viernes, 15 de enero de 2010

El Transporte Público en Los Palacios


Por Jesús M. García Vázquez

El hombre ha vencido en el transporte y la transmisión de mensajes, el tiempo y la distancia, pero para llegar a esa perfección actual, la humanidad ha luchado durante muchos siglos en mejorar poco a poco sus comunicaciones. En remotas épocas, el hombre no tuvo más que sus desnudos pies como medio de transportarse de un lugar a otro. Con ellos abrió oscuras veredas en el monte. Con sus pies pisoteó la hierba de las estepas y las cañadas en busca de agua que calmara su sed o tratando de encontrar frutos jugosos que aplacaran el hambre; por milenios y siglos la vereda fue el único medio de contacto entre las tribus de la prehistoria. En épocas más avanzadas y cuando el incipiente comercio demandaba el transporte de granos, de sal o de otros artículos, a pie y cargado sobre sus propias espaldas los bultos para el trueque, el hombre primitivo se servía de las veredas en su tránsito hasta los lugares en donde sus productos tenían demanda y él, a su vez, encontraba aquello que ncesitaba para la subsistencia de los suyos.

Mucho tiempo después, pueblos dedicados a la agricultura y al pastoreo demesticaron algunos animales; el buey, el asno, el camello y el caballo fueron de los primeros, contando el hombre, a partir de ese momento, de fuerzas auxiliares para los distintos trabajos en la tierra y para el simple tránsito por los caminos de la comarca. La domesticación de estas bestias, y su uso para los distintos fines, representa toda una época en el futuro desarrollo de la humanidad. Marca el principio de una línea de ascenso en el sentido material y espiritual que no se ha de interrumpir jamás. Desde el punto de vista de las comunicaciones, estas bestias, convertidas en animales domésticos, permitieron y facilitaron el incremento del comercio. Nacen las recuas y los mercaderes realizan su obra de comercio y penetración. El hombre deja de cargar sobre sus espaldas la mercancia; la bestia lo hacer ahora por él. En un paso más de avance el hombre primitivo inventó la rueda.

¡LA RUEDA!, ¡Qué gran avance para la humanidad!.
Con la rueda se construyen los primeros carruajes. Nace la carreta y esta es utilizada, dentro de sus muchos fines, para recoger la cosecha y el traslado de personas de un lugar a otro. Todo un mundo nuevo se inaugura con la rueda. Mientras la rueda no existió faltaba el vehículo.



Correspondió a aquella remota época la constsrucción de los primeros caminos para transitar y puentes para salvar las barrancas y ríos. Quizás por donde el cazador pasó en persecución de su presa, por donde la caravana primitiva realizó penoso tránsito o por las mismas veredas que caminaron con el sangrante pie razas olvidadas, el hombre de hoy pasa como ráfaga en cómodos y veloces vehículos.

En el mundo actual el desarrollo de un país y la intensidad de la vida de sus habitantes se puede medir pricipalmente por el desenvolvimiento de las comunicaciones. El hombre, en su contínua marcha hacia el progreso, ha logrado que el planeta sea del tamaño de una pelota de fútbol. En un viaje trasatlántico, saliendo de París rumbo a Nueva York a bordeldel supersónico avión comercial "Concord", se llega a Nueva York antes de salir de París, de acuerdo al horario internacional y a la diferencia de horas. Se puede desayunar en Nueva York, hacer las gestiones que dieron motivo al viaje, almorzar en la Gran Urbe y regresar a París para dormir en casa, en el propia día.

El historiador y escritor pinareño Wilfredo Denie Valdés, sobre el tema del Transporte Público, escribió: "en los tiempos modernos en que el mundo se desarrolla, el país que no cuente con los suficientes medios de transporte está condenado al fracaso de su economía para caer en una incontrolable involución difícil de pronosticar sus consecuencias". (Revista Vitral, Año XIII, No. 44. Julio-Agosto, 2001. Pág. 28).

Toda villa, ciudad o pueblo tuvo su origen en una asentamiento poblacional. Estos se formaban, generalmente, a las orillas de un río, de un lago o en las costas y el lugar de su formación obedecía a la subsistencia de sus pobladores. Después del año 1554 comienza a poblarse la parte más occidental de la Isla de Cuba, la llamada vueltabajo. Surgen los primeros hatos y corrales; las vegas dedicadas al cultivo del tabaco tienen su origen años más tarde. Los medios de transporte entre estos grupos de población eran las carretas, volantes y coches tirados por bueyes, mulos y caballos. Trasladarse de un lugar a otro con aquellos rudimentarios medios, en épocas de lluvia y por los intransitables caminos, resultaba para los primeros pobladores de la región vueltabajera una verdadera odisea. Alrededor de veinte a treinta incomodas horas duraba un viaje desde La Habana a diferentes lugares de la provincia.

¿Falta mucho para llegar a Los Palacios?. Esta pregunta era muy frecuente escucharla al encontrarse viajeros que marchaban en direcciones opuestas, de vueltabajo hacia La Habana y de La Habana a vueltabajo. El Camino Real que conducìa de La Habana a la región occidental seguía la ruta de lo que es hoy la Calle Antonio Maceo (actual Calle 23), del pueblo de Los Palacios, atravesando el Río Macurijes en una de sus partes más baja y estrecha. En la margen occidental de este río, cercano al Camino Real, una familia de apellido Palacios se estableció con un negocio de hospedería. En este lugar los viajeros disponían de un sitio donde descansar, alimentarse y pernoctar. Sus cabalgaduras también recibían atención. Alrededor del lugar se formó un núcleo poblacional, más hacia el este de la margen oriental del río, que al transcurrir de los años se convirtió en el pueblo de Los Palacios, fundado en el año 1760. El río dejó de llamarse Macurijes para adoptar el nombre del pueblo. (Fotografía: Angel González). En el año 1763 se reconstruye la Iglesia Parroquial, en el lugar donde se encuentra actualmente, a merced de dos caballerías de tierra donadas a la iglesia por las monjas del Covento de Santa Catalina de Sena. En el año 1796 el caserío estaba compuesto de dieciséis a veinte casa, todas de guano, con su parroquia.

Alrededor del año 1850, Los Palacios contaba con una población cercana a los 4,000 habitantes. En sus tierras existía un pequeño ingenio azucarero, 38 potreros y haciendas de pastos y 152 vegas de tabaco. Para esa misma época, San Diego de los Baños contaba con 120 casas, muchas de ellas con habitaciones para hospedar a los que venían a recibir los beneficios de sus aguas medicinales, 6 fondas, 7 tiendas, 1 café/billar y 1 valla de gallos. El poblado de Paso Real de San Diego, existente en ese entonces donde hoy se encuentra el caserío de Paso quemado, lo componían 50 edificaciones de distintas clases, 1 oficina de correos de dos carteros, 1 receptoría de rentas y varias fondas. (Busto del General Antonio Maceo en Paso Quemado, conmemorando la batalla de Paso Real en la Guerra de Independencia cubana. (Fotografía: Luis J. Puentes (Pilingo).

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