jueves, 11 de febrero de 2010


TOPÓNIMOS PALACEÑOS Y LA PRESENCIA
DE LENGUAS ABORíGENES EN ELLOS

Por Raúl Joaquín Nardo Martínez
Licenciado en Literatura y Lengua Española

En nuestro país, en los últimos años la toponimia ha sido motivo de interés para lingüistas, historiadores, geógrafos y otros especialistas. Topónimos es la designación conformada por una o más palabras que definen o particularizan determinada entidad geográfica. Estos están relacionados de alguna manera con la vida de sus habitantes, con la geografía o la historia del lugar y ofrecen o aportan una rica e interesante información. Reciben distintas clasificaciones según su significado o según el hecho que aludan, por lo que haciendo un análisis del origen de distintos nombres de la localidad, podemos determinar variados orígenes o motivaciones.

Así vemos que Los Palacios fue fundado en 1760, en la orilla izquierda del río Maconi o Macurijes. El motivo del nombre, según la tradición oral, se debe a una familia de apellido Palacios, de origen español que se asentaba en la margen del río y por encontrarse este asentamiento en el Camino Real a la Vuelta Abajo, las personas que iban y venían comenzaron a denominar el lugar como sitio de Los Palacios.


El sabio Tranquilino Sandalio de Noda lo describió como un pueblo pequeño con casas de techos de tejas y pórticos y en el año 1760 aún quedaban unas pocas familias descendientes de indígenas. Lo que quiere decir, según la descripción de Sandalio de Noda, que en su fundación todavía existían familias indígenas y lo que se corresponde con la existencia de algunas voces aborígenes, en nuestra lengua actual.


Las estrechas relaciones socio-económicas entre los conquistadores y los conquistados, generaron el lógico proceso de transculturación en que ambos grupos intercambiaron entre sí objetos y conocimientos. Este proceso generó asimismo el de interferencia lingüística. Durante el acto de comunicación el aborígen abordado era el “informante” y el hispanohablante era el “receptor”. Ambos estaban separados por diferencias de carácter cultural y principalmente lingüísticas, aunque utilizaran un mismo sistema de comunicación: el lenguaje gestual acompañado de palabras, por lo que no siempre era interpretado exactamente por el español.

Cuando se habla de la fundación del pueblo, se menciona una palabra indígena que es el río Macurijes, antiguo nombre del río de Los Palacios y denominación que lleva también una zona de la localidad. Esta se debe a la interpretación de la voz Macori o Maconi, que en muchos casos los conquistadores cambiaban la O por la U, por lo que es una voz corrompida del indígena Macorí que significa árbol silvestre en las orillas de los arroyos, muy conocido en el Departamento Occidental, con hojas opuestas en ramas negruzcas, alternas, a veces lisas, sin dientes. Según criterios de muchas personas este árbol maderable abundaba en esta sabana. Este vocablo denominador de este árbol es también un gentilicio (macorige o macurige) con el que identificaron los españoles a los habitantes de la provincia de Macorrí en Haiti. También en la República Dominicana existe un lugar con el nombre de San Pedro de Macorís. En la llanura Habana-Matanzas también existió un territorio con el nombre de Macurijes, que aparece en un mapa histórico de la época de los descubrimientos. Macurijes fue uno de los primeros cinco barrios rurales del término municipal.

Cerca de este lugar se encuentra Dayaniguas, ensenada situada al sur de nuestro municipio, que según la historia local fue una merced entregada a Juan Gutierrez Manibardo y conocido como Hato de San Pedro de Dayaniguas. Esta ciénaga la describe Pezuela en su diccionario: “ciénaga interior de alguna extensión a orillas del río Los Palacios”. La voz “Daya” que procede del árabe y en el que “Daya” se traduce por masa de agua permanentemente depositada y “niguas” es un indoamericanismo derivado que tiene dos acepciones:
a) especie de insecto afaníptero americano parecido a la pulga, pero más pequeño y de trompa más larga. Las hembras depositan su cría bajo la epidermis del hombre y algunos animales y ocasionan picazón y serios daños.
b) especie de plantas.


Dentro del hato hay una laguna nombrada Laguna de Niguas. Según la leyenda había una india llamada Yaniguá y esta fue perseguida y muerta por los españoles en este lugar. Según Estéban Pichardo planteaba, este lugar lo mismo se podía llamar Hayaniguas que Dayaniguas. Por lo que se puede deducir que este nombre puede tener su origen en la leyenda indígena, pero tiene más lógica aún el análisis de la etimología de la palabra.

Daya (vocablo árabe) = masa de agua
Niguas (vocablo indígena) = especie de insecto o plantas.

Otra combinación en este territorio es la de “Caimital”, por la existencia de abundantes caimitillos en el lugar y que es una planta que proporciona una madera de óptima calidad. En lengua aborígen la terminación AL significa = cultivo de o abundancia de.

También existe otro sitio conocido por “Guasimal”. Ya vimos que la terminación AL significa abundancia de. Pues en el lugar abundaban las guásimas, que según Estéban Pichardo es voz indígena o sea el sitio donde hay muchas guásimas. La guásima es un árbol silvestre que se encuentra en toda la isla, tal vez la más común y la más ampliamente distribuída especie cubana.

