre. Postal de San Diego, enviada en el año 1918.

Año 1700: Ya desde el inicio del Siglo XVIII hay noticia de que accedían el poblado los primeros enfermos con el fin de darse los baños en las aguas curativas del río Caiguanabo, llamado después comunmente San Diego. En dichos años, según la leyenda, había encontrado su sanación el esclavo Taita Domingo que terminaba el testimonio de su asombrosa recuperación de la salud exclamando: "Ha sido un milagro de nuestro Padre San Diego. Cuentan que cuando el Taita regresó a casa de su amo, de donde había sido echado por una terrible enfermedad de la piel, dijo que se había curado bañándose "en un agua que pela gallina" y de ahí viene el nombre del manantial de aguas sulforosas más caliente del pueblo.



Año 1856: Según consta en los archivos, fue colocada la primera piedra de la actual Iglesia, que se denominó Parroquia de Entrada el día 1 de Febrero del año 1858. Iglesia de San Diego y el Parque Juan de la Puente, en la década de los años 1920's.



Año 1859: Se daba inicio a la construcción del primer Balneario que se concluyó en el mes de Marzo del año 1861. Terminaban así las condiciones indecentes en que la gente tenía que tomar los baños antes, descritas por el doctor Antomarchi en el año 1833 y por Cirilo Villaverde en el año 1839.









Hasta el año 1948, en la sala de baños, en el interior del balneario, sólo un paraván dividía a los hombres de las mujeres.




Año 1902: San Diego cesaba de ser ayuntamiento. Se dispuso su anexíon a Consolación del Sur.

También con respecto al origen del nombre del pueblo, historia y leyenda se entrelazan. Cuenta la leyenda que se pierde en la noche de las tradiciones, que un vecino del lugar, llamado Diego de Alcalá, tenía una finca conocida por Charco de las Doce Leguas. Con motivo de un fuerte ciclón que azotó la comarca, el buen hombre vio su casa cerca del río, amenazada por las formidables aguas que crecían incesantemente.

Como era buen creyente y fiel cumplidor de la Ley Divina, invocó y pidió con sencilla fe a su Santo Patrono Diego, que le librara de aguel peligro prometiendo regalarle una imagen de su santo a la capilla del lugar conocido por El Álamo.

Una vez pasado el peligro y concedido el favor, cumplió su promesa llevando una imagen de San Diego de Alcalá a la ermita de aquel lugar que, desde entonces tomó el nombre del Santo y le veneró como a su Patrón y protector."San Diego de Alcalá nació en el año 1400 en la aldea de San Nicolás del Puerto, en Sevilla, España

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