En la costa sur encontramos el Río Carraguao y la llanura que lo rodea lleva su nombre. Este es otro vocablo de la lengua de nuestros aborígenes, que proviene de la voz “guanarao o guanaro”, que es una especie de paloma llamada sanjuanera y que es más pequeña que la torcaza. Todo cabe indicar que este animalito, en gran abundancia, habitaba el lugar, quizás por la proximidad de las aguas y de la vegetación y le dio nombre al lugar. Según los historiadores el cuartón dio nombre al río y al estero.

Una de las terminaciones favoritas de las voces de los primeros pobladores es la de AN. Asi vemos que aparece en otra región, al sur de la localidad, la denominación “Cubanacán”. Este nombre, aunque es de origen aborigen adquirió relevancia después del triunfo de la revolución, porque anteriormente todo se llamaba Hacienda Dayaniguas. Este término, según algunos autores, significa “en el medio o centro de Cuba”, porque NACAN denotaba medianía o centro y para algunos una provincia grande de Cuba. En mapas históricos de la Isla de Cuba en época de los descubrimientos, aparece este topónimo ocupando un territorio muy grande en el centro de la isla.

Si nos trasladamos un poco más al este, encontramos otro sitio nombrado también por los primeros pobladores, como es el caso de “Bacunagua” o “Guacunagua”. Este sitio, según Pichardo, fue merced entregada al Conde de Fernandina y aparece Guacunagua en las actas capitulares. Cuenta la leyenda que los españoles encontraron a una aborigen que iba con unos recipientes con agua y le preguntaron a donde iba y como no entendía, la aborígen respondió: “va con agua”. Lo cierto es que en este lugar, además del río, existen varias lagunas.


La sílaba GUA era común no solamente al Nuevo Mundo, sino al Viejo Mundo. Fue escrita diversamente en varias voces con las letras OA, UA, HUA y OUA. El nombre haitiano Guacamaya se ha escrito Huacamaya. Otros por economía pudieron haber sustituído el GUA por el BA, puede ser el caso de Bacunagua. La terminación “nagua” se puede asociar a la presencia abundante de agua en el lugar.


En el caso de Guacamaya, aunque no parece ser de los lugares más antiguos, es un vocablo procedente de la lengua arauca que sirve para designar un arbusto ornamental y también se utiliza para nombrar una especie de ave. Se supone que los colores del ave fueron asociados por los indígenas a los colores de la planta y así también el nombre de Guacamaya denomina otras plantas ornamentales. Se cree que este lugar deba su nombre a la presencia de plantas de esta especie.

Contiguo al poblado urbano se encuentra otro pequeño barrio rural que es La Majagua. Otro indigenismo que sirve para designar a un árbol de la familia de las malváceas. Este árbol de madera fuerte y muy apreciada y como en otros casos la abundancia y presencia del mismo determinó el origen del nombre.

Otra de la zonas más antiguas en Los Palacios es “El Jagüey”, que en Cuba se toma como símbolo de la ingratitud y la traición, debido a que esta planta parasitaria busca apoyo en otras a las que poco a poco va abrazando hasta ahogar. La terminación EY, con el significado teórico de procedencia, es muy común entre los indoamericanismos araucos conservados en nuestro español: Ejemplo: Siboney, Batey, Carey y otros.


Algunos autores señalaron el jagüey en sus poesías:


El jagüey mudo emblema,
imagen elocuente de vil ingratitud = F. Uturrondo.
Y ojalá, mujer sin ley,
Que pese a tu dulce arrobo,
Te suceda como al jobo
cuando lo enreda el jagüey
= El Cucalambé

Los pobladores atribuyen el motivo del nombre del lugar a la existencia de esta planta o árbol representante de la ingratitud.

Al norte del municipio encontramos al Río San Diego, conocido también como Caiguanabo, perteneciente a los topónimos hidrográficos y en el diccionario provincial de Pichardo, explica que “NABO” es una terminación común de los nombres atribuídos a otros parajes de agua, en el vocabulario indígena. Cerca del charco de Las Doce Palmas en este río y en la hacienda de San Pedro de las Galeras se fundó el pueblo de San Diego de los Baños en el año 1844, que primero se nombraba Baños de San Diego, porque Don Diego de Zayas le adjudicó el santo de su nombre al río y también, según algunas investigaciones realizadas fue un corral mercedado en el año 1641.

Muy cerca del Río Caiguanabo o Río San Diego, se encuentra “La Güira”, nombre que también heredamos de los primeros pobladores y que significa, en voz indígena, árbol común, bajo, claro. El fruto de este árbol también lleva el nombre de güira. En arauco insular, como en las demás lenguas indoamericanas, toda palabra tiene un contenido semántico, dado a la fusión de partículas significativas. Ejemplo: güira/uira, está compuesta por la partícula UI y en lokono significa fruta y RA en lokono quiere decir fruto-piel, fruto-árbol. Este lugar, hoy centro turístico de fama internacional, fue propiedad de Don José Manuel Cortina y lo convirtió en un centro de recreación y de interés cultural. La existencia de este lugar data de muchos años atrás. El escritor Cirilo Villaverde lo menciona en su libro “Excursión a Vuelta Abajo” y que escribió en el año 1839.

BIBLIOGRAFÍA:
-De Bernardo y Estrada D. Rodrigo. Prontuario de Mercedes
-García Velez Carlos. Cuba descriptiva. Datos sobre municipio y barrios.
-Historia Local de Los Palacios.
-Pichardo Estéban. Direccionario Provincial de Voces.
-Valdés Bernal Sergio. Los Indoamericanismos en la Poesía Cubana en los siglos XVII, XVIII y XIX.

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